Hasta 216 horas en carretera son capaces de permanecer los venezolanos que buscan oportunidades en el extranjero para salir de la crisis del país. Colombia, Ecuador o Chile son los principales destinos de los ciudadanos que emigran en autobús, una odisea arraigada en el “me quiero ir” que muchos repiten en la Venezuela de escasez, inseguridad e inflación que se vive hoy.
Según reseña Panorama, la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) reportó en un informe del 2015 que en países de América Latina se encontraban 133.381 venezolanos. Y cifras del Departamento de Extranjería y Migración del Ministerio del Interior, en Chile, apuntan que allí viven ocho mil venezolanos, que corresponden al 1,9 de los extranjeros. El dato más relevante es que del 2005 al 2015, subió el número de entrega de visas temporales de 383 a 8.381.
Pero muchos de estos venezolanos, antes de decir sí me voy, han tenido que filtrar su plan por todos los peligros que puede implicar un viaje tan largo en carretera ante el costo de un boleto aéreo. Un autobús se volcó y una venezolana resultó herida; otro, que salió al día siguiente de su partida de Venezuela, fue víctima de un robo y a los pasajeros les quitaron hasta los títulos académicos; en otro lugar, un paisano con cuchillo en mano se defendió de unos ladrones: son algunos de los cuentos que escuchó Jorge Zerpa durante los 9 días que pasó en bus con otras 22 personas para llegar a Chile desde Maracaibo.
En Colombia, Jorge vivió el terror en su máxima expresión, cuando el chofer se quedó dormido por lo menos tres veces. El zigzagueo de la unidad de transporte encendió el pánico de los viajeros.
Ahora, cuando rememora la escena desde Chile, describe sin titubear que “el trayecto más difícil fue en Colombia, por los barrancos”.
Los jóvenes se aventuran, pero también adultos y hasta niños. Silvia Smeraglia, quien llegó a la capital chilena el 14 de febrero, contó a Panorama que lo que más le impresionó del recorrido fue que lo afrontara un hombre de 54 años, junto con otras 3 personas, entre ella una señora de 39, y dos niños.
“Solamente en Perú tuvimos 12 horas en el mismo bus y teníamos hambre, mucha gente quería ir al baño y no había esa posibilidad. También fue difícil para dormir; aunque esto no me afectó tanto, para otros que iban sí fue muy duro”, relató Karla Uzcátegui quién se embarcó en una similar osadía por tierra al mismo destino cuatro meses antes; y suma, a los peligros, las trampas:”En Perú nos quisieron estafar con boletos de 10 dólares para cruzar la frontera, sonaba muy bien. Pero al final era mentira. Menos mal lo descubrimos”.
Con información de: Sumarium
Fecha: 20 de febrero de 2017