Avvenire de Italia, un periódico italiano con sede en Milán, publicó en su primera página un reportaje en el que describe el hambre en Venezuela y destaca que “la dictadura de Maduro está asesinando al país”.

En el reportaje publicado por avvenire.it se denuncia que según Cáritas de Venezuela 280 mil niños están “sentenciados a muerte por inanición y que un menor muere un día en Caracas”.

A continuación parte del reportaje

En 2007, Yuleisy Pérez iba de compras todos los días cuando volvía de la oficina. El empleo a tiempo parcial en el Ministerio de Transporte le permitió cuidar a sus dos hijas mientras esperaba el tercero. Su marido dirigía una tienda de mecánica, que cerró hace dos años. En la última semana, la mujer de 47 años del barrio de Vega, en Caracas, y sus tres hijas comieron plátanos y raíces, como yuca, y algo de arroz. Hasta finales de septiembre podían contar con los mangos que recogían en la calle. Como la cosecha ha terminado, en su despensa hay un poco de harina de maíz y el fondo de una bolsa de arroz. Yuleisy y su familia viven de su salario mensual de 6 dólares. Comprar un pollo se lleva un tercio del sueldo. Las niñas pequeñas a menudo tienen hambre. En la capital del país con las mayores reservas de petróleo del mundo, siete niños hambrientos murieron la semana pasada. No fue una excepción. Cada siete días, en Caracas, entre 5 y 6 niños fallecen debido a la desnutrición.

La crisis provocada por el colapso de los precios del petróleo, la corrupción y décadas de decisiones económicas equivocadas se deteriora cada día y amplifica la emergencia. Cáritas Venezuela fue una de las primeras en dar la alarma. Según la organización, que ha monitoreado en cuatro estados del país, 280 mil niños se arriesgan morir de hambre en Venezuela en los próximos meses. “El nivel de desnutrición infantil grave ha superado al menos dos puntos para llegar a 15%, el umbral de la emergencia humanitaria – explica Susana Rafalli -. Es desastroso. El 33% de la población infantil tiene retrasos en el crecimiento. Este daño físico y mental es irreversible”. Según el Fondo Monetario Internacional, Venezuela ha ganado el récord del peor crecimiento económico y la inflación más alta del mundo en los últimos meses.

Isabela Guerra, de 58 años, sentada en una acera cerca de un supermercado, al levantar la camisa rota que se derrumba sobre su vientre dice que en el último año perdió 25 kilos.

“Pero lo peor es cuando mi pequeño sobrino me dice que tiene hambre y que no hay nada en casa”, dice, con los ojos repentinamente enrojecidos. Estamos cansados, extenuados, humillados, agotados”.

Tomás se sienta a su lado, mordisqueando una tortilla de maíz. Tiene cinco años pero no aparenta más de tres. “Cuando tengo suerte puedo comprarle un huevo. La carne se la comieron. Incluso la mantequilla y la leche. Compraba sardinas, pero ahora ya no”. Isabela está en línea desde las tres de la mañana en el abasto Bicentenario, que vende productos a precios controlados por el gobierno. Los residentes pueden comprarle un tipo de producto, ya sea un kilo de harina o azúcar o un litro de aceite, una vez a la semana.

Para controlar la distribución, hay lectores de huellas digitales instalados en las cajas supermodernas: golems tecnológicos que chocan entre estantes vacíos y la atmósfera general de agitación y ansiedad. Porque los alimentos asequibles son escasos. Si después de tres o cuatro horas de espera no se encuentran, debe comenzar de nuevo. A menudo frente a los supermercados, estallan protestas espontáneas, alimentadas por la exasperación, pero son en vano.

Publicado por avvenire.it – La Patilla / Traducción libre de lapatilla.com
12/12/2017

Original en italiano
Venezuela alla fame. Sei dollari al mese per sfamare una famiglia

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