Los primeros 90 días de 2018 superan todos los pronósticos de deterioro de nuestra amada Venezuela. Estos tres meses anticipan un año considerablemente peor al que vivimos en 2017.

La imagen de padres y niños pacientes del hospital JM de Los Ríos protestando en la noche para exigir su tratamiento, es una representación exacta de lo que nos dejó el primer trimestre del año. ¡Un país en ruinas y un pueblo que quiere seguir luchando por su vida!

Cada medida anunciada por el gobierno es un presagio del agravamiento de la situación. Los males que nos aquejan no se resuelven con decretos desarticulados y más controles.

Se requiere la verdadera intención de superar la crisis, y eso es algo que a Maduro no le interesa, de allí que un cambio de gobierno sea fundamental para recuperar al país.
El trimestre que acaba de culminar deja tristeza, luto e indignación, pero al sufrimiento de nuestro pueblo el gobierno responde con burlas y mentiras.

Este año han muerto 54 niños warao por un brote de sarampión. Desde 2017 se contabilizan 886 casos de la enfermedad y fue apenas esta semana que el gobierno habló de una campaña de vacunación. Tal como lo denunció nuestro diputado José Manuel Olivares, tenían las vacunas y las guardaban para usarlas en la campaña de Maduro. ¡No se cansan de jugar con la vida de nuestro pueblo!

Terminó marzo y los pacientes con VIH se quedaron esperando que llegaran sus tratamientos. Hoy mueren 9 personas por día por falta de medicamentos y 7 mil pacientes con esta enfermedad están en riesgo.

Al gobierno, comenzando por Maduro, lo único que le preocupa es ver cómo se colea en la Cumbre de las Américas. Elevan notas de protesta y rompen relaciones ante cada pronunciamiento internacional, pero guarda silencio ante las millones de familias que padecen por su incompetencia.

Venezuela se ha convertido en tragedia. El calendario de marzo de 2018, ya enlutado por la muerte temprana de enfermos y por la inseguridad, siempre estará asociado a la muerte de 68 personas en el incendio de los calabozos en una comandancia de Carabobo.
Imágenes y testimonios dantescos que nos llenan de dolor y que sólo han recibido la respuesta de una ministra incompetente que nunca es culpable de nada. Se lavan las manos porque no les duele la vida de los venezolanos y olvida que el gobierno que ella representa es el responsable de la integridad física de los detenidos bajo su custodia.

Este primer trimestre del año y gracias a Maduro los venezolanos vivimos con la certeza de que estamos al borde del colapso, ¡Hasta nos cambiaron la moneda!. Los indicadores macroeconómicos, las cifras de producción, los índices de mortalidad, de desnutrición, los reportes de enfermedades, las cifras de violencia, de emigración sólo son comparables con las que exhiben países en guerra o que han pasado por desastres naturales recientemente. A pesar de ello lo que quieren es atornillarse en el poder.

Uno de los aspectos más preocupantes de la crisis es el crecimiento de la desnutrición. Los Clap no resuelven el problema. Esto lo reconocen incluso los Consejos Comunales que, ante las constantes denuncias de desnutrición que reciben en sus comunidades, afirman que las tristemente célebres cajas que compran al gobierno no son una solución y profundizan la desnutrición.

Lo que necesita Venezuela es producir, pero está claro que no será con este gobierno que veamos el campo, las industrias, el comercio y los servicios activarse.

Hoy, sólo 25 % de nuestra tierra se encuentra productiva y los productores afirman que en gran medida ello se debe a falta de insumos por la destrucción de Agroisleña.

Estamos inmersos en un círculo destrucción. 90% de las unidades del transporte están fuera de servicio por la falta de repuestos y los altos costos de los que se consiguen. La dificultad de los trabajadores para movilizarse, en parte también por la falta de efectivo, aumenta el ausentismo laboral, hoy de 40%, situación que se repite en las escuelas, donde el abandono alcanza 30%.

La producción nacional prácticamente no existe. ¿Cómo puede producir un país sin energía? En lo que va de año ha habido más de 4 mil apagones en todo el país.

Una nación mundialmente famosa por el petróleo, hoy es conocida por la destrucción de la industria. Una de las lamentables noticias con las que arrancamos el segundo trimestre es que sólo está operativa la refinería de Amuay. La falta de inversión y mantenimiento, la corrupción y el éxodo de trabajadores han llevado a concentrar las operaciones solo en esta refinería.

En cuanto al sector construcción las cifras indican que está paralizado en un 90%. Sectores relacionados como el siderúrgico y el cementero están operando a 6% y 40% de capacidad respectivamente.

Una clara evidencia de la crisis es la cantidad de locales cerrados. Hoy sobreviven escasamente 40 mil de los 80 mil que se contabilizaban hace 15 años.
Según Econométrica, la variación interanual de la inflación pasó de 6.573% en febrero a 8.202% en marzo. La hiperinflación podría superar el 10.000 % este año si al cierre de abril la inflación iguala o supera el 39,8%.
El poder adquisitivo del venezolano sigue cayendo. El salario mínimo no llega a 6 dólares al mes y sólo alcanza para comprar dos huevos al día. Aún destinando todos los ingresos a la compra de alimentos un salario mínimo no es suficiente ni para alimentar a un miembro de la familia. Esa es la “soberanía alimentaria” de Maduro a la que quieren seguir sometiéndonos.

Es verdad que la crisis sigue impulsando a muchos venezolanos a buscar opciones lejos de la tierra que los vio nacer. Hoy, 4 de cada 10 venezolanos tiene planes de emigrar el próximo año para huir de la crisis que han generado los destructores de Venezuela.
Siguen tratando de sembrar desesperanza, pero los venezolanos no nos resignamos y seguimos luchando para lograr el cambio. Así lo demuestran las casi dos mil protestas, fundamentalmente por alimentos, servicios básicos y salud, que se han registrado en todo el país en 2018.

Sabemos quién es el adversario y no dejaremos de luchar aunque reediten la “ley sapo” con la que pretenden enfrentar a pueblo contra pueblo.

En nuestras manos está la solución. Apoyo plenamente las propuestas presentadas esta semana por nuestros diputados. Debemos fortalecer las políticas sociales y atraer inversión para que la economía pueda crecer y nos lleve a la recuperación del ingreso para detener la pobreza y la fuga del capital humano. Acciones como levantar el control de cambio, evitar el financiamiento del déficit fiscal por parte del Banco Central y adoptar medidas que estimulen la inversión, complementan los planteamientos para la recuperación del país, pero repito, para que todo eso ocurra ellos no pueden seguir en el poder.

Estoy seguro de que si nos mantenemos unidos, con fe y esperanza en nuestra capacidad para sacar a Venezuela adelante lograremos el país de progreso que todos soñamos. Es urgente que la UNIDAD discuta si efectivamente la política que viene planteándose en este momento es la acertada o no. Todo en el país cambia a diario y no puede la política permanecer inerte frente a ello. Hay que oír al país que reclama una estrategia y una línea de acción clara de que se hará para que esta destrucción pare. Todo hay que hacerlo en unidad sin posiciones intransigentes y que efectivamente respondan al interés superior de los venezolanos.

¡Qué Dios nos dé la fuerza para continuar unidos y firmes en esta lucha y que bendiga a nuestra amada y necesitada patria!

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