No hay nada que le cambie el humor a Manuel Lugo. No sucumbe ante la oferta de un “bambino” que le calme la sed. Se seca el sudor de la frente con sus dedos, mira la cola, y sigue ahí, en silencio, pero evidentemente molesto.

Llegó a las 7 a.m. y ya contaba más de tres horas bajo sol sin haber logrado que le marcaran la bombona con un número para al menos tener la esperanza de que hoy en su casa dejarían a un lado la leña.

Tiene más de 15 días sin gas y eso ha cambiado la vida de su familia. “Usamos fogón, microondas, arrocera. No comemos igual”. Y aunque preguntó en muchos lugares, no tuvo otra opción que irse de madrugada junto a su hija, desde el sur de Valencia, hasta la zona industrial.

Ahí también estaba desde muy temprano Iraida Figueroa. Ella llegó desde Naguanagua aunque si tuvo otras alternativas. “Han llegado a mi casa camiones fantasmas del Gobierno ofreciéndome una bombona por un kilo de comida, pero prefiero pagar ocho bolívares aquí (800 mil bolívares) que dar la comida que tanto me cuesta comprar”.

Con información de Caraota Digital

 

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