El campo en Venezuela, sector primario  donde germina la economía de un país, se encuentra devastado. En próximos días arranca el ciclo norte-verano de siembra en todo el territorio nacional, pero en vez de anunciar noticias positivas, los sectores denuncian falta de semillas y agroinsumos, además de escaso apoyo crediticio, con lo cual podrían repetirse las caídas productivas del periodo anterior.

Entre la mermada producción nacional  y la limitada importación, por falta de divisas, los mercados permanecen desabastecidos y los venezolanos en protesta. No obstante, la denuncia recurrente es que el gobierno continúa sin tomar medidas macroeconómica reales y contundentes.

Aquiles Hopkins, vicepresidente de  la Confederación de Asociaciones de Productores Agropecuarios (Fedeagro), lamentó que el campo permanezca en  situación crítica. Manifestó que la falta de semillas e insumos, además de la obsolescencia de los equipos se mantiene, lo que ha limitado la siembra en los últimos años.

Destacó que el principal problema para   los venezolanos es la escasez y el desabastecimiento. En segundo lugar la inseguridad en las calles. Pero como no se han aplicado ajustes para atender la producción nacional, la primera de las dificultades se acentuará.

Calificó las políticas agropecuarias del gobierno como “devastadoras”. Asimismo, señaló que a su parecer, aún no se ha entendido que el desabastecimiento inició   con la pérdida productiva en el campo.

Considera conveniente que se reúnan sectores público y privado, para discutir dichas realidades y trazar acciones concretas que permitan recuperar la agricultura, como sector primario de la economía.

Todos los rubros y regiones

Las condiciones antes descritas restringen, por ejemplo, rubros como  la caraota, girasol y sorgo en el centroccidente del país, por lo que las posibilidades de recuperación de la actividad en el  campo serían casi “nulas”.

Sobre este tema también fue consultado Julio Anzola, productor larense y miembro del Consejo de Coordinación Agropecuaria, quien recordó que en el caso de Lara, cinco años atrás se desplazó la actividad agrícola en el Valle del Turbio, con la promesa de instaurar nuevos cultivo, como el citado girasol; ofrecimiento que no se cumplió y que es una pequeña  muestra de lo que ha ocurrido con miles de extensiones de terreno en el país.

Otro lamentable caso en la entidad es el papero, y hortalicero en general, que ante la falta de semillas, este 2016 se quedó con las tierras abonadas para los ciclos de siembra.

La plantación de hortalizas en los Andes venezolanos, es otra experiencia negativa. Allí se cultiva hortalizas en el 25% de las tierras de uso agrícola, pero esta hazaña también se ve fraguada por falta de semillas e insumos.

Hopkins recordó que la semilla de papa para consumo humano no llegó al país,  con lo cual sólo se trabajó con un pequeño acopio de semilla criolla, con bajo rendimiento. “Lamentablemente no hay posibilidades de recuperación  y tampoco se hace nada para que eso ocurra. Nuestro llamado  es a trabajar de inmediato para recuperar la actividad agrícola en el  2017. Si no se corrigen los errores que se cometieron para este periodo, las posibilidades serán nulas y continuará cayendo la producción nacional de alimentos”, indicó.

Controles nefastos

Diversos sectores de la economía venezolana han solicitado el desmontaje del control de cambio, idea que comparte Hopkins al señalar que el Estado venezolano ha debido “sensibilizar el control de cambio”; pero no lo ha hecho a pesar del limitado acceso a las divisas, a sabiendas de que así “asfixia” la producción.

Anzola citó la divisa preferencial como una “competencia desleal para el productor nacional”, ya que por esta vía se colocaron productos baratos en el mercado, mientras que los costos nacional no eran cubiertos.

Sobre los controles también habló el productor caroreño, Ramón Pérez Laclé, quien insistió en señalar que rubros emblemas de Lara, como el maíz y la caña de azúcar, fueron “golpeados” en los últimos años por el control de precios, que “sacó al productor criollo de la jugada”, debido a las altísimas pérdidas.

El rubro maíz también registra mermas a escala nacional, por los bajos rendimientos de las siembras, motivado a la falta de agroquímicos para el control de maleza, mercado “monopolizado” por la estatal Agropatria.

Por su parte, el vicepresidente de Fedeagro citó el caso del arroz, que durante dos décadas se exportó a Colombia. Sin embargo, en 2016 registra una caída del 40% en  la superficie de siembra con respecto a 2015, año que igualmente mostró una considerable merma, por falta de semilla, que vale destacar son nacionales.

La oferta  de la semilla se vio menguada por la regulación gubernamental en su precio, el cual no cubre costos.“La semilla de arroz está regulada a un precio absurdo, no revisado. El productor que trabaje a ese precio quiebra y por eso dejan de producirla… Como consecuencia, tampoco hay arroz en el mercado”, manifestó.

Citó rubros como el café, cuya producción dejó de atender 75% de la demanda nacional, motivado a los rígidos controles de precios desde el campo,  los cuales impiden que los productores reciban utilidades justas, por lo que abandonan el cultivo o migran a otras actividades.

– De la tasa de café que cualquier venezolano se toma en la calle y que la paga a  500 bolívares, el productor sólo recibe 18 bolívares. Sobre el precio regulado  recibe 3 bolívares.

A esto sumó  el ataque la roya, enfermedad provocada por hogos parásitos, que no se ha controlado, debido a la carencia de agroquímicos especiales

Sin semillas ni agroquímicos

Aquiles Hopkins expresó que Venezuela es apta para producir  soya, girasol y maíz para la fabricación de aceites, sumado a que el primero de los rubros, en mayor medida importado, es usado  como harina oleo proteica para la producción de alimentos balanceados para animales.  No obstante, la producción de dichos cultivos también ha mermado considerablemente debido a la falta de semillas e insumos, razón por la cual se atiende menos del 1% del consumo de grasas nacionales.

El rubro sorgo, empleado en la producción de alimento para animales, igualmente registra severas caídas. Venezuela produjo hasta 600.000 toneladas años atrás, pero en el presente sólo se obtendrá 10% de la cifra.

El déficit de semillas, con respecto a los productos agrícolas que se han debido sembrar, supera el  50% en promedio, en algunos rubros la falta es mayor.

“Lo importante no es de qué tamaño es el déficit, sino que todos los rubros  agrícolas registran fallas, incluso de agroquímicos”, comentó Hopkins, quien fue enfático al señalar que el sector agrícola venezolano solicita la devolución de espacios a las empresas privadas, para la coexistencia de múltiples oferentes en el mercado.  De lo contrario será “imposible recuperar la producción de alimentos”.

Obsoleta maquinaria

Lara es uno de los estados con más centrales azucareros. Sin embargo, estos laboran a un 20% de su capacidad histórica, comentó Pérez Laclé.

Sobre la caña de azúcar, Hopkins estimó que en la zafra 2015-2016 se produjo menos del 25% de lo requerido por la demanda nacional, ya que motivado a la falta de cosechadoras y equipamiento en general, el 30% de la caña sembrada quedó en el suelo.

Recordó que desde 2014 no ingresan al país, de manera formal, repuestos para el equipamiento industrial, por lo cual el 65% del parque de maquinarias se encuentran en estado de obsolescencia.

A esto sumó la especulación del mercado informal de los repuestos, lo que igualmente incrementa sus costos.

Sinceración trae productos baratos

Sobre los precios de mercado y la necesidad de que estos se ajusten a los costos de los productores, lo cual implicaría un incremento quizás rechazado por sectores sociales, Hopkins explicó que las revisiones que solicitan son sobre los costos de los productores e industriales, eslabones formales de la cadena, mientras que con los precios especulativos actuales se beneficia únicamente un sector informal no productivo.

-El precio que pagamos hoy por la comida es especulativo, producto de la caída de la producción. Si  se pagara al productor un precio que le permita seguir trabajando, habría más oferta en el mercado y se acabaría la reventa. Si se sinceran los precios y recupera la producción, el venezolano podrá comer más barato.

Señaló que con el reconocimiento de la estructura de cosos los productores pueden llevar al mercado un  kilogramo de azúcar por alrededor de Bs. 1.000, sin embargo, revendida o importada se paga hasta en Bs. 2.500, a pesar de que el precio regulado nacional es de Bs. 380.

El mismo efecto sobre el precios podría generarse en otros rubros sometidos a control.

El llamado a planificar

Al consultarle a Hopkins si se han tomado las previsiones para los ciclos de 2017, negó que esto haya ocurrido, por lo cual reitera, como vicepresidente de Fedeagro, su exhorto trabajar en equipo, tanto los públicos como los privados.

“Los errores de 2016 ya se cometieron. Nuestro llamado es a que en 2017 evitemos que se repitan, que nos entendamos y busquemos soluciones”, expresó.

Dijo no desconocer que el Estado venezolano presenta una limitación  en su disponibilidad de divisas para apoyar el sector, lo cual aseguró se debe a una “mala administración del boom petrolero”, sin embargo, apuntó que el Ejecutivo puede flexibilizar el control de cambio, a  fin de que los  productores aquieran dólares legalmente e importar sus requerimientos.

Es mayor el gastos

Respecto a declaraciones de representantes del gobierno que hablan de incrementos en la producción y de la cartera crediticia del Banco Agrícola  por 1.184%, Hopkins sostuvo que la actividad en el campo “sólo” ha registrado pérdidas.

Contrastó la cifra del Banco Agrícola al reseñar que el aumento en sus costos ha sido de hasta más de 2.000%, por lo cual dijo que cualquier monto aplicado por la banca pública ha sido insuficiente.

Asimismo,  se preguntó si esos recursos  están siendo destinados a los verdaderos sectores productivos.

A esto sumó que la referida cartera crediticia creció sólo 100% de 2015 a 2016, pero los costos subieron 300% en igual periodo.

Agropatria, por ejemplo, incrementó el precio del Glifosan (herbicida)  de Bs./lt. 150 a Bs./lt. 8.700, lo que representa un alza de más de 500%.  Dijo no comprender la estructura de precios de la estatal, ya que el Glifosato (molécula original) se vende en el mercado  internacional, al detal, en $4,30.

Indicó que el campo venezolano requiere de mayor apoyo crediticio  tanto público como privado, así como abandonar el monopolio del mercado en cabeza del Estado.

FUENTE: EL IMPULSO

02 DE OCTUBRE DE 2016

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