Las armas de guerra que deberían estar en los cuarteles militares o en manos de grupos tácticos policiales, están en manos de los privados de libertad de diferentes penales y calabozos de Venezuela. Desde hace cinco años en Lara se ha registrado violencia carcelaria con granadas y pistolas, explicaron criminólogos.
«Las armas consideradas de guerra entran a los penales por la corrupción y complicidad que hay entre los custodios, que son los encargados de resguardar el recinto en la parte interna y la Guardia Nacional Bolivariana (GNB), encargada de la parte externa», comentó en una entrevista con LA PRENSA, Luis Izquiel, abogado penalista y criminólogo.
Izquiel explicó que las armas de guerra salen de los cuarteles y muchas tienen como destino las cárceles venezolanas. Detalló en redes sociales se difunden videos donde los privados de libertad se muestran con granadas, fusiles y pistolas automáticas y aseguró que esas imágenes son grabadas desde las cárceles del país.
«Las cárceles nunca han sido un paraíso, pero desde el año 1999 todo ha venido caminando, en los penales hay fusiles, granadas y pistolas automáticas. Antes en las requisas lo que los funcionarios incautaban dentro de las celdas era chuzos de fabricación casera y chopos, arma de un proyectil, pero esto solo quedó en la historia», sostuvo Izquiel.
Ausencia de Estado
El criminólogo Izquiel destaca que los «pranes» nacen por la ausencia de Estado y así la cadena de la crisis carcelaria que actualmente ocurre en el país. Explicó que es de ley que en los recintos carcelarios hagan requisas pero que desde que se creó el Ministerio Penitenciario no son públicas las informaciones detalladas de que es lo que incautan.
Además contó que la coordinación del ingreso de todo tipo de armas se da a través de celulares y agregó que con esto se da por entendido que las requisas no son exhaustivas.
«Ni en Uribana ni en Fénix hay bloqueadores de llamadas, porque a la vista está de las extorsiones y estafas que salen desde esas cárceles», sostuvo una fuente policial, consultada por LA PRENSA.
Detonó granada
En marzo de 2016, un grupo de reclusos del Centro Penitenciario David Viloria, conocido como «Uribana», pretendía tomar el poder a punta de granadas y fusiles, porque exigían buena alimentación y otros beneficios, ya que la cárcel tenía dos años con régimen penitenciario.
Durante esas horas, supuestamente, el director para ese entonces, se subió al techo junto a otros trabajadores del Ministerio Penitenciario, con armas en mano para amenazarlos, pero habría sido en ese momento, que los reos detonaron dos granadas fragmentarias y se produjo una balacera. Eliseo Apóstol, Richard Jiménez Rojas y Alirio Antonio Pérez Pinto, fueron los tres presos que murieron ese día por causa de la onda expansiva de la granada y heridas de bala.
Edgar Marín Bracamonte (38), custodio que estaba de guardia resultó ser uno de los 18 rehenes de los reclusos, quienes en medio del conflicto, pedían a los funcionarios de seguridad que no dispararan porque de lo contrario asesinarían a las siete mujeres y once custodios que decidieron mantener de rehenes. En redes sociales difundieron videos donde se veían a las mujeres secuestradas pidiendo ayuda y que la Ministra Iris Varela atendiera el caso de los reclusos.
Tras cuatro días como rehén, los reclusos decidieron usar a Marín para negociar lo que querían esta vez: agua, caramelos y azúcar para mantenerse en la huelga de hambre, pero no obtuvieron lo que pedían y cumplieron sus amenazas.
Para ese año LA PRENSA conoció que a Edgar le dejaron los ojos vendados y le pusieron en sus manos una granada fragmentaria activada, luego le dijeron que caminara en línea recta mientras cantaba el Himno Nacional, pero en ese momento el custodio se tropezó y la granada detonó, murió instantáneamente.
El cuerpo de Edgar quedó en el piso, tenía quemaduras en sus brazos, un hueco en el pecho que dejaba ver sus órganos y el rostro casi irreconocible. Con su muerte ascendieron a cinco los fallecidos por el conflicto dentro del penal y que al siguiente día cesó con el traslado de más de 200 privados de libertad.
Pero ese no fue el primer ni último caso en el país, año tras año se han registrado este tipo de violencia a nivel nacional.
Explosivos
En lo que va de año 2021, las detonaciones de granadas dentro de recintos carcelarios se ha venido repitiendo. El 7 de febrero la explosión de una granada dejó un preso muerto y 16 heridos, el hecho ocurrió dentro de un calabozo de la Policía de Monagas.
Pero el caso más reciente fue la explosión de una granada dentro del internado judicial de San Felipe mejor conocido como «La Cuarta» en Yaracuy, que acabó con la vida de dos reclusos, quienes fueron señalados como los «luceros» del «pran» del centro penitenciario.
Lenin Enrique Noriega Cariel (30), apodado el «Lenito» y Francesco Ericsson Romano González (28), alias el «Mavi» y quien era larense, murieron tras la explosión de la granada. El hecho ocurrió en un área conocida como La Torre, ubicada dentro del centro penitenciario, según información de fuentes policiales.
El artefacto se activó, presuntamente, cuando a uno de los reclusos se le cayó de forma accidental. El fuerte ruido alertó a los demás reclusos y también custodios, quienes al dirigirse a la zona hallaron los cuerpos de los reos, el cadáver de uno de ellos quedó con exposición de vísceras.
«¿Cómo un privado de libertad tiene un arma de guerra dentro de una cárcel?. Eso tu no lo puedes comprar en el supermercado», comentó Carolina Girón, directora del Observatorio Venezolano de Prisiones (OVP).
«¿Quién les entrega las armas?, las visitas que, son mujeres, son chequeadas minuciosamente, les quitan la ropa y si llevan comida hacen que la coloquen en bolsas plásticas. ¿Cómo ellas pueden ingresar un arma, si son requisadas?», sostuvo Girón.
Bajo la mirada de trabajadores del Servicio Penitenciario y militares, los privados de libertad se pasean con armas y radios, para comunicarse entre ellos.
Girón detalló que hay privados de libertad que muestran en redes sociales el poder que tienen con las armas y destaca que en las cárceles además de estar prohibido el uso de armas también está prohibido el uso de celulares.
«Por donde lo quieran ver existe una corrupción». La seguridad de los penales está dividida, la externa es vigilada por funcionarios de la Guardia Nacional Bolivariana (GNB) y la interna por los custodios del Ministerio Penitenciario.
En las cárceles no solo hay armas también droga, algunos custodios han resultado detenido cuando intentan pasarla a las celdas.