La Unidad de Terapia Intensiva Pediátrica (Utip) del hospital J.M. de los Ríos empezó el año con cinco cupos para pacientes. Ahora solo puede atender a dos niños. La falta de personal especializado en cuidados intensivos ha obligado a reducir las camas y a duplicar los turnos. Vietnan Vera, médico que acumula 10 años de trabajo en el recinto hospitalario, lo sabe muy bien.

“En la actualidad somos seis médicos intensivistas, pero cada año somos menos”, lamenta. En este último lustro, estima Vera, entre uno y dos galenos han abandonado el servicio anualmente para buscar mejores oportunidades fuera del país.

Lo que más le preocupa es que cada vez es más reducida la generación de relevo que se forma para ocupar las vacantes que quedan en los hospitales venezolanos. Para este 2018, no entró ningún estudiante al posgrado de Medicina Crítica.

En diciembre de este año se gradúan los únicos seis residentes con los que cuenta el servicio. Medicina Crítica es precisamente una de las especializaciones con menor demanda, según José Ramón Cargía, coordinador de posgrados de la Escuela de Medicina de la Universidad Central de Venezuela.

Para funcionar de forma óptima, Vera estima que la Utip necesitaría contar con, al menos, 15 especialistas y cinco residentes. Los números actuales del servicio están muy lejos de acercarse a la plantilla requerida para atender el total de 11 cupos con los que cuenta la terapia.

Vera no cree que las vacantes se vayan a llenar. Al menos no con el ingreso que devengan los doctores hoy día, que es poco más de sueldo mínimo. “Este año ningún residente concursó. El éxodo es masivo y cada vez vamos a ser menos. Por eso estamos pidiendo que se mejoren los sueldos: para tratar de frenar la diáspora“, afirma.

El principal hospital pediátrico del país se sostiene con menos de la mitad de los médicos que necesita. Las generaciones de relevo, en lugar de reemplazar a los doctores que los formaron, buscan finalizar sus estudios para ejercer fuera de las fronteras y tener las oportunidades que Venezuela no les ofrece.

Hasta 2016 el servicio de Nefrología tuvo ocho médicos especialistas. En poco más de dos años, la plantilla de nefrólogos se redujo a la mitad. A partir de ese momento se agravó el déficit de residentes, hasta el punto de contar con solo dos galenos en formación en la actualidad.

Para no multiplicar las horas de trabajo, el servicio se ha visto en la necesidad de restar los cupos de pacientes. En la hospitalización ya no hay suficiente personal para atender a 10 niños, sino para apenas unos cinco. Lo mismo ocurre en las consultas, en las que eran atendidos entre 50 y 70 infantes a diario.

“Hemos tenido que modificar nuestras dinámicas”, explica Belén Arteaga, jefa del servicio de Nefrología.

Esta misma situación se repite un piso más arriba, donde está Neurocirugía. El servicio solo cuenta con cinco especialistas y Edgar Sotillo, uno de los médicos adjuntos, estima que el área debería contar con otros cinco más.

“Deberíamos hacer guardias cada 10 días y estamos haciéndolas cada cinco. Hasta hace dos años éramos siete especialistas, pero dos se fueron del país: uno a Brasil y el otro a Colombia. Hemos tenido que incrementar nuestras horas de trabajo“, afirma.

Con información de Efecto Cocuyo.

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