Ver cómo asesinan a un hombre, cómo golpean a un residente o cómo arrebatan un celular se ha convertido en algunas de las vivencias en las áreas de emergencias —y sus alrededores— de los hospitales de Caracas. Trabajadores de la salud y pacientes son testigos de la inseguridad, la hostilidad y la oscuridad que reina en los centros de salud pública de la ciudad.
La precaución es una máxima en estos centros de salud, pese a la presencia de funcionarios de cuerpos de seguridad nacionales o seguridad interna. Según el segundo boletín de la Encuesta Nacional de Hospitales (ENH) 2018, realizada por la organización Médicos por la Salud con datos de 40 hospitales tipo III y tipo IV del país, 45 % de los hospitales registraron robos dentro de sus instalaciones.
“Hay presencia de dos o tres funcionarios de la Policía Nacional Bolivariana (PNB). A veces hay funcionarios de la Guardia Nacional Bolivariana (GNB) y a veces no”, expresó una enfermera del hospital Pérez Carreño.
Las personas que se atienden en la emergencia del hospital adscrito al Instituto Venezolano de los Seguros Sociales (Ivss) y sus familiares reciben constantes advertencias de los trabajadores de la seguridad interna del hospital. “Aquí la señal (telefónica) es muy mala y tenemos que salir para llamar. Nos dicen que no saquemos los teléfonos porque los arrebatan, los roban”, relató la pareja de un paciente de la sala de urgencias.
Un pasillo o cubículo con bombillos que no alumbran es una escena que se repite en los hospitales. De los cinco visitados, el Clínico es el más lúgubre. Cada piso del HUC tiene alguna deficiencia de iluminación. “Mi servicio parece una cueva de lobo, oscuro de punta a punta. Cuando estoy aquí y me toca bajar, no bajo. Una vez que subo, no salgo”, cuenta una enfermera con 18 años de experiencia en el HUC.
El personal de seguridad del Clínico —conformado por vigilantes y personas señaladas como “colectivos”— se apuesta en la entrada del hospital. También controla la entrada a la sala de emergencia, un área estrecha sin aire acondicionado y sin suministro de agua. Un pasillo entero permanece sin luz y conecta con la entrada del único baño operativo para pacientes. Al lado de la puerta del sanitario, entre olores, personas permanecen acostadas en camillas atravesadas en medio del corredor, dejando un espacio mínimo para caminar.
Trabajadores han sido víctimas de robos en el camino de ida o de salida en la Universidad Central de Venezuela. “Cuando uno sale en la noche, eso parece una guillotina. Nos quitan las pertenencias, nos roban en el camino”, agrega.
El personal de seguridad del HUC no tiene radios para su comunicación interna. En ocasiones hay presencia de funcionarios de la GNB o de la PNB en el hospital, pero solo cuando hay operativos de policiales en las zonas cercanas.
El hospital Dr. Domingo Luciani también tiene asignados funcionarios de la milicia y de la PNB para “garantizar” la seguridad. No obstante, médicos y pacientes se cuidan en las zonas de mayor oscuridad. “Intentamos evitar caminar por las escaleras en la madrugada”, dice un médico de la emergencia.
Más hostilidad
El comportamiento agresivo de algunos familiares que llegan a las emergencias también afecta a la seguridad del personal. Según la ENH 2018, 62 % de los hospitales registraron algún tipo de violencia hacia el personal de salud por parte de familiares de pacientes.
Cuando le niegan el ingreso a un paciente, tras haber acudido a varios centros de salud, o cuando el médico informa que debe referir al paciente, aparece la hostilidad.
El acceso al J.M. está custodiado por milicianos o seguridad interna del centro. A pesar de ello, a veces no hay vigilantes en la emergencia.
Mundo perdido”
En el hospital Pérez Carreño, no muy lejos del área de emergencia, se encuentra el servicio de Neurocirugía II. Está cerrado por fallas estructurales y malas condiciones. Su pasillo y sus cuartos permanecen sin luz, con algunas camas abandonadas. Otros espacios permanecen vacíos. Coloquialmente se le conoce como “mundo perdido”. “Por aquí roban y hacen de todo”, relata una enfermera.
Espacios como el “mundo perdido” del Pérez Carreño se repiten en el Clínico. El cierre de los servicios de Neurología y Gastroenterología del Hospital Universitario de Caracas ha dejado desolados y oscuros los cuartos de hospitalización en lo que va de 2019.
Con información de Efecto Cocuyo