Uno de nuestros historiadores venezolanos señaló que Venezuela había entrado al siglo XX con la muerte de Gómez, esto porque pese a que entonces se cancelaron las deudas de la Nación y hubo avances en obras públicas durante su mandato, se observaba la riqueza de unas minorías mientras en la inmensa mayoría del país se reflejaba la pobreza, el pueblo trabajador seguía viviendo en casas de bahareque y padecía enfermedades como la sífilis, la lepra o la malaria.
Este relato me lo trae la memoria en este momento, quizás porque al igual que cuando Gómez gobernaba, hoy en día un pequeño grupo se enriquece a costillas de sembrar hambre y miseria en la población venezolana.
A principios de este año Maduro dijo que desde Gómez hasta Carlos Andrés Pérez, Venezuela había acumulado 80% de pobreza y que este, los venezolanos de ahorita, era otro pueblo desde hace 18 años, otra cultura. Eso último lo comparto, porque ciertamente la destrucción del país en los últimos 5 años, los años en los que él ha gobernado, ha sido tan acelerada y agresiva que ha hecho que los venezolanos nos convirtamos en personas de sobrevivencia y hayamos dejado de lado aquella felicidad que nos caracterizaba. Si Maduro, allí tienes razón, contigo hemos retrocedido 100 años y has destruido la alegría nata del venezolano.
Gómez llegó al poder en 1915 y Pérez dejó el poder en 1993, estamos hablando de que transcurrieron 78 años, en los que señala Maduro se fue acumulando la pobreza hasta llegar al 80%. Cuando Chávez aparece en el escenario político su bandera fue acabar con la pobreza, y digamos que los elevados precios del petróleo le permitieron incluso acercarse no solo en discurso si no en acciones a los más pobres, lo que no quiere decir que estemos o no de acuerdo con esas acciones, porque al final fueron efímeras.
Tras 14 años de gobierno de Chávez, Maduro asume el poder con la misma bandera que quien lo impuso como su sucesor. Se suponía que lo que no pudieron hacer en 14 años lo terminarían de hacer ahora. Sin embargo, 5 años después los pocos avances que pudieron haber tenido se esfumaron como la espuma del mar.
Cómo puede Maduro hablar del aumento de la pobreza en 78 años de historia, si solo en 5 años de su mandato los niveles de pobreza en Venezuela aumentaron dramáticamente.
Por primera vez en la historia, 82% de los hogares venezolanos vive en pobreza, convirtiendo al país en el más pobre de América Latina. El crecimiento ha sido veloz durante la gestión de Maduro, que pasó en 2014 de haber 48% de los hogares en pobreza a 82% finalizando el 2016. Hoy podrían ser muchos más.
Además, hay 52% de pobreza extrema, es decir más de la mitad de las familias venezolanas están en pobreza extrema; y un 75% de los venezolanos aseguraron haber perdido peso de manera no controlada debido a que no tenían para alimentarse o preferían dejar de comer ellos para darle de comer a sus hijos.
En Venezuela somos 30 millones de habitantes y unos 4,5 millones de venezolanos comen una vez al día y a veces cada dos días. Semanalmente mueren entre 5 y 6 niños por desnutrición, y advierten que podrían morir 300.000 niños venezolanos por esta causa, cuyo responsable tiene nombre y apellido.
Estamos ante una emergencia humanitaria y quienes hoy tienen secuestrado el poder sólo se preocupan por generar más odio entre los venezolanos, mantenerse en el poder enemistando a unos con otros y doblegando a quienes más necesidades tienen a través del chantaje.
De eso se trata la nueva burla de la inconstitucional y fraudulenta constituyente, una supuesta “ley” contra el odio que no va a devolver a quienes han muerto en manos de las acciones violentas que ellos mismos ordenaron contra un pueblo que se manifestaba en paz por un cambio y a favor del respeto de la Constitución.
Esa “ley” tampoco traerá de vuelta a quienes han muerto a manos del hampa desbordado tras más de 20 planes de seguridad que han fracasado uno tras otro, como tampoco traerá de vuelta a quienes han muerto por no tener con qué alimentarse o por la falta de un tratamiento médico que no se consigue en el país o que su costo es tan elevado que nunca pudieron adquirirlo.
La supuesta “ley” contra el odio no va a poner a producir al país, ni va a evitar la escasez, ni bajará los altos índices de inflación que se comen los ingresos de los venezolanos antes de que lleguen a sus bolsillos.
Esa “ley” es una simple artimaña de quienes se apertrecharon en Miraflores para seguir distrayendo a los venezolanos en tonterías mientras el país se sigue hundiendo.
Mientras los venezolanos nos preguntamos hasta donde podremos expresarnos para que no se considere que es odio, si podemos decir la palabra dictadura o si podremos hablar de la corrupción enquistada en todas las instancias de gobierno, nos lanzan un nuevo billete de 100.000 bolívares que ni siquiera sabemos cómo vamos a obtener puesto que sólo puedes sacar 10.000 bolívares del banco, a menos que nos estén anunciando suavemente que todo empezará a costar de 100.000 bolívares en adelante.
Y es que con esa supuesta “ley” contra el odio el gobierno no se va a encargar de solucionar los problemas del país, lo único que están buscando es silenciar a la gente para que no proteste ni diga con claridad lo que está sufriendo. Maduro y su camarilla pretenden esconder la verdad de lo que está pasando en nuestro país con una “ley” dictada por una instancia fraudulenta que no tiene ningún tipo de validez constitucional. Buscan castigar a los venezolanos por decir lo que piensan. Mientras el mundo avanza hacia la libertad, en Venezuela retrocedemos a pasos agigantados.
Quienes insultan a diario a través de la televisión de “todos” los venezolanos (VTV) y quienes endeudan al país y lo destruyen día tras día, son los mismos que ahora juegan a decirnos qué podemos decir y que no podemos decir. Ya nos estaban diciendo qué podemos comer, qué productos podemos utilizar y qué medicamentos podíamos tomar.
En esa dirección, los venezolanos que queremos un país distinto debemos seguir firmes y construir una unión realmente sólida cuyo único norte sea lograr el cambio en el país. ¡Un cambio de verdad!
El mundo está viendo a nuestra Venezuela, y esa comunidad internacional junto a la Unidad de los venezolanos debe enfocarse en lograr que tengamos un proceso electoral presidencial libre y democrático que efectivamente permita al pueblo decidir sobre su destino.
La Unidad que quieren los venezolanos es distinta a la que quisiera el gobierno. Nosotros lucharemos porque se imponga la primera, una Unidad para salvar a Venezuela, no para resguardar a Maduro ni lo intereses personales de alguien.
No perdamos la esperanza. Venezuela quiere cambio, y por muy difícil que se vea todo, al final, la voluntad del pueblo prevalecerá. ¡Dios bendiga a los venezolanos!