El estado Barinas cuenta con un gran reservorio de agua. Es rico en agua dulce porque cuenta con infinidad de ríos y pozos. Pero pese a esas ventajas tiene un déficit de 50 % de agua potable, revela un informe de Transparencia Venezuela del 27 de marzo de este año. La entidad se surte de agua de pozos y a cuentagotas.
Barinas entra en esa larga lista de ciudades venezolanas en las que el suministro de agua potable es casi inexistente y el problema es de muy vieja data.
Posee una planta de tratamiento de agua, cuya extracción inicia en el río Santo Domingo. De allí se extrae el agua necesaria para la distribución, previo tratamiento para convertirla en potable. Seis bombas serían las encargadas de distribuir el agua en la parte baja de la entidad, apoyada por una red de más de 60 pozos en los diferentes sectores de la capital marquesa.
Sin embargo, la realidad es otra. La falta de mantenimiento deja graves heridas en la red de distribución, pues pese a tener una buena extracción en los pozos, las bombas necesitan cuidados que no se les dieron, por lo que están en franco deterioro.
Lo mismo pasa con la planta de tratamiento, la cual solo tiene una sola bomba operativa de las seis disponibles. Si estos pozos recibieran el mantenimiento adecuado, no faltaría el agua en la entidad. Pero la falta de recursos y la negligencia de los encargados de la hidrológica dificultan el camino a una solución.
Y esta situación no solo afecta a la ciudad de Barinas. Casi todos los municipios del estado llanero padecen la falta de agua, incluso Pedraza, que es la capital de los ríos, y lo lamentable es que por sus tuberías no sale agua.
Cazar el agua
Los habitantes de la entidad llanera deben “cazar” cuando llega el agua para poder almacenarla. Tanques, cilindros, botellones, ollas, todo es útil para tener una reserva.
“A nosotros nos llega una vez por semana y uno aprovecha de agarrar. También hay una señora que tiene un pozo, saca agua de ahí y nos da. Por eso no compramos cisterna”, dijo Carmen León, habitante del sector de Los Pozones.
“Todos los domingos nos llega una cisterna, pero tenemos que empezar a guardar agua en los cilindros y tambores, porque uno no sabe cuánto va a durar en el tanque del edificio. Cuando se acaba vamos a la escuelita especial. A ellos les llega algo de agua y nos dejaron una manguera y ahí hacemos cola para llenar los potes”, dijo Ángela Rangel, habitante de la urbanización Manuel Palacios Fajardo.
Y es que el servicio de una cisterna no es nada económico. El litro de agua cuesta entre 50 y 160 bolívares, por lo que un camión de 15.000 litros, puede costar entre 750.000 y 2,4 millones de bolívares. Sin embargo, hay quienes corren con suerte y los jefes de calle –personas encargadas de repartir las cajas Clap– logran el servicio de agua por parte de Pdvsa o Hidroandes.
Con información de Crónica Uno