Inés Guzmán organiza todas las semanas un corto viaje para hacer mercado. Se traslada de Puerto Ordaz a San Félix para estirar el dinero o administrarlo mejor, con los criterios que aprendió al estudiar administración de empresas. Nadie mejor que ella para saber las pautas a tomar cuando se vive en economías hiperinflacionarias que no discriminan.
Con esos criterios, hace la cola de un pequeño local del mercado de San Félix para comprar queso y huevo, dos de los productos que más aumentaron en enero de acuerdo con el reporte de la canasta alimentaria del Centro de Documentación y Análisis Social de la Federación Venezolana de Maestros (Cendas – FVM) que ubicó la cesta de alimentos en 621.106,98 bolívares.
Ella es una de las miles de amas de casa que sacan cuentas como contadoras para rendir los ingresos, en un país donde los precios suben a diario. “La semana pasada los huevos estaban en Bs. 7.500 y hoy están en Bs. 8.400, lo mismo pasa con el queso, todas las semanas hay aumentos de 600 bolívares en adelante”, sostiene Guzmán, quien apunta que han tenido que reducir la ingesta de quesos y huevos, una merma que, está segura, afecta la alimentación en casa.
La inflación toca todo. Se expande sin remedio. Y no es solo en rubros como la carne, el pollo y los pescados, sino en el alimento para la merienda diaria, que bien puede estar representado en la leche, los quesos y los huevos, alimentos muy completos y de fácil consumo que contienen proteínas, grasas y azúcares.
El queso blanco, regulado en Bs. 38,35 el kilo, se consigue hasta en Bs. 8.400; mientras que el cartón de huevos, controlado en Bs. 420, ronda el mismo valor. Ni hablar de la leche. La escasez de este producto ha disparado su precio en el mercado informal, en donde supera los 20 mil bolívares, el equivalente a la mitad de un salario mínimo. La variación descontrolada ha hecho que la diferencia de precios entre Puerto Ordaz y San Félix, al menos en estos rubros, sea insignificante.
Mientras Guzmán ejercita la práctica de estirar el dinero, Inés León, una ama de casa residenciada en la UD-103, San Félix, celebra que al salir al mercado con 36 mil bolívares en el bolsillo, le quedaron al menos 100 bolívares para el pasaje de vuelta a casa. “Tengo que reunir para hacer el mercadito, pero no nos alimentamos bien, esta vez me faltó para el pescado”, apunta.
León forma parte del 93,3% de los hogares venezolanos en los que prevalece la inseguridad alimentaria, porque el ingreso no alcanza para comprar alimentos, de acuerdo con el más reciente informe de la Encuesta sobre Condiciones de Vida en Venezuela (Encovi).
“La gente no tiene para comer”
Los vendedores son los primeros analistas de la pérdida del poder adquisitivo del venezolano. Lo resienten en la caída de las ventas y las quejas diarias. “He tenido que vender embutidos de a mil bolívares, que son tres lonjas, porque la gente no tiene para comer y uno tiene que entender”, asegura Julieta Arango, comerciante del mercado de San Félix y aferrada confesa al negocio que, por ahora, es el sustento del hogar.
Los insistentes aumentos de precios, asegura la vendedora Petra González, son semana a semana. “Si uno vendía 40 kilos, ahora son 10 y hay que comprar menos porque uno se queda con la mercancía varada. Las ventas están por el suelo”, expresa.
Los comerciantes coinciden en que lo que más se vende es mortadela, huevos y queso blanco, pues los precios de los pasteurizados, jamones y salchichones se fueron al cielo.
La más barata de las mortadelas cuesta Bs. 7 mil, mientras que el jamón ronda los Bs. 18 mil. “Los embutidos siguen siendo una opción pero todo está muy caro y la gente tiene que rendir el dinero”, agrega Wilmer Díaz.
El pequeño comerciante sostiene que ni ellos entienden la variación sostenida de los precios. “El cartón de huevos costaba hace una semana Bs. 6 mil y ahora está llegando a Bs. 10 mil, ¿de qué vale invertir lo que ganaste? Eso es prácticamente lo que estamos haciendo, invertir la ganancia y el capital”, explica.
“Las mortadelas costaban 4.500 bolívares al mayor y ahora están en 6 mil bolívares, todo sube a la semana”, coincide Zulymar Gómez, otra charcutera del centro de compras.
“Y no se puede vender más caro, porque sencillamente no se vende”, agrega Arango, quien asegura que desde noviembre de 2016 dejó de hacer pedidos de jamones por el repunte. “Antes vendía una caja de jamón de pavo semanal, ahora demoro 15 días para vender una sola pieza”, señala la mujer, detrás del mostrador.
A las bajas ventas se suman las dificultades para conseguir la mercancía, como le ocurre a los siete queseros del Paseo Caroní, en Puerto Ordaz, que se organizan para contratar un vehículo y buscar los quesos artesanales a Upata, en el municipio Piar. “El proveedor dice que la venta ya no le da para comprar cauchos. Los del queso duro de El Manteco y El Palmar sí lo traen, hasta ahora”, comenta Carlos Rosales, vendedor de quesos en el Paseo Caroní.
Pobreza de ingreso inalterable
La última Encovi muestra que la pobreza evolucionó de 48,4% en 2014 a 81,8% en 2016, con un repunte de cinco puntos en la pobreza crónica. Los hogares pobres son aquellos cuyo ingreso es menor al costo de la canasta básica, define el Instituto Nacional de Estadística (INE), que no actualiza la variación del indicador desde el primer semestre del 2015.
La Encovi puntualiza que por los datos de la pobreza, Venezuela carece de una política social que contenga el paso de pobreza coyuntural a estructural. “No tenemos programas sociales para impedir la adecuación negativa de los hogares a la crisis de ingreso”, señalan y consideran que este año se mantendrán los niveles de pobreza de ingreso y seguirá aumentando la pobreza estructural.
Fuente: Correo del Caroní
Fecha: 03 de marzo de 2017