Fogueado en la dinámica política desde sus tiempos de estudiante y luego en la gestión de Carlos Ocariz en la Alcaldía de Sucre, hoy «Chola» es el candidato de la unidad para ese municipio. Es un espacio urbano que conoce bien y para el que tiene propuestas, aunque en caso de ganar el 21 de noviembre heredaría un cúmulo importante de problemas.

El Estímulo 

Andrés “Chola” Schloeter es maracucho por nacimiento, pero petareño por elección. Su apellido -Schloeter- proveniente de la inmigración alemana en el Zulia, no es tan conocido como “Chola”, un apodo que le pusieron cuando era pequeño y que resulta más cercano para la gente. Desde el 4 de agosto, Chola es el candidato único de la oposición para competir con José Vicente Rangel Ávalos por la Alcaldía del Municipio Sucre, en el estado Miranda.

Que sus padres llegaran a Caracas cuando él apenas tenía pocos meses de nacido, no le impidió crecer muy cerca de su abuelo materno, Fernando Chumaceiro, el primer alcalde electo de Maracaibo. Un aspecto de su vida que lo llevó a conocer tempranamente la función e importancia de la política local, en medio de un contexto histórico decisivo: el de la descentralización del poder impulsada por Carlos Andrés Pérez en 1989.

En 2007, cuando estudiaba Economía en la Universidad Católica Andrés Bello (UCAB), fue parte de la generación estudiantil que le hizo frente a la pretensión autocrática de Hugo Chávez con la reforma constitucional y el cierre de Radio Caracas Televisión (RCTV). Así empezó Andrés Schloeter a participar en los tumbos de la política nacional, mientras hacía sus pasantías en la Alcaldía de Chacao, entonces en manos de Leopoldo López.

Las elecciones regionales de 2008 lo llevaron a estar cerca de Carlos Ocariz, quien despuntaba como candidato a la Alcaldía de Sucre. Ese fue su primer contacto con Petare. Un contacto que, a partir de entonces, no se perdería. Codo a codo con Ocariz, fue funcionario de su despacho y alcanzó a ser concejal entre 2013 y 2018, cuando tuvo que acompañar a José Vicente Rangel Ávalos que estaba de regreso en el Municipio Sucre.

“Me tocó pasar de ser un concejal de la gestión de Ocariz a ser un concejal de oposición a la gestión de José Vicente. Lo acompañé durante un año, con mucho respeto, a pesar de que no era de nuestro agrado. Cumplíamos con nuestro rol en aras de que el Municipio Sucre estuviera bien. Si teníamos que aprobar un crédito, lo hacíamos, pero si teníamos que levantar la voz ante cualquier atropello o injusticia, también lo hacíamos”.

—Sucre es un municipio de muchos contrastes. ¿Cuáles son las acciones básicas que ejecutará en caso de que llegue a la Alcaldía? Habla de recuperar Sucre, ¿qué significa eso aparte de volver al poder?

—Hoy el Municipio Sucre está completamente abandonado. Lo podemos ver en los servicios públicos y en cada una de las cosas que tienen que ver con la calidad de vida de nosotros como vecinos. Es el tema del agua, del gas, de los cortes eléctricos, del transporte que es insuficiente. La policía de Sucre que fue la primera policía municipal del país, por su prestigio, hoy apenas cuenta con tres patrullas operativas. Hoy los vecinos ven a un policía y casi que le temen más que a un malandro, porque las alcabalas se han convertido en una fuente de atropello.

Cuando hablamos de recuperar al Municipio Sucre es justamente recuperarlo de esa situación de abandono que ahorita existe. Creemos que la mejor manera de hacerlo es con una gestión que esté muy presente, en la calle con la gente. Necesitamos una Alcaldía que sea visible. Un alcalde que ponga la cara, su rostro. José Vicente es prácticamente inexistente ante los problemas. Nosotros, ciertamente no vamos a tener una varita mágica para llegar y el 21 de noviembre resolver todo, porque hace falta mucho esfuerzo para eso, pero creemos que una alianza entre el sector privado, el sector público y los vecinos pudiera ir resolviendo poco a poco cada uno de ellos, con especial énfasis en el tema de la seguridad y del agua.

—Con la llegada de José Vicente Rangel Ávalos la delincuencia organizada tomó fuerza en Petare. Y para muestra los enfrentamientos del año pasado. ¿Tiene pensado resolver eso? ¿Cómo atenderá lo que representa Wilexis, por ejemplo?

—Ese es un ejemplo muy claro de qué tan errados están los que dicen que no tiene sentido participar en esta elección. Esa es la diferencia que ha habido en los municipios donde los alcaldes han promovido, lamentablemente, esas mal llamadas “zonas de paz”, porque son todo menos zonas de paz. Lo que hicieron fue entregarle el poder a una mega banda de delincuentes. ¿Cuál es la diferencia entre un barrio en Petare y un barrio en el oeste de la ciudad? No hay grandes diferencias: es la misma infraestructura, la misma cultura, habitantes parecidos. Pero, ¿por qué en la Cota 905 crecieron bandas delincuenciales que azotaron a la población y en Petare esto no ocurría? Precisamente, porque en Petare había un muro de contención, había un alcalde que no creía en eso, pero que sí creía en que la policía municipal debía enfrentar al hampa. Desde que llegó José Vicente es que existe esa banda, porque antes no existía.

Ciertamente, en el pasado hubo delincuencia, pero jamás una mega banda con el poder de fuego que esta ha demostrado tener. A mí me pasó: estuve cerca del Colegio Jesús Maestro de Fe y Alegría, en la zona 10 del barrio José Félix Ribas, con dos fotógrafas francesas que estaban haciendo un reportaje, y de repente nos rodearon como 10 personas armadas con ametralladoras y radios. Algo que nunca me había pasado en Petare. Había visto la violencia de cerca, pero nunca me había pasado que un delincuente me tratara como que si él fuera el policía del lugar. Me interrogaron, les pidieron las cámaras a las fotógrafas. Nosotros nos identificamos como personas que estábamos trabajando en un comedor popular en ese colegio, y muchos de ellos conocían esa iniciativa y la respaldaban. Ese fue nuestro pase de salida, pero para mí fue sumamente desagradable. Ese día dije que teníamos que cambiar eso. No es posible que, desde el poder, desde la gestión municipal, se promuevan estas zonas de terror. Una de las cosas que queremos es buscarle una solución a ese conflicto armado.

—¿Y tiene algún plan específico para resolverlo?

—Creo que la policía municipal tiene que tener más presencia en las comunidades populares de Petare. Hoy la policía municipal brilla por su ausencia. Zonas como José Félix Ribas son prácticamente prohibidas para ellos. A raíz de lo que pasó en la Cota 905 esa situación bajó un poco, no hemos vuelto a ver un escándalo como el que pasó el año pasado. No puede haber lugares en el Municipio donde la policía tenga prohibido estar, donde exista un mandato directo de que son los delincuentes los que tienen el control de la zona.

El tema de la seguridad pasa por muchas cosas: desde el fomento de espacios públicos y deportivos hasta la generación de oportunidades. Pero también pasa por recuperar la dignidad del funcionario público y del funcionario policial. Que puedan vestir su uniforme con orgullo. Que podamos llegar a una mejor dotación de herramientas para que puedan hacer un mejor trabajo, de patrullas, de uniformes. Cada una de las herramientas que necesitan para que vuelvan a darle seguridad a los vecinos. He hablado con algunos de ellos y lo que hace falta es voluntad política y disciplina. Muchos se compran hasta sus propios uniformes, por eso es una práctica común que ellos salgan y se rebusquen en las calles del Municipio. Entonces, sí, los problemas que hoy tenemos con esa institución son por falta de voluntad política del alcalde.

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Con información de El Estímulo

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