En los países industrializados, cuando una persona tiene pérdida del poder adquisitivo, es decir, descenso del poder de compra, la única forma de hacerle frente a sus gastos es con la búsqueda de un empleo de medio tiempo. Lo obtenido por su trabajo fijo unido a la nueva fuente de ingreso le proporcionará al afectado la estabilidad.

Sin embargo, el economista Aníbal Peña Javitt asegura que en Venezuela la pérdida del poder adquisitivo se agrava a medida que incrementa la inflación, (la cual posiblemente supere el 1.000 %, según el especialista, en este año), ocasionada principalmente por la emisión de dinero inorgánico en la Casa de la Moneda en Maracay y la falta de producción.

Peña indica que el rebusque de la clase media es el uso de las tarjetas de crédito. Sin embargo, su utilización excesiva se traduce en una deuda acumulativa. “Personas de la clase media en su mayoría utilizan las tarjetas de crédito para comprar medicinas y alimentos y cancelan mensualmente el pago mínimo, lo cual es un grave error porque acumula el interés en la banca”.

Por otro lado, Peña recalcó que la clase media baja, para hacerle frente a la pérdida de poder adquisitivo, se unió a una actividad económica que se llama “ el bachaqueo”, ya que les da ingresos suficientes, pero perjudica de manera significativa a la masa profesional que devengan en su mayoría salario mínimo.

Es importante destacar que en un recorrido realizado por periodistas de EL IMPULSO se observó que en los últimos meses se han generado nuevos oficios en los cuales participan amas de casa que nunca han trabajado, pero necesitan un ingreso adicional para su hogar, adultos de la tercera edad que tan solo sobreviven con la pensión, trabajadores de la economía informal y cientos de perjudicados que perdieron sus empleos ante el quiebre de empresas y reducción de personal.

Como ejemplo de esto, Jesús Morán a sus 56 años de edad, y al momento que fue despedido de la planta donde trabajaba, se dedicó a limpiar calles y vender bombonas de gas de casa en casa. Asegura que cobra a diario, todo el dinero se le va en comida, pero ni siquiera es suficiente porque tan solo se logra alimentar dos veces al día. Cada mañana Morán sale de su casa, con el cansancio que le ha dejado largos años de trabajo, a caminar bajo el sol y visitar casa por casa en la parroquia Juan de Villegas en búsqueda de vender sus bombonas y sobrevivir un día más.

En tanto, María Guadalupe se dedica a limpiar la casa de sus vecinas y amigas y lo único que cobra es un plato de comida. “Cuando puedo compro productos regulados y los revendo y con eso me gano algo de platica, pero por ahora lo que más me resulta es limpiar hogares y que me paguen así sea con un plato de sopa”, expresó la señora de 48 años de edad.

A simple vista los más afectados serían las personas de escasos recursos, pero inclusive quienes años anteriores tenían buenas ganancias con sus empresas y negocios deben buscar maneras de rebuscarse. José Peña era productor de unos sembradíos de caraota, negocio que abandonó luego de que supuestamente unos funcionarios de la Guardia Nacional trataron de robarle su mercancía. Con el dinero obtenido, compró un camión para transportar hortalizas, pero ya se encuentra paralizado por la falta de repuestos. A la fecha convirtió el estacionamiento de su casa en un taller y con esos ingresos logra mantener a su familia.

“Eso es mentira que los comerciantes estamos bien. Aquí estamos apostándole todo a nuestro negocio luego de haber perdido el resto. En mis tiempos libres tengo que dedicarme a otras actividades porque simplemente el dinero no me alcanzó ni para comprarle ropa nueva a mis hijos en estas navidades”.

En efecto, Peña subrayó que aunque un venezolano tenga los bolsillos llenos, hoy día no significa nada, dado que cada día el dinero pierde más valor y tener dinero tampoco es garantía de obtener productos, a causa de la escasez.

“Algunos buscan ingresos adicionales para medio suplir el costo de la cesta alimentaria, pero en el alto valor de la misma ni siquiera está incluida la compra de medicinas. A pesar de que evidentemente cada día el venezolano tiene más dinero por los consecutivos incrementos presidenciales, cada día que pasa el sueldo alcanza para comprar o cancelar menor cantidad de productos y servicios”.

Fuente: El Impulso

Fecha: 25 de enero de 2017

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