Las bombas se dañaron por falta de mantenimiento oportuno. Los afectados deben caminar hasta 5 kilómetros para poder llenar bidones. Ante la crisis surgió un emprendimiento: cargadores de agua que intercambian su trabajo por alimentos.
10.000 familias que residen en los barrios Atlas, Eustimio Rivas, La Guacamaya y El Candelero de la parroquia Candelaria al sur de Valencia, pasan hasta dos meses sin agua. Y cuando reciben el servicio llega con suciedad, por lo que es imposible usarla para cocinar y el aseo personal.
Neli de López es una adulta mayor que diariamente debe buscar su abastecimiento de agua desde el barrio Atlas hasta la comunidad Santa Teresa, el recorrido suma unas 50 cuadras. La mujer relató que su calidad de vida ha desmejorado por la falta de agua, y debe pedir ayuda a sus vecinas para cargar sus envases. Vive solo con su esposo que no puede realizar esfuerzos por la vejez.
López indicó que estas comunidades, que albergan las 10.000 familias, fundadas en 1958 después del derrocamiento de Marcos Pérez Jiménez, nunca habían tenido problemas con el abastecimiento de agua.
Recordó que durante la primera gestión del exgobernador Henrique Salas Römer se les dotó con bombas de agua para que pudiera llegar y abastecer a los vecinos de las zonas altas. Estas tuvieron mantenimiento hasta el último periodo de Henrique Fernando Salas Feo, «el Pollo», entre 2008-2012.
«Ellos mantuvieron todo en orden, pero después que caímos en los gobiernos socialistas, todo se empezó a dañar y no reparaban nada, y si lo hacían, como pasó una vez al poco tiempo se perdieron los repuestos de las bombas», aseguró.
También manifestó que los entes gubernamentales de Carabobo afirman que la falla por la que las 10.000 familias no reciben el servicio de agua potable reside en la estación de bombeo San Luis. «Dicen que están haciendo mantenimiento. Luego dicen que se va la luz y por eso no pueden mandar el agua».
Ante la constante falta de agua, surgió un nuevo emprendimiento entre los vecinos: «cargar agua». Quienes realizan esta tarea aseguran que les resulta más beneficioso hacer esta labor que es pagada con alimentos, que tener un empleo formal.
Gustavo Herrera, quien tiene dos años desempleado, comentó que al ver que su salario no le alcanzaba para comer, decidió armarse con su carrucha y llenar bidones de agua a los vecinos que le pagan con alimentos.
Con información de Crónica Uno