Las casas de empeño han existido desde hace mucho. Pero en la Venezuela de la hiperinflación estos locales han proliferado en los últimos meses y han ampliado sus servicios. Vivir de los intereses por el bien empeñado siempre ha sido el negocio, pero ahora los clientes se desprenden de sus artículos más preciados para comer, comprar medicinas o hasta pagar la universidad.

María Emma colocó tímidamente en el mostrador, un estuche de terciopelo rojo, viejo pero conservado. Enrique, el encargado del local, observó la colección de monedas de plata que estaban expuestas no solo para su avalúo, sino ante la mirada sorprendente de una docena de personas que aguardaba su turno para ofrecer otras prendas.

“Mi mamá me las dejó con tanto cariño”, comentó con voz quebrada la jubilada del magisterio, “y ahora me tengo que desprender de ellas”. Un silencio albergó a los presentes. “Al menos las tiene señora y se puede defender”, dijo el empleado, conocedor de las necesidades de sus eventuales clientes.

Antes las personas vendían sus joyas para pagar emergencias de salud, asomó el trabajador. Ahora lo hacen para comprar un caucho, pagar la universidad de un hijo, la salida Venezuela de un familiar, la comida o las medicinas.

Estos negocios de compra-venta de oro y plata han proliferado por la crisis económica del país. “En un año aproximadamente se ha duplicado el número de establecimientos en Caracas”, señala sin precisar cifras, el dueño de ese emblemático local, ubicado en el centro de la ciudad y quien optó por resguardar su identidad. “Claro, hay de todo. Y hay que tener cuidado dónde uno se mete porque pueden salir estafados”, añade.

La cotización de estos metales varía cada día. Dice que “en tiempos de incertidumbre política o económica el precio del oro se dispara ya que actúa como un activo refugio, es decir, un lugar donde proteger y preservar la riqueza”.

La segunda semana de abril, por ejemplo, el gramo de oro se cotizaba entre 9 y 9,2 millones de bolívares, pero hace unas semanas estuvo en 5,5 millones de bolívares.

El dólar no oficial también juega un papel importante en su precio, advierte. “Si el paralelo se mueve al alza, ocurre lo mismo con el oro”, sostiene el veterano comerciante.

Asimismo el gramo de plata presenta fluctuaciones en su valor. “Esta semana se está moviendo alrededor de los 60.000 bolívares. Pero resulta tan cambiante que ya no colocamos los precios en los avisos que publicamos en los periódicos”, asoma.

Las monedas de plata en este mercado tienen también su valor: la de 0,25 céntimos (el medio de los años 60) cuesta 60.000 bolívares, el de 0,50 (el real) en 150.000 bolívares, 1 bolívar se compra en 250.000 y una moneda de 5 bolívares (el fuerte) en 1 millón de bolívares.

“Preferimos no dar información por teléfono”, refiere el responsable de una cadena de tiendas afines, ubicada en el CCCT. “El gobierno quiere controlar” al sector.

A mayor riesgo, mayor precio
Un par de cuadras de distancia marca la diferencia en cuanto a precios y maneras de abordar el negocio. En las inmediaciones del Palacio Federal Legislativo, cerca de la antigua Francia, han surgido este tipo de comercios.

Salen al paso por la caminería cercana a la Asamblea Nacional, jóvenes voceando: “se compra oro, plata, dólares, euroooossssss …!”. ¿Cuánto dan por el gramo de oro? No sé mi amor, contesta la chica, sígueme y te dicen cuánto.

En un pasillo oscuro y largo, lleno de humo, hay cubículos a cada lado. Sin identificaciones. Ella marca el paso. Toca la puerta en uno de ellos y el operario que atiende no media palabra. Pide la pulsera y la frota en una piedra oscura rectangular, le echa un líquido y dice con desagrado: frito, frito, frito! ¿Qué es eso? Frito, frito.

La muchacha traduce: no es oro…. Será otra vez. ¿Pero en cuánto está el gramo de oro? En 9 millones, contesta.

Un par de metros en línea recta está el Pasaje Capitolio. Una veintena de locales, de vieja data, saltan a la vista, ofreciendo los mejores precios del mercado. Sin embargo, casi todos están carterlizados y compran el gramo de oro a 8,5 millones de bolívares.

Zulay sale de una de esas tiendas, se persigna y comenta: “Esto es para pagar la universidad a mi hija”. Mientras que Marvelis asegura que la venta que hizo de unos zarcillos, es para “comprar comida, los salarios no alcanzan y en mi casa estamos pasando mucho trabajo”.

Otra opción
La actividad de comerciar con el oro y la plata tiene otras especificidades que igualmente sacan de apuro a las personas, exigidas de dinero rápido.

Algunos comercios ofrecen préstamos con garantía de metales (oro, plata, diamantes) o activos tales como cuadros u otras piezas de valor artístico. En estos casos, el cliente consigna la prenda para su valoración y si está conforme, el negociante deja en depósito la joya y le transfiere el monto acordado a su cuenta bancaria.

Tomás precisa que además de la valoración, las partes convienen en las formas de pago, los plazos y tasas de interés. “En este establecimiento damos dos meses para cancelar la deuda a una tasa de 40% mensual, si la persona incumple las condiciones, la alhaja queda en nuestra manos”.

Esta tasa resulta es inferior a la inflación de 67% registrada en marzo, de acuerdo con la medición de la Asamblea Nacional.

Aunque en la mayoría de los 10 establecimientos visitados por El Estímulo cobran 40% mensual, en tres de ellos piden 20% con la finalidad de atraer clientes.

En otros locales, dan plazo de 6 meses para el pago, mientras que otros prefieren no dar lapsos y cobrar el 40% mensual.

Otros locales contactados, vía telefónica, coinciden en las normas del trámite, pero pueden flexibilizar la tasa a 30% del préstamo a aprobar.

Lucía confiesa que en cuestión de seis meses ha acudido dos veces a esa opción y ha sido “por necesidad”, señala. En una oportunidad lo utilicé porque un sobrino se iba del país y no tenía dinero para el pasaje y en otra para comprar medicinas”.

Publicado por El Estímulo
16/04/2018

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