El viernes 13, que usualmente se relaciona con la mala suerte, significó buenas noticias para el Oncológico Luis Razetti: se hicieron operaciones por primera vez en cerca de tres meses.
A principios de noviembre ladrones entraron al hospital, constantemente azotado por la delincuencia, y se llevaron los tubos de succión del quirófano, que se utilizan para la aspiración de líquido en operaciones. Desde entonces solo se hacían pequeñas intervenciones, ambulatorias y de anestesia local.
Considerando que cada día en el hospital se realizan seis cirugías diarias, tener el quirófano cerrado durante ocho semanas es igual a que unas 240 personas no puedan operarse.
Pero por grave que sea, no es primera vez que el brazo del hampa toca al hospital. Entre los doctores y el personal saben que dejar algo en sus vehículos es, básicamente, darlo por perdido. “A una doctora, en noviembre del año pasado, la asaltaron saliendo del hospital. Le quitaron la computadora y el celular”, dijo una enfermera, que prefirió resguardar su nombre. Otra vez, ladrones ingresaron al hospital y se llevaron incluso las agujas de biopsia usadas, que debían esterilizar y reutilizar para afrontar la escasez.
El oncológico tampoco es ajeno a la crisis de insumos y servicios de los hospitales del país. Desde finales de 2015 no cuenta con suministro continuo de agua, y muchas veces solo llega entre dos y tres horas diarias. Para bañarse, los pacientes deben hacerlo con pipotes.
El doctor Herlic Sotillo, residente de cirugía oncológica, explicó que el servicio más grave del hospital -otrora referencia- es precisamente la que debía ser su especialidad, la oncología. Ni siquiera cuentan con las quimioterapias necesarias: de todo lo que necesitan, lo usual es que tengan dos o tres nada más.
Tratar el dolor que ocasiona ese procedimiento tampoco es cosa fácil. Entre los analgésicos solamente tienen Tramal, que varios de los pacientes rechazan. Hace más o menos un año que no ven morfina ni Profenid, los medicamentos más indicados para aliviar los dolores de los pacientes con cáncer.
Los insumos médico quirúrgicos tampoco se asoman. “No hay gasas, ni yelcos, ni obturadores, no hay máscara de nebulizar, ni siquiera adhesivo”, cuenta la misma enfermera.
El viernes 13, primer día con el quirófano funcional, había cinco pacientes en el plan de operaciones y no se contaba con adhesivo para ninguno. “Por ahí apareció este, alguien me lo dio, pero lo trajo de fuera”, dijo Sotillo señalando el rollo que ahora trata con mucho cuidado. Lo más probable es que el próximo tenga que comprarlo de su propio bolsillo.
Comprar sus propios insumos es una costumbre que se ha hecho normal entre el personal del hospital, a pesar de que constantemente la directiva les pide que no digan que los productos escasean, según denunciaron.
Fuente: Efecto Cocuyo
Fecha: 17 de enero de 2017