María del Carmen Fernández, de 5 años de edad, llegó a la unidad de recuperación nutricional pesando 5,580 kilos

Una puerta con la cerradura dañada da acceso a un largo pasillo que tiene unas sillas plásticas al final. Dos bombonas de oxígeno son evidencia de que se está en un centro de salud. Hace mucho calor. No hay aire acondicionado a pesar de que la temperatura en Maracaibo sobrepasa los 40 grados centígrados. Para amortiguar el calor colocaron ventiladores.

En el tercer piso del Hospital Chiquinquirá funciona la unidad de recuperación nutricional, una de las cuatro de este tipo que hay en la entidad. Las otras están en el Hospital de Niños de Veritas, en Maracaibo; en el Hospital General Adolfo D’Empaire, en Cabimas; y en el Américo Negrette, en Nueva Lucha, municipio Mara. Tiene capacidad para 12 niños, quienes con sus familiares están en las pocas habitaciones a los lados del pasillo.

María del Carmen Fernández Chourio presenta síntomas de desnutrición protéico-calórica severa, con todas las características de Kwashiorkor, una forma de malnutrición grave que tiene formas edematosas. Fue hospitalizada el 29 de junio.

«Estaba muy mal. La cabeza le daba vueltas, desvariaba», explica Zulia Ríos, una colaboradora que forma parte de un grupo de voluntarias que semana a semana visita distintos centros asistenciales. «Entró por emergencia. Le dieron antibióticos porque presentó una infección intestinal».

A sus 5 años de edad pesaba 5,580 kilos y medía 80 centímetros. Por 4 días la atendieron con Liolactil, fórmulas de Isomil y antibióticos. «Los médicos que la trataron tenían pocas esperanzas. ŒEsa niña se va a morir», decían.

Tendrá que estar al menos tres meses hospitalizada para recuperarse. La atienden su mamá, Adela, y la abuela, ambas con discapacidades. Viven en Barrio Blanco, en el noreste de la ciudad, en una zona donde la mayoría de los pobladores son indígenas wayúu. Buena parte de su familia, sin embargo, habita en el barrio San José, en el centro oeste, en una casa donde conviven

27 personas, incluidos 7 niños (8 con María del Carmen) y 6 personas de la tercera edad. Algunos duermen en camas, otros en hamacas y colchonetas. La casa tiene piso de cemento y techo de zinc. La pobreza resuma por todos lados.

«Quien mantiene la casa es mi mamá, que es pensionada. Mi hermano es albañil y hace marañas, nos ayuda cuando puede. Más nadie trabaja aquí», cuenta Kathy Chourio, de 41 años, quien funge de matrona. Es ingeniera, pero no ejerce. Se ha dedicado todos estos años a cuidar a su madre, Adela Barboza, quien padece de depresión y tiene un glaucoma.

«Nunca habíamos pasado por esto. Siempre habíamos hecho las tres comidas, ahora ni siquiera podemos comprarnos un par de cotizas, pues si las compramos entonces no comemos», advierte Kathy Chourio. Señala que en la mañana solo desayunan las abuelas y los niños. «Mi primo trajo dos paquetes de arroz. Ayer preparamos uno. Ella (señalando a una amiga) nos dio las paticas de pollo. Cenaremos si mi hermano trae algo por ahí, casi no tenemos qué comer».

Aumenta la desnutrición. En el Hospital Chiquinquirá hay 27 niños con desnutrición protéico-calórica severa. Al menos 13 viven en Maracaibo. En abril pasado, de acuerdo con registros propios, había 5 niños en recuperación. En junio aumentaron a 19 los casos por desnutrición: 12 en recuperación y 7 en pediatría. Según esas cifras, en 2016 se han atendido 51 casos de niños desnutridos.

De los 12 en recuperación que hay actualmente, 3 son de Maracaibo: María del Carmen, de cinco años de edad, del barrio San José; Maximiliano, de cuatro meses de nacido, del barrio José Gregorio Hernández; y Deyanira, de un año, que vive en Las Tuberías, en la vía al municipio Mara. Los otros son Franchesca, una indígena wayúu de La Guajira, de tres años, autista y necesitada de un trasplante de tráquea; Kalvin, de un año, yukpa de la Sierra de Perijá; y Ángel, de cinco años, quien fue remitido desde Falcón.

En el séptimo piso del hospital está el área de pediatría. De 34 casos, 15 son niños que sufren desnutrición protéico-calórica severa asociada a otras enfermedades, según los registros del centro de salud. De los 15 casos por lo menos 10 provienen de algún barrio de Maracaibo. Tras las rejas que impiden la entrada hay todo un mundo de necesidades.

Las historias médicas describen los casos de Krisangel Arrieta, de cuatro meses; de Dalia Fernández, de 8 meses; de Esmeralda González, de un año; Anderson Fernández, de un año y cuatro meses; y de Luis Ángel Blanco, de dos años; todos desnutridos y con cuadros de neumonía, anemia, diarrea y escabiosis.

Sus familiares djeron que vienen, entre otras zonas, de La Limpia, La Musical, El Gaitero y Los Haticos.

Hay 830 niños en «zona crítica»

El secretario de salud de Zulia, Richard Hill, considera que los casos de desnutrición en la entidad están dentro de lo esperado. De 61.838 casos evaluados en los últimos 2 meses en los municipios Guajira, Mara, Rosario de Perijá y San Francisco (no hay cifras de Maracaibo), 830 niños menores de cinco años están en ³zona crítica² (1,32%), próximos a la desnutrición. De esa evaluación se desprende que 141 casos se ubican entre desnutrición leve, moderada y grave, lo que representa 0,21% del total.

Explica que la mayoría de los pacientes se presentan en zonas cercanas a la Guajira y la Sierra de Perijá, o en asentamientos indígenas. «Muchos de los casos que nos llegan vienen de Colombia, pero igualito los atendemos. Los grupos poblacionales donde hemos tenido cualquier cantidad de consultas por niños desnutridos son etnias indígenas. Hay un problema cultural».

El dato

-Un niño desnutrido en sus primeros 2 años tiene 10 veces menos probabilidades de sobrevivir a las enfermedades prevalentes de la infancia

-Una niña desnutrida en sus primeros 1.000 días de nacida tiene 5 veces menos posibilidad de completar su trayectoria escolar que una niña sana

FUENTE: CON INFORMACIÓN DE REVISTA THE LANCET (2012) Y EL NACIONAL

MARACAIBO, 28/08/2016

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