Los precios aumentarán más y dejaremos de ver productos del campo en los estantes si no se garantiza el suministro suficiente y constante para el sector agropecuario, sostienen productores del estado Bolívar.

Con la reanudación del despacho de gasolina, esta vez iraní, nada o poco ha cambiado para las decenas de productores de la región. El 1 de junio se estipuló un nuevo tope de 120 mil litros mensuales a 5 mil bolívares el litro y otra venta -sin subsidio ni limitantes- a 50 centavos de dólar, pero el despacho sigue siendo irregular.

El sector transporte y de carga fueron los únicos dos grupos a los que se les aprobó suministro “ilimitado”. Los productores agropecuarios, que durante la cuarentena tuvieron que transportar su mercancía en caballos o mulas, siguen esperando una medida que les permita reactivar la producción.

El presidente de la Asociación de Ganaderos de El Palmar, Julio Malavé, sostiene que sigue siendo muy poco el límite. No entiende cómo siendo productores agropecuarios que necesitan combustible para el traslado y la producción de alimentos, no fueron tomados en cuenta en esta decisión.

Malavé dejó de producir queso porque no pudo asistir como antes a sus fincas por la escasez de combustible. Los terrenos, tanto de él como de otros productores, se incendiaron por el verano y la falta de vigilancia.

La producción cayó cerca de un 60% por esta razón, ya que sin combustible no encienden las plantas eléctricas y motobombas que ayudan en el sistema de riego. Además, de los 70 litros diarios de gasoil que necesitan sus tractores para funcionar unas 8 horas diarias, apenas reciben 100 litros semanales.

“Estamos quebrados”, comentó ante la escasez de combustible que paralizó casi a la totalidad sus fincas. Explicó que para reanudar con normalidad no deberían tener limitaciones, ni restricciones ya que eso representa trabas al proceso productivo de los ganaderos e impide el crecimiento productivo.

Malavé advirtió que habrá un aumento en los costos de los alimentos, pues en las tiendas donde compró los insumos -como el cuajo y la sal para el queso- los precios aumentaron 20%.

Pasar un día para surtir

Alí Molina, productor agropecuario de El Palmar, estaba en cola el miércoles esperando cargar 20 litros de gasolina en Upata. Llegó a las 8:30 de la mañana y, cuatro horas más tarde, estaba aún a 15 cuadras de la gasolinera, contó vía telefónica. Lamentó que los productores pierdan el tiempo que deberían emplear en sembrar y cosechar alimentos.

El límite de llenado que impuso el gobierno practicamente les impide trabajar, pues los vehículos de los productores agropecuarios son de motores de 8 cilindros o camiones tritón que demandan otro consumo.

“El campo está en más de un 40% desmantelado”, aseguró Molina. La mayoría de los centros de producción que hay entre la vía de El Palmar y Upata tienen las cercas en el suelo, quemados por el verano y desprotegidos contra la delincuencia ya que no pueden ser visitados por sus dueños. Los 20 litros son poco cuando hay productores agropecuarios que tienen sus residencias en San Félix, Puerto Ordaz y hasta Ciudad Bolívar.

Para Molina de nada sirve que atiendan a transportistas cuando se está dejando al campo sin combustible. “¿Quién produce los alimentos?”, preguntó. Estimó que, de seguir las deficiencias en el suministro, dentro de tres meses podría incrementar la escasez de alimentos y, en consecuencia, la hambruna en el país.

En una jornada de trabajo, Molina gasta los 20 litros por lo que expresó que el Gobierno nacional no acierta con darle soluciones a los problemas del país, especialmente al sector primario de la economía.

Una realidad que golpea a todo el país

Para finales de abril, el presidente de la Confederación de Asociaciones de Productores Agropecuarios Aquiles Hopkins, señaló que solo se estaba trabajando el 10% de la tierra disponible para sembrar maíz.

Aunque han registrado en la zona andina, y en estados como Guárico y Aragua, la pérdida de hortalizas como tomate y cebolla, Hopkins advirtió que lo más preocupante son los alimentos que se están dejando de producir y que no habrá dentro de tres o cinco meses. “Lo más importante no es cómo estamos hoy o cuánto estamos perdiendo hoy, sino cuánto no estamos sembrando hoy que es la cosecha y la comida de mañana”, dijo en ese entonces.

Para febrero de 2019 el país contaba con 600 mil toneladas métricas disponibles de alimentos, casi el doble de las que para el mes de marzo de 2020 se contabilizaron: 320 mil toneladas según Edison Arciniega, representante de Ciudadanía en Acción. La organización registró una disminución del 26% en la disponibilidad de alimentos desde el inicio de la cuarentena, unas 45 mil toneladas métricas de comida.

Para ese momento la escasez del combustible era también el principal causante de la pérdida de alimentos. “La región andina no pudo sacar probablemente unas dos mil hectáreas de hortalizas que eso alcanza para abastecer tres meses del requerimiento básico de hortalizas del país”, indicó Arciniega.

Con información de Correo del Caroní

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