El agricultor venezolano Juan Daniel Arzola, quien vive en Guárico, aseveró que sus trabajadores llegaban a la finca demasiado débiles debido al hambre, por lo que decidió vender menos productos agrícolas para poder alimentar a sus empleados y sus familias.
“Tengo que escoger entre comprar gasolina para mis tractores o tener alimentos suficientes para mis hombres (…) llegaban tan débiles que casi se desmayaban”, manifestó durante una entrevista ofrecida al El Nuevo Herald.
Arzola no puede darse el lujo de hacer crecer su negocio. Y si lo hace, eso significaría no poder alimentar a sus trabajadores.
Otros agricultores de Guárico han tenido que adoptar la misma postura: “La mayoría de nosotros ahora pagamos la mano de obra con alimentos, no dinero”, explicó Julio Hernández, de 50 años y dueño de una finca lechera.
Hernández entrega dos litros de leche a cada uno de sus 10 empleados. En Venezuela, donde muchos niños padecen de desnutrición severa, la leche es algo que no tiene precio.
“Hay gente que se está mudando al campo porque allí más o menos se sobrevive con un pequeño terreno, del que se puede comer”, apuntó Phil Gunson, de International Crisis Group, una organización no gubernamental internacional con sede en Caracas.
«Pero eso no soluciona la situación de la salud. La gente no se puede medir la presión arterial, así que mueren de un infarto o de un derrame cerebral. No hay quimioterapia para los pacientes de cáncer. La gente que tiene enfermedades crónicas sencillamente no puede conseguir sus medicinas”, advirtió Gunson.
Publicado por Caraota Digital
18/04/2018