Las elecciones regionales del 15 de octubre y las municipales a realizarse el 10 de diciembre, además de restar nueve días al calendario escolar, dejan otras secuelas en el primer lapso del año escolar 2017-2018.
Nancy Hernández, presidenta de Fenasopadres, explicó que en un día de clases se imparten al menos cuatro objetivos en diferentes materias lo que significa que los alumnos dejarán de ver como mínimo 36 objetivos en los nueve días de interrupción de actividades por ambos procesos electorales.
A esto se suman otros factores: que las clases no arrancaron el primer día hábil de la segunda quincena de septiembre, como establece la ley, sino dos semanas después; el ausentismo por las deficiencias del programa de alimentación, fallas en servicios básicos o de infraestructura, ausentismo docente e inseguridad.
En la escuela básica nacional Carlos Delgado Chalbaud, ubicada en la parroquia Coche, las clases ni siquiera han comenzado por un proceso de remodelación que comenzó tarde y avanza lento. Mientras tanto 1.154 estudiantes ya perdieron un lapso completo.
«Un día perdido es irrecuperable. Los muchachos están perdiendo la capacidad de ver y vivir el hecho educativo con el docente y sus compañeros. Con cada proceso electoral se interrumpe la formación y la consolidación de los hábitos de estudio y esto no se recupera con guías ni trabajos para la casa», asegura Hernández.
Lisbeth Montilla, representante de un niño en una escuela básica nacional en San Antonio de los Altos, se queja por la acumulación de trabajos asignados para las últimas dos semanas de noviembre.
«El cierre de proyecto del primer lapso era el 8 de diciembre pero por las elecciones se tuvo que adelantar para el 29 de noviembre. Fue bastante forzado para los niños pues los atiborraron de trabajos, tienen menos tiempo de asimilar los contenidos y la actividad en el aula se redujo porque tuvieron que recortar contenidos».
El Ministerio de Educación no ha dado indicaciones a los directores sobre cómo recuperar los días perdidos. Tampoco lo hizo el año escolar pasado, que terminó súbitamente el 14 de julio para que el Plan República tomara las escuelas por la realización de las elecciones de la Asamblea Nacional Constituyente el 31 de julio. En ese momento se perdieron dos semanas de actividades.
Reforma curricular
En la UE Colegio San Francisco de Sales, tomaron la decisión de dividir el año escolar en dos lapsos en lugar de los tres tradicionales, una acción consultada y aprobada por el supervisor del circuito educativo.
«Para el momento que acordamos esto, desconocíamos que se realizarían las elecciones municipales. Lo hicimos porque estábamos adaptándonos a la reforma curricular y esto hizo que arrancáramos el año un poco tarde», explicó Tania Barrios, directora del plantel, para quien es necesario que los estudiantes tengan la menor cantidad de tropiezos durante el año.
Aunque no se queja de la transformación curricular, desaprueba la falta de organización y que no se haya preparado a tiempo al personal docente. «Fue necesario planificar por áreas para que los contenidos no chocaran».
Está previsto que las actividades se reinicien el 12 de diciembre, pero en los planteles asumen que para esa fecha pocos alumnos se reincorporen, pues las actividades académicas ya habrán culminado.
En el San Francisco de Sales los días 12, 13 y 14 será la Copa Navidad (actividades deportivas y recreativas), el 16 celebrarán la misa de aguinaldo con patinata y el 17 habrá un parrandón navideño. «Queremos que no todo sean problemas, que los muchachos disfruten esta época del año. Buscamos darle tranquilidad a los estudiantes en vez de generar angustia porque ya hay mucha angustia en la calle», dijo Barrios.
Para Luisa Pernalete, docente de Fe y Alegría, «este desorden de suspensiones no ayuda para nada. El mensaje que se le da a los chicos es que ‘un día de clases no importa’, o peor, ‘el derecho a participar en elecciones es más importante que el derecho a la educación'».
Agrega que la formación de hábitos es necesaria, y requiere de cierta rutina. Otra arista del problema, explica la docente, es la falta de hogares de cuidado diario o de lugares en donde los niños puedan quedarse protegidos pues sus padres deben trabajar. Y en el caso de los adolescentes, los espera la calle, con todos sus riesgos.
Publicado por El Universal
04/12/2017