Especialistas analizan la situación caótica que vive la ciudadanía. El presidente de la Sociedad Venezolana de Psiquiatría, Wadalberto Rodríguez, cree que la desesperanza es una política de gobierno.

Las protestas de los últimos días por el caos generado por la falta de efectivo y la salida de circulación –ahora restituida hasta el 2 de enero- del billete de 100 bolívares se unieron a las que se han dado durante todo el año por la falta de alimentos, de medicinas, de servicios o en contra de la inseguridad.

Wadalberto Rodríguez, presidente de la Sociedad Venezolana de Psiquiatría, cree que las acciones del gobierno en contra de la población han quebrado la lógica social: “Se ha perdido la capacidad de predicción hacia el futuro y de respuesta inmediata. La gente está en (un estado de) incertidumbre, eso hace que las sociedades entren en estado de neutralidad porque no saben cómo moverse, qué hacer”.

El psiquiatra advierte que “una de las políticas más importantes del gobierno es generar desesperanza”, y apunta que los niveles de violencia a los que se ha llegado en algunos estados, como Ciudad Bolívar, donde se presentaron saqueos en comercios, no es una situación conocida para los venezolanos. El único antecedente, dice, es el Caracazo y tuvo un origen diferente. “Lo que ocurre es que hay momentos puntuales en que la neutralidad cambia y se convierte en una reacción de masa, muy mal organizada. Las reacciones están mal dirigidas, porque no hay ninguna dirección. No hay una ruta clara, definida y satisfactoria. Uno de los graves problemas es que lo que desea el común de las personas en la calle no necesariamente se ve reflejado en las políticas de los dirigentes de la oposición”.

Las recurrentes decisiones contradictorias del gobierno convierten a la población en una “olla de presión sin válvula de escape”, analiza el psicólogo Asier Morales. “Después de días de tensión y disgusto para entregar los billetes anuncian que tendremos la posibilidad de usarlos unos días más. Volvemos a las colas de comida y cajeros, pero sin saber si mañana ilegalizarán otros billetes, otras costumbres o cualquier cosa que forme parte de las ocurrencias políticas”. Esto hace que los estallidos ocurran de a poco, dice el experto, con las consecuencias menos convenientes y menos justas contra los menos adecuados; y que se deshilvane cada vez más la confianza, que es “imposible de reconstruir por decreto”.

Situación de esquizofrenia. La situación de estrés de la sociedad venezolana pasó de ser crónica a inescapable, advierte el psiquiatra Luis Madrid. “Hagas lo que hagas quedas atrapado. Eso hace que la situación se vuelva patologizante y produzca problemas de ansiedad, de depresión o de somatización como problemas de presión arterial, sexuales o cardiovasculares”. Además, la pérdida del discurso coherente de las figuras de autoridad da paso a una sociedad en situación esquizofrenizante.

“En general en los medios de comunicación no ves a nadie hablando de lo que está pasando, tenemos una realidad disociada. Se sustituye la realidad de las malas políticas en comida, insumos médicos y servicios por una en la que todo está bien. Las personas, al vivir en dos realidades, pueden caer en cuadros de psicosis y de ira. Una psiquis bombardeada constantemente se va a fracturar y se produce una esquizofrenia colectiva”, dice Madrid.

Los saqueos que ocurrieron el fin de semana en el estado Bolívar, y los disturbios en otros estados, entran dentro de lo que Madrid llama “horda primitiva”: “Se ha naturalizado la falta de normas como forma de convivencia y el caos como manera de resolución de conflictos”. Así, el individuo trata de protegerse creando fobias como el miedo a la noche o a la calle, desconfiando de todos, incluso de las autoridades, deprimiéndose como mecanismo de defensa para que otro resuelva aquello que causa problemas, o asumiendo una actitud psicopática o disocial en la que se transgreden normas y se violenta a otros, como se vio este fin de semana.

¿Qué hacer?

El psiquiatra Luis Madrid recomienda crear espacios de relajación y esperanza; huir del estrés y de la gente tóxica, pesimista o violenta; evitar situaciones de violencia; buscar resguardo, pero no aislarse; evitar el consumo de alcohol, drogas y la automedicación; buscar ayuda en caso de que la situación se escape de las manos; y practicar alguna actividad física, preferiblemente en las mañanas.

FUENTE: EL NACIONAL

FECHA: 20 DE DICIEMBRE DE 2016

 

 

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