En medio de la crisis que asedia la economía del país, los bazares navideños, que en otros tiempos fueron la vitrina de una economía de manufactura local incipiente, pierden su brillo y se reinventan para incluir productos que están al margen de la celebración.

Más allá de la tradicional orfebrería y las prendas de vestir, hoy las ferias admiten ventas de casi cualquier cosa: productos de limpieza, de aseo personal y para el hogar, bienes atractivos en una economía signada por el desabastecimiento.

Quienes participan en las ferias señalan que la coyuntura ha golpeado la oferta navideña y los obliga a ensanchar el radio de productos, algunos de los cuales son importados y cuyos costos superan los 10 millones de bolívares. La crisis no solo reduce  la oferta de estrenos con sello local, también ha extinguido algunos eventos como el tradicional Bazar del Ateneo, que se realizó durante 4 décadas y que este año no pudo organizarse.

Entre los eventos más tradicionales, destacan los bazares de Fundaprocura, al igual que las ferias navideñas del Hotel Alba Caracas, del Centro Comercial Expreso Chacaíto y del Círculo Militar, algunas de las cuales han desaparecido o se mantienen con desmayo.

Alejandra Boada, de Parafernalia Producciones, una compañía que este año organiza La Bodega Gourmet, una feria gastronómica en el Cubo Negro, señala que muchos artesanos y vendedores tienen dificultades para reponer sus inventarios. «Tenemos alrededor de 10 años y somos básicamente una feria gastronómica. Y hacemos, en medio de la crisis, lo posible por brindar un rato distinto este diciembre», dice.

Laura Delgado, una emprendedora que vende perfumes en Feriavideña, un mercado con más de 320 puestos que se organiza cada diciembre en el Centro Comercial Tamanaco, advierte que las ventas no son como otros años. La mayoría de los compradores opta por productos económicos. En ese lugar una blusa de dama oscila entre un millón 200 mil y 3 millones de bolívares. Mientras los costos de los juguetes superan los 12 millones.

Graciela Belisario, vende piezas de MDF con técnica de craquelado y resiente la inseguridad y la inflación. «Esta es una tradición que sirve de distracción a las familias. Esperamos que las ventas despeguen después del 20 de diciembre», afirma la comerciante. Pese a la coyuntura, existen diseñadores como Aleicar González que ve en los bazares una oportunidad para poner sus prendas en el mercado nacional.

Publicada por El Universal

18/12/2017

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