Esta semana nos causó un profundo dolor la muerte de un niño mirandino, quien lamentablemente perdió la batalla contra el cáncer por la ausencia de medicamentos en el país. Lo que pasó con el pequeño Oliver, quien tenía toda la vida por delante y un mundo de sueños por cumplir, le pasa a cientos de venezolanos sin que lo sepamos y eso nos debe mover la fibra a todos, porque esto es un problema de todos.

¿Cómo es posible que por culpa de un gobierno irresponsable, que no entrega las divisas a la empresa farmacéutica nacional, nuestro pueblo viva con la sentencia de muerte sobre los hombros porque no hay medicinas? Enfermarse hoy en Venezuela implica además de las dolencias físicas, el calvario de encontrar qué tomar para recuperar la salud. No tiene justificación alguna lo que pasó con Oliver y padecen muchos otros venezolanos. Perder el don más preciado que nos dio Dios, que es la vida, por la indolencia de un gobierno, es un hecho macabro y abominable, más con todo el dinero que entró en los últimos años a Venezuela producto de la bonanza petrolera.

En este momento, nuestros hospitales en el país tienen un desabastecimiento de medicamentos de 95%. La situación es tan grave que 98% de los productos que utilizan los adultos mayores hipertensos no se consiguen, mientras que la escasez de medicinas para abuelos diabéticos ya ronda el 75%. No hay derecho de que personas que entregaron toda su vida a la construcción del país con su trabajo y el cuidado de sus familias se nos mueran porque no haya remedios.

Consciente de lo que estamos viviendo, la Asamblea Nacional aprobó hace algunas semanas una emergencia humanitaria en el sector salud, para que nuestro país recibiera ayuda desde el exterior con el envío de medicinas, pero lamentablemente el gobierno corrupto e indolente de Maduro negó toda posibilidad de asistencia extranjera. ¿Qué gobernante le niega atención médica a su pueblo? Sólo uno que no sienta a su pueblo como suyo, como familia. Eso demuestra lo poco que a la cúpula enchufada le importa la salud del pueblo.

Lo que debe saber Nicolás Maduro, es que no garantizar acceso al derecho a la salud es violatorio de los derechos humanos y de la Constitución que establece dicho derecho. Este señor y su cúpula debe tener claro que los delitos de lesa humanidad no prescriben y por ende ellos serán responsables de las vidas que se pierdan por su indolencia e indiferencia, que no conforme con no entregar las divisas para que se importen medicamentos, tampoco acepta la ayuda humanitaria para que desde el exterior se nos tienda una mano.

Para ellos lo único importante es mantenerse en el poder aunque maten al pueblo de hambre y por enfermedades que no pueden curarse por la escasez de todo. Tan desconectados están ellos de la realidad, que realizaron hace poco un ejercicio militar para alimentar una guerra que solo vive en su cabeza. Se gastaron 20 millones de dólares en esa práctica sin sentido. Con esos recursos, por ejemplo,  se podrían haber construido cinco Pronto Socorro y dos Centros de Especialidades Médicas Odontológicas de los que tenemos en nuestra Red de Salud Francisco de Miranda, una red de salud que construimos desde cero porque en 2009 el gobierno nacional nos arrebató los 19 hospitales y los 250 ambulatorios, incluyendo el personal de salud, para dejar a Miranda desprovisto. Pero nosotros, que no estamos aquí por estar en el poder, como si están ellos, inmediatamente creamos un nuevo sistema de salud que hoy es referencia para todo el país, al que de los hospitales mandan los pacientes para que nosotros los atendamos. Eso ocurre cuando uno está en esto por vocación de servicio, para servir al pueblo, como rezan las normas, y no esperar a ser servido, como viven en Miraflores.

Con ese dinero gastado en el ejercicio militar también se habría pagado durante un año completo a todo el personal médico, administrativo y de seguridad de nuestros centros de salud, que hoy viven en una angustia perenne porque unido a que los salarios no alcanzan, no cuentan con las herramientas adecuadas para trabajar. Cómo pudimos haber mejorado esta situación con los 20 millones de dólares que se gastaron en prepararse para una guerra imaginaria, cuando la guerra es contra el hambre, la inseguridad, la inflación, la escasez.

La crisis en Venezuela es general y cada día se agudiza más. A nuestro pueblo no solo se le viola el derecho a la salud todos los días, sino también el derecho a la alimentación. Las colas para conseguir qué comer son impresionantes y la inflación nos tiene los bolsillos completamente rotos. ¿Quién puede decir que le alcanza su salario? Por más que saquemos cuentas, la plata no alcanza. La Canasta Alimentaria cuesta más de 180.000 bolívares, es decir, subió 718% en un año, y ahora se requieren 16 salarios mínimos para poder adquirirla.

Producto de todo lo que estamos viviendo la conflictividad social sigue subiendo. En los cuatro primeros meses del año se habrían presentado más de 2.000 protestas en el país. Al menos 80% de ellas son por fallas en los servicios públicos y por el derecho a la alimentación. Y en las tres primeras semanas de mayo se habrían presentado 73 saqueos o intentos de saqueos por el desespero de la gente de abastecerse de alimentos.

Todo está colapsado y para poder avanzar necesitamos un nuevo sistema, porque este no funciona. En nuestra Venezuela tiene que venir un cambio, un cambio que nos permita superar los obstáculos políticos para mejorar la economía y enrumbar lo social. Sabemos que con este gobierno eso no va a pasar, pero para no volver a caer en esta situación necesitamos que el cambio sea duradero. Por eso nosotros insistimos en que la única forma de salir de esta crisis es por la vía pacífica y electoral, aunque el gobierno se empeñe en seguir obstruyendo esa válvula de escape a la conflictividad que se vive en nuestra amada tierra de Bolívar.

Nuestra Constitución nos presenta el camino claro, a través del Revocatorio, pero ¡cómo ha cambiado esta historia! Los que se decían defensores y padres de la Constitución hoy la violentan. Mostrarle la Constitución al gobierno es como mostrarle la cruz a Satanás. Pero pese a que el señor Maduro, las señoras rectoras del CNE y la señora del TSJ, nos pongan un campo minado de obstáculos, buscaremos la vía para sortearlos.

Y atención, el Revocatorio no solo es contra Maduro, también es contra los ministros ineficientes y los jueces corruptos. A Venezuela se la está tragando la violencia y a la señora Gladys Gutiérrez, nunca la vemos hablando de la inseguridad. La impunidad en los homicidios en el país es de 95%, no hay prisa por resolver esos casos y meter a los delincuentes presos, pero para anular decisiones de la Asamblea Nacional, el poder más legítimo que tiene el país actualmente, si actúan rapidito.

Por eso, señoras del CNE y TSJ, sabemos que ustedes están allí para ponerle alcabalas al referendo, pero la fuerza del pueblo impedirá que ustedes sigan pisoteando nuestra Constitución.

El cambio es un clamor que cada vez suena más duro en las calles de nuestra Venezuela. El Revocatorio como vía para alcanzarlo está en la Constitución y es una obligación para la autoridad someterse al mismo. La voz del pueblo se va a imponer, quiera o no la cúpula del gobierno. No le paren a lo que ellos dicen, los venezolanos unidos podemos más que una cúpula corrupta. ¡Qué Dios bendiga a nuestra Venezuela!

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