No han pasado demasiados días desde marzo de este año, expresidenta Michelle Bachelet, cuando una comisión asignada por usted anduvo por acá… pero vaya que el Pueblo venezolano ha sufrido en mayor escala la indolencia de un régimen que una parte de la comunidad internacional no termina de retratar como lo que es: una dictadura usurpando el Poder.
Creo que esa palabra, “régimen usurpador”, debería estar entre sus apuntes iniciales de este viaje. Sé que se trata de una etiqueta que muchos han ayudado a esquivar, siempre mediante trampitas ideológicas y tibiezas de la política. Sin embargo, ahora que ha decidido venir hasta este país, que para muchos no es más que un botín petrolero pero que para nosotros es casa, patria y nación, quizás le resulte conveniente saber que muchas cosas han cambiado entre el día de hoy y la visita de aquella Comisión enviada por usted.
Lo advierto porque quizás a usted le corresponda actualizar muchos renglones de aquel informe sobre la situación de Venezuela que presentó ante el Consejo de Derechos Humanos de la ONU. En especial porque también recuerdo que, en aquel momento, usted exigió “que el equipo tenga acceso total e irrestricto, y que no se den represalias contra ninguna persona que se haya entrevistado o haya tratado de entrevistarse con ellos”. Y quizás le toque volver a exigir lo mismo.
En su agenda pública ha quedado establecido que va a reunirse con los principales responsables de esta desgracia. Y seguramente esa reunión tendrá lugar en alguno de los palacios que usurpan acá en Caracas, donde desde hace algunas semanas el régimen intenta mantener un espejismo de normalidad, donde hay agua y electricidad casi siempre y “nadie” se queja.
Quien sepa de su lucha y de su historia política, expresidenta Michelle Bachelet, puede pensar que no es necesario explicarle cómo las dictaduras se esfuerzan en simular normalidades, siempre ajenas a la verdad, mientras mantienen los calabozos llenos de presos políticos torturados y reprimen cualquier intento de protesta que evidencie la crueldad de quienes están a cargo de imprimirle el miedo a cada ciudadano.
Es por eso que intentarán mantenerla en Caracas, pasearla por las fachadas que ya empezaron a pintar y mantenerla ajena a lo que se vive en el estado Zulia, por poner un primer ejemplo, donde son más las horas que pasan sin electricidad que las que tienen el servicio, con una media de temperatura que suele estar por encima de los 32°C y que puede llegar a los 40°C sin ninguna dificultad. Ahí se han perdido electrodomésticos y mucha comida, como es natural que usted intuya, pero también se han perdido vidas.
Hay cifras que lo indican claramente: Zulia, esa región que jamás se ha arrodillado políticamente a la maldad del régimen, ha sido el estado más golpeado por una crisis que tiene en los usurpadores a sus únicos responsables. Y no hay mayor diferencia al infierno que se vive en Guayana, donde la vida no vale nada y las cosas han empezado a tasarse en gramas de oro, como en cualquiera de las más violentas naciones africanas del siglo veinte. Ni a lo que se vive en Oriente, donde las familias no tienen gas para cocinar en el mismo suelo donde ese gas es extraído y enviado a países aliados del régimen usurpador. Ni a lo que se vive en los Llanos, donde no hay qué comer. Ni a lo que se vive en los estados fronterizos, como Táchira, con la gasolina y el paramilitarismo.
Estoy seguro de que el asunto de las regiones es un tema que intentarán evitarle en sus reuniones con el régimen, pero en caso de que lo asuman como un punto de debate, prepárese para la excusa de las sanciones estadounidenses. Se lo dejo por escrito porque en marzo, hace apenas unas semanas, usted se manifestó “sumamente preocupada por la magnitud y la gravedad de la repercusión de la crisis actual sobre los Derechos Humanos, que constituye además un inquietante factor de desestabilización regional”.
Antes de ese informe de marzo, la Comisión que usted lidera no había hecho un informe sobre Venezuela sino en junio de 2018. Hoy lo único que cambia es que esos mismos canallas que viajaron por todos lados negando la Emergencia Humanitaria la van a recibir en sus despachos, dispuestos a mentirle con cifras maquilladas y un parque temático dispuesto para que usted no pregunte por el Hospital infantil J.M. de los Ríos, por la extorsión que sus esbirros le hacen al personal y a los familiares de niños enfermos, ni por lo que sucede en cualquier centro asistencial del país.
Su intención será ocultar la muerte que destilan en cada acción indolente, porque la única verdad aquí es que desde Miraflores están matando a nuestra gente. Y estoy seguro de que la actualización de las cifras de asesinatos que usted ya denunció, llevados a cabo por la policía política de la dictadura, no la obtendrá en los despachos.
En nombre del dolor de los familiares que viven el duelo de estos asesinatos de Estado, haga un esfuerzo por entrar en contacto con las ONG’ s serias. Así también sabrá de las mutilaciones y asesinatos en las zonas mineras, de los secuestros en las fronteras, de los pacientes terminales que mueren al serles negada la atención que en cualquier hospital de la región sería normal.
Actualice y revise de nuevo la lista de los presos políticos, incluyendo a los diputados perseguidos mediante allanamientos inconstitucionales de su inmunidad. Aproveche y pregunte cómo fue ese proceso de allanamiento de inmunidades y cómo funciona esa inconstitucional asamblea constituyente.
Sobre los apagones que sirvieron de marco a la visita de aquella Comisión, a usted van a hacerle creer que todo pasó. Es la dictadura alterando la realidad a conveniencia, algo que usted conoce bien desde el siglo pasado, pero hoy en las regiones el grito de desespero es infinito y doloroso.
También le harán creer que las cifras del éxodo son falsas o que las protestas se han apaciguado, reduciendo su idea de país a las pocas cuadras de Caracas que mantienen bajo su dominio a punta de violencia y miedo. Cada día hay más presos por protestar: el hambre, la gasolina, los servicios, los asesinatos, la corrupción. Son causas que hoy mantienen presos a hombres y mujeres decentes que sólo quieren la vida que merecen tener para sí y para los suyos.
Y si a pesar de todo esto usted cree, expresidenta Bachelet, que las trampas ideológicas se mantienen ahí, en el espejismo de una falsa solidaridad, pregúntese por los grandes temas del pensamiento progresista y averigüe cuál es la posición de los transportistas, las maestras, los campesinos, los pescadores, las madres de familia, las enfermeras, los líderes obreros, los trabajadores públicos, los pensionistas, la clase trabajadora. Sólo entonces le voy a pedir, expresidenta Bachelet, que busque en su memoria los referentes dictatoriales que surjan de su vasta formación política.
Ya con esas ideas en la cabeza, luego de ver si su agenda le permite reunirse con los principales líderes de las fuerzas democráticas que luchan por un cambio político inmediato, luego de evaluar que se tratará de liderazgos amenazados, perseguidos e inhabilitados, déjenos saber a los venezolanos honestos cuál es el dibujo que se lleva de esto que vivimos en una tierra que fue referente de progreso y democracia.
Hágalo pronto.
No se deje seducir por quienes esperan verla bailando encima de los mismos muertos que ellos celebran, mientras se ponen medallitas de hojalata ideológica.
Un país entero cuenta con que su visita no sea el inicio del turismo político estéril, sino una señal de que el cese de la usurpación está cerca y de que pronto la Democracia y la Libertad nos permitirán escoger el mejor destino para esta tierra bendita.
¡Que Dios bendiga a Venezuela! Y a usted que la ilumine, expresidenta Bachelet