“Hay una crisis humanitaria franca y no han sabido cómo declararla. Lo que está pasando ha sido goteadito. Goteadita la flacura, goteadita la pérdida de la dignidad”, indicó Susana Raffalli, miembro de Cáritas Venezuela. A su criterio, el Estado siente temor incluso de siquiera decir “humanitaria” y se ha tomado como un término contrarrevolucionario, cuando en realidad, es la definición de la actualidad venezolana.
Para Raffalli, la labor de recuperación ameritará de la participación de todos los sectores, pero especialmente del Gobierno nacional. Hoy en día no se trata de un llamado de emergencia que se haga de un sector en particular, sino de todo un país que pide que se atiendan las necesidades fundamentales como alimentación y salud; siendo precisamente estos dos los que en peores condiciones se encuentran.
La especialista explicó que existen factores que podrían dar respuesta para ayudar a salir de la problemática. Por supuesto, el Estado sería el primer actor que debería generar acciones que impidan el avance de las condiciones precarias y por ende, se encargue de gestionar en pro de una mejoría.
Señaló que como segundo factor se encuentra Cáritas, quien está trabajando desde los sectores más vulnerables para evitar que los niños menores de 5 años, con desnutrición severa, tengan desenlace fatal. Como tercera opción mostró a la Cruz Roja, la cual consideró que “ha actuado de manera lenta o no ha actuado porque gobierno no ha solicitado la ayuda”, esto recordando que para que dicho organismo tenga participación debe recibir el llamado de los miembros afectados.
Desde octubre del 2016 Cáritas se encuentra trabajando de lleno en cuatro estados del país (Vargas, Miranda, Zulia y Distrito Capital) en donde visitan las comunidades más necesitadas y aplican el Sistema de Alerta, Monitoreo y Atención (Saman); que se trata de un programa que atiende a los menores de edad con el fin de evaluar sus condiciones alimenticias y trabajar en base a los resultados obtenidos para contribuir a que salgan de la precariedad en que pueden estar.
Las zonas visitadas arrojaron que un 54% de los niños menores de 5 años tienen desnutrición; de este porcentaje un 11.4% tiene desnutrición severa y moderada; expuso Raffalli. Añadió que lo más preocupante es el hecho de que la mayoría de estos niños son menores de 2 años de edad y que un 16% de los mismos no llegan siquiera a los 6 meses de edad, es decir, que nacieron desnutridos.
Raffalli recordó diferentes experiencias de lo que ha sido el proyecto desarrollado en las comunidades de bajos recursos; experiencias que no todas han sido positivas. “Hubo un testimonio de una madre de tres niños que acudía a las actividades, un día la vi solo con dos y le pregunté que dónde estaba la niña que faltaba. Su respuesta fue que había fallecido, pero que mejor con Dios que con ella porque no le podía dar nada”.
Para Cáritas y la Unicef, la cifra más importante es el 11.4% de los niños que están en riesgo de muerte por la desnutrición, puesto que para la Organización Mundial de la Salud (OMS) cuando una nación pasa el 10% en este indicador se encuentra en crisis humanitaria.
“Para el inicio del programa se hablaba de un 8%, se consideraba una alerta y lo hicimos saber”, dijo Raffalli quien expuso que a su criterio, si no se hace algo pronto, para finales de año la cifra podría incrementar al menos 15%, lo que sería considerado como emergencia humanitaria.
Fuente: El Impulso
Fecha: 19 de junio de 2017