Los almuerzos de los comedores universitarios no satisfacen las necesidades calóricas que demandan los jóvenes que poblan los campus de la capital. Muchos añoran las porciones servidas años atrás, que se han visto afectadas por las medidas presupuestarias y convenios firmados con el Ministerio de Educación Universitaria, Ciencia y Tecnología debido a la crisis que atraviesa el país. En este recorrido por las casas de estudio más importantes de la ciudad caraqueña, El Estímulo pudo constatar el escenario que afecta por igual a la mayoría de dichas instituciones
El venezolano promedio consume 2.300 calorías diarias, de acuerdo a la nutricionista Marianella Herrera, miembro de la Fundación Bengoa y del Cendes. “Lo que comen actualmente muchos estudiantes es alarmante, no llegan al requerimiento mínimo de almuerzo, que debería ser de 700 kilocalorías”. El rendimiento académico exige una alimentación balanceada y generosa. Una mala dieta por tiempo prolongado tendrá como resultado “una perdida de peso, anemia y fatiga. Todo dependerá de la persona y cómo se vea afectada. Sin embargo la regla es que rendirás mucho menos en el trabajo intelectual, porque el cerebro es uno de los órganos que más esfuerzo y energía consume”, afirma la experta.
Muchos de los que asisten al comedor universitario lo hacen por necesidad. Aquellos provenientes del interior son los que más afectados se ven, porque deben rebuscarse con lo poco que tienen entre una residencia o una habitación estudiantil y la comida. La realidad económica del país se ve reflejada en los presupuestos absurdos que asigna el gobierno a las administraciones universitarias de Caracas, que se han visto en la obligación de “recortar” las porciones.
A falta de calorías, ganas de estudiar
La Universidad Simón Bolívar (USB) en su sede en Sartenejas, se ha destacado por tener unos de los mejores comedores en comparación al resto de los recintos académicos de la capital. A la fecha, este honor decae entre paredes brillantes que reflejan la falta de nutrientes que antes abundaban.
La situación cambió desde abril del año pasado (2016) cuando la universidad y el Ministerio llegaron a un convenio cárnico para sopesar la falta de presupuesto que se administraba.
Al inicio parecía una buena noticia, ya que la universidad solo debería encargarse de administrar el resto del presupuesto en alimentos acompañantes a la proteína (como arroz, sopas o jugos) sin embargo, la situación se agudizó y el ministerio no ha cumplido su parte correspondiente, por lo que tanto el convenio cárnico, como la actualización del presupuesto por la inflación que atraviesa el país “se ha quedado chiquito” para la cantidad de estudiantes del plantel que esperan disfrutar de este servicio.
Luisa Solares nutricionista del departamento de alimentación de la USB, explica que los comedores están organizados con administraciones mixtras, “es decir, nosotros contratamos empresas que se encargan de prestar el servicio de comida, nosotros solo debemos administrar el dinero que nos otorga el Ministerio”. Estas empresas antes del convenio cárnico con el Ministerio, se encargaban también de despachar la carne, pero “ahora estamos más controlados que nunca, ya que dependemos de la carne y el presupuesto del Ministerio para el resto de la comida, que por supuesto, no es suficiente”, explica la nutricionista.
Actualmente el Ministerio solo entrega 1.750 Bs por cada bandeja. Con esta plata que recibe el comedor, las opciones de comida son mínimas, por lo que “se resuelven con una sopa que contenga algunos tubérculos y que esté aliñada” y según los cálculos del departamento de administración, una bandeja ideal para el almuerzo estudiantil cuesta 7.294,72 Bs, incluido con el convenio cárnico, es decir, con la proteína.
“Si a esto le sumas que el convenio no cumple con proveernos de la carne te das cuenta que la situación es crítica, porque los estudiantes durante el almuerzo, solo perciben 250 Kcal, cuando la meta es de 968.”, afirma.
El viernes 22, después de cuatro meses de espera, la carne del convenio llegó a los comedores de la universidad, pero incluso con esa carne, no llegan a la meta calórica que antes disfrutaban, “con esa carne y los 1.750 Bs lo que logramos dar es una bandeja con arroz y carne molida, por ejemplo”.
Con esas dos porciones referenciales, la nutricionista asegura que apenas llegan a satisfacer entre 350 y 400 Kcal de las 968 que requieren, “no están completas las calorías pero al menos pasamos el 60% del requerimiento diario”.
La dinámica interna de los comedores también ha mutado, Gabriel Valdéz, presidente adjunto de la Federación Estudiantil explica que anteriormente el gremio estudiantil, administrativo y obrero disfrutaban del mismo plato, “pero la carne del convenio solo se despacha a los estudiantes, por lo que ha habido una segregación que destruye el espíritu del comedor”. Asimismo, los estudiantes han tenido que optar por traer comida desde sus casas o residencias para compensar la falta de comida que ofrece el comedor, y la mayoría asiste con envases para complementar esa comida y “aguantar un poco más”.
El desayuno y la cena padecen las mismas deficiencias. Nathalie Vivas, secretaria de servicios de la federación, cuenta que “solo comemos una galleta de soda y café por la mañana. Pasamos de comer empanadas y arepas, con jugo, café, a comer solo eso. Lo mismo sucedió con el almuerzo y la cena”. Afirma que el desayuno pasó de contar con 600 a 150 calorías.
De esta realidad no se escapan las universidades cotuteladas por el Ministerio de Educación Universitaria, tal como la Universidad Nacional Experimental de las Artes (Unearte) que fue fundada dentro de las líneas estratégicas del Proyecto Nacional Simón Bolívar como parte de un programa gubernamental. El Ministerio, a pesar de ser el surtidor principal del presupuesto y administración para el comedor de este plantel, tampoco da respuesta sobre las necesidades requeridas por el estudiantado.
“El comedor no abre desde que iniciamos clases, supuestamente por remodelación”, comentan estudiantes de esa universidad.
Mariana Delgado estudiante de danza, expresa que desde la caída de los servicios del comedor en 2015, intentaron crear un concejo estudiantil que hasta hoy no recibe aprobación por parte del rectorado y denuncia que “han hecho de todo por mejorar no solo el servicio del comedor, sino las instalaciones de la universidad que se encuentran en gran deterioro”.
Lo que sucede en este plantel no es muy distinto al resto de los ejemplos. “Antes teníamos hasta un menú para los estudiantes de expresión corporal como danza, que requerimos unas cantidades calóricas más elevadas por el desgaste físico. Hoy eso no sucede” recuerda Delgado, de 21 años.
No solo se han quedado sin ese beneficio, el resto del gremio se ha tenido que ajustar a las nuevas porciones que ofrecen en el comedor y que antes, eran impensables.
“Antes podíamos comer granos, jugos, fruta, carbohidratos y diferentes carnes. Ahora solo recibimos dos porciones, una de carbohidratos y otra de carne y gran parte del tiempo solo nos dan sopa, con puros huesos” afirman varios de los estudiantes de danza.
Hace tres años que la Unearte experimenta el desajuste del comedor así como de su servicio “no hay cubiertos y el programa que tienen para que los estudiantes pasen sus carnets es muy lento, por lo que cuando hay comida es horrible porque las colas son largísimas”, afirma Carmen Oropeza, estudiante de danza de 18 años. “Supuestamente este lunes abre, vamos a ver qué tal”, comenta Francis Fermin, estudiante de 23 años.
Un menú irregular
Una plato de sopa, una ensalada de lechuga, tomate y pepino, acompañado de una naranja y una vaso de jugo de lechosa. Ese fue el menú que la Universidad Bolivariana ofreció a sus estudiantes el pasado miércoles 20 de septiembre.
El patrón de las colas se repite dentro de la institución universitaria, ubicada en Los Chaguaramos: la fila se empieza a hacer desde temprano, mucho antes de la hora del almuerzo. Ya a las 10:30 de la mañana la gente se acostumbra a ordenar, una tras otra, para poder entrar al lugar que abre sus puertas unos cuantos minutos después del mediodía
Luego de que el reloj marque las 12 y que los presentes en la cola canten por completo el himno nacional, entran al comedor, donde los recibe el rostro del fallecido presidente y la advertencia de “Aquí no se habla mal de Chávez”. Los trabajadores del Ministerio de Comunicación e Información también comen ahí, incluso pasan al recinto antes que los demás. Eso sí: sin carnet, nadie entra.
Al pasar al comedor, las personas son distribuidas en dos filas y cada quien agarra su bandeja, donde a cada quien le sirven una porción. El menú de ese día fue una ensalada de vegetales y sopa de res, que contenía pedazos de lo que parecían ser ocumo o ñame. “Ponme algo de sólido”, le comentó una mujer al cocinero pero él no pareció escucharla. El jugo de lechosa ya estaba servido y un trabajador se encargó de repartir las naranjas.
Los estudiantes tienen que llevar sus propios cubiertos, puesto que en el comedor hace tiempo que no los ofrecen. Los dejaron de dar porque aquí siempre se los robaban”, manifestó un joven en la cola. Entre los mismos alumnos se alternan la utilización de los cubiertos. Son objetos de valor, nadie los bota: se prestan o se guardan para otro día.
Asimismo, alumnos no se preguntan por la procedencia de los alimentos. “Hace mucho que dejé de preocuparme por esas cosas”, dijo una joven. Además, las pequeñas porciones no alcanzan para llenar los estómagos vacíos de los estudiantes. “Antes daban más comida, pero ahora aquí se la roban”, expresó a El Estímulo una estudiante en condición de anonimato
La cursante de tercer semestre de Comunicación Social aseguró que en el comedor de la Universidad Bolivariana hay irregularidades, “pero aquí todo el mundo se queda callado”. “Yo soy chavista y madurista, pero eso no quiere decir que no vea las cosas. Una vez llegó un camión de carne y en toda la semana no hubo comida. Aquí todo está chueco”, explicó.
Sin embargo, para otros la comida que dan en el comedor son una buena opción. “Mucha gente se queja, pero a mí me parece buena la comida. No puedo traerla desde mi casa, así que aquí es donde almuerzo”, afirmó una joven.
Mejor poco que nada
La cola del comedor de la Universidad Nacional Experimental Politécnica de la Fuerza Armada (Unefa), ubicada en Chuao al este de Caracas, se hace desde las 9 de la mañana. Pero no todos los alumnos logran comer en el recinto porque la comida no siempre alcanza. Desde temprano son repartidos 150 números a los que lleguen primero, quienes aseguran su porción del día. El resto llena su estómago solo si la suerte está de su lado: hacen la cola y van pasando hasta que se acaben las raciones.
La comida no es la mejor. “A veces sabe fea”, dijo sin dudar Dailyn Escobar. La estudiante de Ingeniería Civil explicó que los alimentos muchas veces no tienen sal, están duros o no son bien cocinados. Para ella, los jugos y las sopas nunca son la opción. “Los jugos son la burla: son de piña pero saben a naranja. Y la sopa es horrible, no la tomamos”.
El menú del jueves 21 de septiembre fue carne guisada, arroz, tostones y jugo de melón. Solo son entregadas las bandejas luego de que los alumnos anoten su nombre y cédula de identidad en unas listas. Aquí, al igual que en la Universidad Bolivariana, tampoco hay cubiertos.
Las raciones son poquitas, se quejan algunos estudiantes. Diana Rodríguez contó a El Estímulo que hace unos años repartían pollo, chuleta y hasta granos. Ahora el menú no varía mucho, siempre sirven carnes y sopas.
Muchos resuelven el almuerzo con lo que cocinan en sus casas, como es el caso de Escobar, quien se llevó caraotas y arroz para completar su porción. “Primero vemos si la comida está bien. Si no, a veces hasta pasamos todo el día sin comer”.
El comedor de la Unefa también ofrece el servicio para calentar los alimentos, una cola que es más larga que la del comedor. Hay cinco microondas, de los cuales solo funcionan tres. “Yo ya ni siquiera caliento mi comida. Porque si no, pierdo todo mi día”, manifestó resignada Dailyn Escobar.
Un servicio en deuda
Unos tablones de madera colocados en las puertas de vidrios del comedor de la Universidad Central de Venezuela (UCV) dan un mensaje muy claro: el sitio está cerrado. La clausura temporal del servicio corresponde a una serie de inconvenientes en los equipos de la cocina de dicha casa de estudios.
Alfredo García, presidente adjunto de la Federación de Centros Universitarios (FCU) de la UCV, explicó a El Estímulo que el comedor no presta servicio desde finales del año pasado debido a fallas con una de las calderas, elemento fundamental para la preparación de los alimentos. Una de ellas ya fue reparada entre abril y agosto de este año y la otra está dañada desde hace muchísimos años y, al parecer, no tiene arreglo.
Si no fuera suficiente, a principio de 2017 uno de los tanques de gasoil que surte de combustible a las calderas, se descompuso. Desde el departamento de Secretaría de la UCV consiguieron la reposición del tanque, gracias a una donación.
Estaba previsto que el comedor comenzara a operar a mediados de septiembre, coincidiendo con el inicio de las clases. Sin embargo, una de las chimeneas de la cocina se derrumbó producto de las fuertes lluvias, lo que impidió que fuese abierto el servicio a los estudiantes. García aseguró que no cuentan con una chimenea nueva, por lo que esperan la próxima sesión del Consejo Universitario para solicitar la reparación o sustitución del equipo.
El representante estudiantil indicó que, junto a la supervisación del departamento de nutrición del comedor, se estudia la posibilidad de ofrecer un servicio de contigencia a los estudiantes, el cual consistiría en un desayuno o almuerzo con alimentos sin cocción, como sandwiches o bollitos, para “brindar algún tipo de insumo calórico al día mientras se repara la chimenea”.
García, quien hace vida en la universidad desde hace cuatro años, afirmó que anteriormente la comida del comedor “tenía mejor calidad a la que presentaba en las últimas semanas antes de que dejara de funcionar”. Explicó que antes se ofrecía desayuno (a las 6 am), almuerzo (de 12 pm a 2 pm) y cena (5 pm) debido a los diferentes horarios de clases que tenían en la UCV.
El desayuno consistía en avena, bebida caliente, arepas con una lonja de queso o jamón o bollitos. El menú del almuerzo era carne guisada con arroz, pasta o frijoles. Mientras que en la cena eran repartidas las raciones sobrantes del mediodía o alimentos más ligeros. En las últimas semanas de servicio, antes de que el comedor fuese cerrado, solo ofrecían desayunos y almuerzos. “No es el servicio que nosotros aspiraríamos tener. El Gobierno nacional es el principal responsable que desde hace ocho años no brinda el presupuesto completo para el mejoramiento del comedor”, dijo García.
El estudiante universitario manifestó que el presupuesto asignado por el Gobierno a la universidad ha sido reducido y las necesidades de la casa de estudios no son “tomadas en cuenta”. “El comedor de la UCV no escapa a la crisis del país y de las universidades, y en los últimos ocho años no ha sido importante para el Gobierno, quien hace grandes inversiones en propaganda electoral y de progobierno”, insistió.
La falta de atención por parte del Gobierno a un servicio del que se ven beneficiados alrededor de 10 mil estudiantes, García lo contempla como una violación de los derechos de universitarios. “Es un derecho que nos están arrebatando, no es un regalo del Estado ni de las autoridades. El comedor es un derecho garantizado en la autonomía universitaria y que hemos ganado y obtenido a través de las diferentes gestiones de representación estudiantil. Nos arrebatan este derecho en uno de los peores momentos de la nación”, sentenció el estudiante.
Señaló que muchos de los jóvenes de “la casa que vence las sombras” ven el comedor universitario como un lugar donde pueden obtener la mayoría de sus alimentos diarios. “Que los estudiantes no puedan tener ese servicio afecta no solo la vida académica, sino que atenta contra su vida”.
“La negligencia del Gobierno no solo es una irresponsabilidad. Es una muestra más que al Gobierno no le interesa la universidad ni los universitarios”, denunció el presidente adjunto de la FCU.
Fuente: El Estímulo
Fecha: 26 de septiembre de 2017