¿Ustedes recuerdan en qué andábamos hace un año? Son tantos los episodios que hemos vivido durante estos meses que la memoria se trastoca. Y eso es justo lo que pretende el régimen: que olvidemos para que no le saquemos en cara su fracaso.
Hace un año, exactamente la noche del viernes 17 de agosto de 2018, el usurpador Nicolás Maduro decidió hacer una serie de anuncios económicos que hoy deberíamos revisar, en vista de que en Miraflores no mascan en mentir diciendo que ahora todo es culpa de las recientes sanciones.
Hay que recordar es que aquellos anuncios se hicieron en el marco de una reconversión monetaria en la que se le eliminaron cinco ceros a la moneda. Así que desde ya este año puede catalogarse como un desastre y para eso podemos poner un ejemplo sencillito:
Durante esta semana se ha difundido que en el mercado de Quinta Crespo ya un cartón de huevos cuesta más de 40.000 Bs. soberanos, ¿no? Calculen que eso es apenas a un año de haberle quitado cinco ceros a la moneda y podrán medir el impacto del desastre en las políticas públicas.
Además, aquella reconversión también se hizo bajo la promesa de resolver el problema del efectivo, pero hoy en las calles de toda Venezuela conseguir efectivo es tan difícil como hacer que ese efectivo rinda para algo.
¡Llegaron al punto de tener que sacar unos billetes de 10.000, 20.000 y 50.000 a menos de un año de la reconversión!
¿Se les ocurre una manera más rotunda de demostrar un fracaso que tener que ampliar de esa manera el cono monetario, apenas a diez meses de haber quitado cinco ceros de la moneda?
Y hay ejemplos más terribles, porque recordar las cifras ponen en evidencia el nivel de crueldad e indolencia de Maduro y sus cómplices.
En aquel momento se generó una verdadera crisis en las empresas pequeñas y medianas porque, de manera arbitraria y sin medir consecuencias, Maduro decidió aumentar el salario mínimo que estaba en 5.000.000 de Bs. fuertes (es decir: 50 Bs. soberanos) a una cifra enloquecida de 180.000.000 Bs. fuertes (es decir: 1.800 Bs. soberanos).
Una vez más el retraso y desacierto en las políticas públicas se transformaba en un golpe severo al sector económico. El asunto es que, al obligar a subir el salario casi 36 veces, también generó un profundo problema en las dependencias públicas, la manera de financiar las pensiones e incluso el salario en las tropas, donde se viralizó más de un video de altos mandos diciéndole a sus subordinados que se olvidaran de los beneficios salariales.
En resumen: una irresponsabilidad, una peligrosa estupidez demagoga, que aumentó el hueco fiscal y que no sirvió sino para disparar todavía más una inflación que en el Fondo Monetario Internacional calcularon en un millón por ciento… y aun así se quedaron cortos.
Y si alguien no les quiere creer, pregúntenle para qué le alcanzan aquellos 1.800 bolívares soberanos y que calcule cuántos de esos salarios mínimos de hace apenas un año le harían falta para comprar uno de esos cartones de huevos que venden en Quinta Crespo el día de hoy.
¡Ni hablar de la farsa del Petro! Quisieron inventarse una criptomoneda, olvidando que esa monedas dependen de la confianza y en ellos ya no confían ni los turcos, ni los rusos ni los chinos. ¡Además, la fijaron con base en el barril de petróleo! Un petróleo que en apenas unas semanas dejaron de producir, porque ni siquiera fueron capaces de sostener la producción de PDVSA y así tener algo de liquidez para financiar su opereta económica.
Vergüenza debería darles.
El supuesto “presidente obrero” también tiró a morder con los impuestos. No se les olvide que en aquellos anuncios subieron el IVA de 12% a 16%, cambiaron el impuesto al fisco de quincenal a semanal, pusieron a los contribuyentes especiales a pagar anticipos del 1% sobre las ventas diarias y fijaron un impuesto a las transacciones financieras.
Además, asustaron a la gente diciendo, en la propia alocución oficial, que se iba pagar la gasolina a precios internacionales, algo que nunca se atrevieron a hacer pero que sirvió para extorsionar a nuestros hermanos de la frontera con el carnet de la patria. También se comprometieron a parar la emisión de dinero no orgánico, algo que no han dejado de hacer porque no hay manera de inyectarle bolívares a su locura sino inventándoselos.
Así metieron muchos más embustes en aquellos anuncios, que si quieren recordamos rapidito, como el bono de reconversión que le ofrecieron a la gente para adaptarse a la reconversión de apenas 600 bolívares de los nuevos, o un nuevo sistema de precios anclado al Petro, o un nuevo sistema cambiario (después de que se vieron obligados a despenalizar el mercado paralelo) y las cinco subastas semanales del DICOM.
Y el más risible de estos recuerdos en números: su pretensión de que el Petro les serviría para fijar el precio del dólar. En aquel momento hablaron de 60 bolívares soberanos por dólar. Vayan y echen un ojo: 15.500 bolos mínimo cada verde y como en 14.000 el dólar oficial que sólo consiguen los enchufados.
No piensen sólo en la devaluación de aquel momento, sino en la devaluación progresiva de la moneda que ha llevado al dólar de 60 a 13.000 en menos de un año. Saquen la cuenta y verán cómo fue que esta gente nos metió en el infierno económico que hoy vivimos desde mucho antes de que las nuevas sanciones se les transformaran en el Coco y las usaran para justificar sus desmanes.
Hoy, a un año de aquellos anuncios, ¿alguien en Miraflores puede decirle a la gente de qué sirvieron? La inflación le ha ido devolviendo los ceros a la moneda y el salario mínimo sigue siendo insuficiente para sacar adelante un hogar.
Hoy, en lugar de tomar acciones, o terminar de retirarse de los cargos que usurpan y asumir su fracaso, se han dedicado a saquear las reservas de oro, a perseguir, a encarcelar, a inhabilitar políticos. Todas maneras de evadir, desde la violencia y el terrorismo de Estado, la enorme responsabilidad que tienen en la tragedia actual.
Hoy, los rusos no están dispuestos a seguir financiando su locura, PetroChina y el gobierno chino pararon la compra de petróleo a PDVSA y el banco más importante de Turquía, que les estaba alcahueteando sus marramucias, ya no está dispuesto a seguir ensuciándose ni arriesgándose a una sanción estadounidense. Un mercado, por cierto, con el cual tanto Rusia como China y Turquía tienen negocios mucho más grandes y duraderos que los guisos de Miraflores.
Todos tenemos que informar y detener la mentira que cacarean los propagandistas de la dictadura: al país lo arruinaron ellos, no las sanciones. Y esta semana quedó demostrado que las sanciones lo único que pueden arruinar son los negocios turbios del grupito que sostiene al usurpador de un hilo.
Prometieron una revolución y lo único que hicieron fue montar un modelo de negocios corruptos e ilegales que hoy se les viene abajo, gracias al apoyo conseguido por esta lucha en la comunidad internacional.
Y sin plata no son nada, porque no tienen ni pueblo ni moral. Así de triste fue su final: ha llegado el tiempo de cesar la usurpación y poner en evidencia a quienes sólo trajeron hambre y desespero. ¡Ha llegado la hora de la Libertad!.
Persistamos, que lo único que es viable es un cambio político que posibilite el cambio económico y permita que nuestro país pueda ser próspero para los venezolanos.
¡Sigamos! ¡Dios bendiga a nuestra tierra!