La educación se une a la crisis que vive el país en estos momentos, no obstante, su mayor problema no es originado por el desequilibrio económico e inflacionario que se presenta en Venezuela, aunque sí es algo alarmante; las cifras demuestran que el deterioro social, familiar y de valores ha traído consigo una capa de problemas que desencadenan factores perturbadores para la generación de estudiantes.

El profesor Carlos Giménez desde el año 2010, apoyándose de los proyectos realizados por sus colegas, colaboradores internos e investigaciones de campos, logró recaudar los datos estadísticos más relevantes que identifican a los estudios de primaria y bachillerato hoy día.

Hizo hincapié que el Ministerio del Poder Popular para la Educación, liquidó y cerró al público las oficinas o departamentos estadísticos de sus dependencias; es decir los cálculos e informaciones que caracterizan a la educación no cuentan con un acceso al ciudadano común. Considera que las cifras que dicho ministerio divulga periódica u ocasionalmente están manipuladas con fines propagandísticos o publicitarios.

El declive educativo surge por las políticas mediocres del proyecto planteado por el actual Gobierno nacional. El diseño bolivariano se empeñó en una masificación (entre calidad educativa y cantidad, se decidió por la multitud), solo aporta lo mínimo para beneficiar a la educación y no crea programas sociales para instruir a los jóvenes sobre valores, educación sexual y emprendimiento.

Según el estudio, el problema más importante que tienen las naciones tercermundistas en el ámbito educativo, es el analfabetismo funcional. En la actualidad 70% de la población estudiantil venezolana está afectada en alguna de las formas, expresiones o variables de esta condición.

No es un problema de lectura y escritura, es un foco de mediocridad y de incapacidad de un individuo para utilizar la lectura, escritura y cálculo de forma eficiente en las situaciones habituales de la vida; producto de una deficiencia y carencia en el proceso educativo de cada persona, generado por un mal proceso de instrucción y capacitación, junto a factores negativos del entorno familiar, social, económico y cultural.

Giménez alega que: “Es muy cuesta arriba que un niño sin valores sociales, hábitos, ni modales, pueda recorrer y completar exitosamente su proceso educativo formal”. En este aspecto, el deterioro de la familia como pilar fundamental de la formación de los niños y adolescentes es clave para entender el origen de este problema: 65% de las familias venezolanas son disfuncionales.

Como ejemplo de eso, para el 2015, Venezuela llegó en los últimos lugares en las olimpiadas matemáticas, siendo una muestra del poco interés y la mala preparación de los jóvenes en las ciencias formales.

Hasta 50% los de jóvenes en edad escolar considera como una opción factible abandonar sus estudios, al sentirse desmotivados por no notar en su entorno familiar y social que la educación sea necesaria.

Los hijos nacidos en un estilo de vida, donde nadie le da importancia a tener un título, desmotiva totalmente a aquel joven que quiera seguir unos pasos que no le demostraron que eran importantes.

De acuerdo con la Memoria y Cuenta correspondiente al Año Escolar 2014-2015 del Ministerio de Educación, la matrícula estudiantil a nivel nacional ha venido en descenso en los últimos años. Se desprende que en ese año al menos 549.069 estudiantes dejaron de inscribirse en el sistema escolar.

Para este año, 33% de la población estudiantil no culminó su año escolar. Los adolescentes son los que mayormente incurren en la deserción escolar. La principal razón es la situación económica del país, por problemas de abastecimientos de alimentos, calzados y uniformes escolares. Y un 35% al sentirse desmotivados en continuar con sus estudios.

Por otro lado, el Gobierno no ha implementado programas de salud y educación sexual. En el país, el 75% de embarazos no deseados son de adolescentes menores de 19 años. Hasta ahora, los planes al respecto se redujeron a la entrega de anticonceptivos y preservativos a los jóvenes estudiantes, que para nada ha contribuido a enfrentar esta problemática.

La violencia avanza en las instituciones educativas

La licenciada Nidia Matamoros, investigadora, señala que dos de cada diez adolescentes o jóvenes de los sectores populares, abandonan los planteles para unirse a bandas delictivas. “Los adolescentes son reclutados desde los 12 años de edad. Se incorporan aquellos que tienen capacidad y popularidad, y comienzan con el microtráfico de drogas en su comunidad”.

Siendo así que entre 3 a 5% de los estudiantes regulares de educación media están sometidos a procedimientos penales abiertos, en régimen de presentaciones o beneficios.
En efecto, en el estado Lara, hasta el mes de junio habían sido robadas alrededor de 500 institutos: escuelas, liceos o simoncitos.

70% de los delitos contra las personas son cometidos por adolescentes y jóvenes. 80% de los crímenes son cometidos por chicos que oscilan entre 16 y 25 años. Así mismo, 80% de las víctimas mortales son adolescentes y jóvenes.

La Ley de Educación en el 2009, retiró a las educaciones religiosas del pensum estudiantil. Anteriormente dedicaban dos horas semanales a dar clases de ética, moral y religión.
Evidentemente el problema social está mermando la calidad de la educación, situación que se agrava con un modelo educativo que no le da la suficiente importancia al entorno, solo es utilizado como bandera política y una estrategia para obtener votos, cuando hacen entregan de mínimos recursos para los alumnos.

“En un futuro, el modelo educativo tiene que tratar de incorporar a la sociedad en igualdad de términos, para lograr atacar los hogares disfuncionales y la calidad de los procesos de educación”, puntualizó Giménez.

FUENTE: EL IMPULSO
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