Los pacientes renales de Guanare denuncian la precariedad de los servicios que les presta la Unidad de Diálisis La Coromotana, en Guanare, una institución privada subsidiada por el Instituto Venezolano de los Seguros Sociales, Ivss.
Agustín Fascendas, uno de los afectados, detalló que las penurias se han acentuado luego del apagón eléctrico que dejó sin luz a todo el país. En ese lapso, dijo, se reportó una muerte por falta de diálisis, aunque yo no lo puedo confirmar.
No tenemos aires acondicionados porque el hampa se los robó y el gobierno regional no cumplió la promesa de reponerlos, precisó Fascendas, al argumentar que esa falta de equipos de refrescamiento hace que los pacientes se agraven y que las máquinas se dañen. “Tenemos 10 máquinas inoperativas y ello se traduce en que las terapias se acorten de cuatro a dos horas de tratamiento”, detalló.
La falta de personal médico y de enfermería es otra angustia. Los impagos de los sueldos y la calidad de las remuneraciones conllevaron a renuncias masivas. La empresa alega falta de liquidez. Desde hace más de un año no hay médico especialista en nefrología, en la unidad.
Las enfermeras especializadas en hemodiálisis han migrado, refiere Fascendas. Antes se contabilizaba una enfermera por cada tres dializados. Actualmente, la proporción es seis a una disminuyendo el número de pacientes por turno, con el agravante de que no se abrieron más cupos para diálisis: de 120 pacientes hoy solo se atienden a 90.
Los acechos de apagones parciales y definitivos también preocupan a los pacientes. Estos recuerdan al gobernador Rafael Calles la promesa de una planta eléctrica para la unidad de diálisis. “Durante la emergencias del apagón nacional nos la prometieron y aún no la hemos visto”. En esos cinco oscuros días, solo pudieron dializarse, una vez, 12 pacientes que, por gestión propia, lograron un cupo en la unidad de diálisis del hospital Miguel Oraa.
No es un capricho la dotación de la planta de energía alterna. Es por nuestra vida porque cada diálisis no aplicada es pérdida de calidad de vida del paciente, que no se recupera con las próximas terapias. Es más, cuando hay bajones o se va la luz a medias, se pierde todo el material de la hemodiálisis en proceso porque no se puede reciclar o volver a usar; y eso también cuenta, añade Fascendas.
“Vamos para un año que no llega ni siquiera el ácido fólico, menos los antihipertensivos ni los nutrientes. Nos sentimos abandonados y a la buena de Dios, señaló Ramona Peña
Asimismo, Peña hizo un llamado a la dirección regional de salud para que se ocupe de la disposición de los desechos hemolíticos que se producen en la unidad. Ésta no cuenta con una sala para su depósito y permanece al aire libre comprometiendo la frágil salud de pacientes y personal médico asistencial. “El aseo se los lleva cada semana y no sabemos qué pasa con los equipos desechables”, alegó.
Con información de El Pitazo