Maestros de la escuela Villa Colombia, en Puerto Ordaz, ven cómo a diario se desmayan los estudiantes por el hambre: el Ministerio de Educación no provee la comida necesaria.

Primero fue gradual. Ahora es rutina: los maestros de la Escuela Villa Colombia, en Puerto Ordaz, ven a diario cómo se desmayan los niños de todos los grados por una razón: el hambre.

En la escuela, una de las más antiguas de la zona, están inscritos 442 niños. Los 16 maestros quieren llamar la atención del Ministerio para la Educación al respecto.

“Se desmayan en el acto cívico, en el receso, en educación física, en el salón. Por el hambre. La Lopnna [Ley Orgánica para la Protección de Niños, Niñas y Adolescentes] establece que algunos de sus derechos son alimentación, salud y educación. Acá, en la escuela, se le violan los tres. No por nosotros, sino por el Ministerio”, explica Alicibeth Cedeño, una de las docentes.

Resalta que en las escuelas como esta, los estudiantes tienen derecho a desayuno, almuerzo y merienda. Lo único que reciben en este caso es el almuerzo. Sin los requerimientos alimenticios necesarios, además.

“Recalcamos que el derecho a la alimentación en las instituciones bolivarianas, donde debería haber algo llamado Programa de Alimentación Escolar, se incumple. Se le da a los niños, acaso una comida que no cumple con el mínimo requerido para su desarrollo. Hablamos de menús que se basan en pasta con arroz, ni siquiera con vegetales: pasta con arroz, con caraotas o con lentejas”, detalla.

Más insuficiencias

La alimentación no es la única insuficiencia. “Los baños no están funcionando como debería ser. Para las niñas solo hay operativos dos de siete. No hay bebederos: el agua que toman es de chorro”, añade Cedeño.

José Vera, profesor de Educación física, expone que los docentes también están sometidos a las insuficiencias que el sector educativo padece por las fallas gubernamentales. “Se ha vulnerado el derecho a la contratación colectiva. No tenemos HCM (seguro de hospitalización, cirugía y maternidad) ni servicio funerario”.

“Estos niños no son los únicos que sufren: mi salario no me permite darle alimentación a mis hijos ni de un día. Hacer maromas para que mi hijo coma”, explica Victoria Figueroa, otra de las docentes, quien añade una historia de las desmejoras que padece su gremio: “Hace poco me enfermé. Fui a la clínica y no había seguro. Fui al hospital y me dijeron que fuera a comprar las medicinas. Salí con dolor, doblada, a recorrer farmacias hasta encontrarlas”.

Los docentes de esta institución, al igual que los de las escuelas públicas del municipio, están en la protesta de asamblea permanente en las escuelas para reclamar mejoras laborales.

Con información de Crónica Uno

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