La escasez de gas doméstico en la región ha obligado a los ciudadanos a la compra de cocinas eléctricas, sobre todo en las zonas urbanas, pero también se han retomado viejas técnicas como la construcción de cocinas a barro. El uso de pipas y hasta de lavadoras para cocinar a leña se ha convertido en una alternativa.
Luis Zapata se adentra cada semana en las áridas sabanas de los Valles de Tucutunemo, en el municipio Zamora del estado Aragua, para recoger leña.
No va solo. Lo acompañan otros padres y madres de familia que desde hace meses no cuentan con gas doméstico para la preparación de los alimentos.
En Aragua, la escasez de gas se ha agudizado durante el primer semestre del año con mayor énfasis en los meses que el país lleva confinado por la COVID-19.
La práctica de cocinar con leña es ancestral y era usada, fundamentalmente, por familias de extrema pobreza de las zonas rurales que no contaban con el servicio industrializado del gas doméstico en cilindros o por tuberías.
Hoy, cocinar a leña es más común de lo que se cree y son las familias de menos recursos las que más han retomado esta alternativa ante la imposibilidad de acceder a una bombona.
Lo viven a diario los pobladores de Guanayén, ubicada entre Camatagua y Barbacoas, en el municipio Urdaneta, al sur del estado Aragua, que desde Semana Santa no reciben el servicio, el cual es distribuido desde la planta de gas ubicada en Calabozo, estado Guárico.
En esta lejana y olvidada población, a la par, han retomado la construcción de los hornos a barro y hasta el uso de pipas y viejas lavadoras conocidas como “chacachacas”, para la elaboración de cocinas artesanales a leña.
Aunque con el inicio de la temporada de lluvias la leña también se ha vuelto escasa, los pobladores del sur de Aragua han recurrido al ingenio para armar cocinas improvisadas u hornos que les permitan preparar la comida.
Pero en lo que va de 2020, esta antigua modalidad también se ha propagado en las zonas urbanas y entre familias clase media, al punto de que ya se comercializan algunas portátiles hechas a base de hierro, como una especie de reverberos.
Erika Silva es una costurera de Maracay, madre de dos hijos. Desde Semana Santa no cuenta con gas doméstico en su hogar ubicado en la Urbanización Guasimal, así que su esposo, un empírico artesano, diseñó una cocina a leña con hierro reciclado que hoy le permite a la familia preparar sus alimentos.
“En principio (su esposo) la construyó para nuestro uso, pero algunas personas la han visto y han encargado una”, cuenta, mientras explica que el precio de esta cocina artesanal ronda los 30 dólares aproximadamente.
Pedro Montoya es un conocido escultor de El Limón, en el municipio Iragorry. Y aunque su oficio no está concentrado en la elaboración de estas cocinas, desde el 2016 ha recibido encargos. A la fecha, cuenta que ha vendido más de 80 cocinas artesanales portátiles a leña, que rondan los 50 dólares.
Pero conseguir leña tampoco es una tarea fácil. Por el contrario, representa graves daños para la salud y para el ecosistema. La práctica descontrolada de la tala de árboles está afectando zonas vírgenes o áreas protegidas, como por ejemplo el parque nacional Henri Pittier, en el estado Aragua.
En el segundo semestre del 2019, Enrique García, de Sembramos Todos, denunció la tala indiscriminada de al menos 16 árboles dentro del parque, una cifra extraoficial porque en la región no se conocen reportes oficiales o privados sobre el impacto ambiental que constituye el mayor uso de leña.
Mientras tanto, la compra de cocinas eléctricas de una o dos hornillas se ha incrementado en 80 %, de acuerdo con los tímidos cálculos que ofrece un comerciante de electrodomésticos en el centro de Maracay.
Este porcentaje es bastante alto si se toman en consideración las constantes y reiteradas fallas e interrupciones eléctricas que se producen a diario en la región y que dificultan cocinar con aparatos eléctricos.
La advertencia sobre la escasez de gas doméstico en Venezuela no es reciente. En el año 2017, Nelson Hernández, consultor internacional y exgerente del área de Hidrocarburos Gaseosos de Pdvsa, lanzó una alerta reseñada a través de la agencia Reuters.
«La escasez de gas licuado de petróleo perdurará en los próximos tres o cuatro años, hasta que no se construyan las nuevas plantas de extracción de LGN (Líquidos de Gas Natural) y se aumente la producción de gas asociado, o se tengan las divisas suficientes para importarlo», dijo en el momento.
En mayo pasado, el director ejecutivo de la Federación Unitaria de Trabajadores Petroleros de Venezuela, Eudis Girot, alertó que la planta de fraccionamiento del criogénico José Antonio Anzoátegui, que surte de gas doméstico a todas las plantas de distribución del país, está paralizada desde el jueves 14 de mayo.
En Venezuela, el octavo en el mundo con las mayores reservas probadas de gas natural según la Opep, 93,2 % de los ciudadanos utiliza este recurso para cocinar, del cual 74 % depende de la recarga del cilindro individual de propano y 7,8 % se surte a través de la recarga colectiva o comunal de bombonas, de acuerdo con el informe más reciente del Observatorio Venezolano de Servicios Públicos.
Con información de Crónica Uno