El Departamento de Salud Ambiental del Instituto de Salud Pública (ISP) registró un aumento de los casos de paludismo o malaria en tres municipios al norte del estado Bolívar para el primer semestre del 2020 (semana epidemiológica 31), durante la pandemia de COVID-19.

Caroní, Angostura del Orinoco y Piar son los municipios donde la epidemia continúa activa de acuerdo con el boletín epidemiológico.

La epidemia de malaria parece estar controlada en los municipios mineros que eran el foco más caliente de los contagios en la entidad, sin embargo, el contagio se extiende cada vez más a los centros urbanos que comenzaron a infectarse con la migración de pacientes palúdicos desde el sur del estado Bolívar hasta los municipios norteños y hacia otros estados del país, por la actividad minera.

De acuerdo con el boletín epidemiológico, los casos de malaria disminuyeron en un 44,42% en el estado Bolívar, pues de los 155.079 reportados en 2019, hasta la semana epidemiológica 31 del 2020 hay solo 86.199.

La malaria o paludismo es una enfermedad que transmite el mosquito Anopheles, portador del parásito Plasmodium. Hay dos tipos de parásito: Plasmodium Vivax y Falciparum, en ocasiones ambos parásitos pueden afectar a una persona.

Angostura y Piar encabezan el incremento

En Angostura del Orinoco (Heres), Ciudad Bolívar, se reportó el mayor porcentaje de aumento de casos de malaria de todo el estado Bolívar. Se contabilizaron 4.191 nuevos pacientes palúdicos, lo que significa un aumento del 77,89%, en comparación con los 2.356 que se habían registrado en el primer semestre de 2019.

El 65,3% de todos los casos de este municipio se concentran en las parroquias Zea, Agua Salada y Marhuanta.

En el municipio Piar, los casos de paludismo aumentaron en un 45,64% en comparación con el primer semestre de 2019. En la entidad hay al menos 6.532 contagiados. La mayor cantidad de pacientes con paludismo se reportó en las parroquias Pedro Cova, donde hay 5.746 pacientes (el 88% de los casos del municipio se concentran aquí), y Upata, donde el ISP contabilizó 568.

El entomólogo y coordinador del Centro de Investigación de Campo Dr. Francesco Vitanza, Jorge Moreno, informó que la restricción de movilización por la cuarentena durante la pandemia por COVID-19 es uno de los factores que explica el aumento de casos de malaria en los municipios del norte del estado Bolívar, por la permanencia de personas infectadas en estos lugares que no pueden trasladarse nuevamente a las zonas mineras y crean nuevos focos de infección en estos centros urbanos y rurales.

“La gente positiva con carga parasitaria se está quedando en esas zonas y se están instaurando focos, o brotes de malaria en esas zonas donde o no había o había muy poca (malaria), esa puede ser la correlación entre malaria y COVID-19”, explicó.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) está particularmente preocupada por la propagación de la COVID-19 en zonas endémicas por paludismo, como el estado Bolívar, porque una suspensión de la lucha antimalárica en zonas con sistemas sanitarios frágiles se traduce en un recrudecimiento de la epidemia.

Caroní en alerta epidemiológica

Caroní se encuentra en estado de alarma epidemiológica porque la cantidad de casos supera los 10 mil desde el 2019 y el brote de malaria permanece activo.

Para el primer semestre de este año, en Caroní se reportaron 13.356 nuevos pacientes palúdicos, en comparación con los 12.867 que el ISP registró en ese mismo período del 2019.

En las parroquias Pozo Verde, Yocoima y Vista al Sol se concentra el 73,8% de los casos de malaria en el municipio. Solo en Pozo Verde hay 5.790 pacientes palúdicos, y en Yocoima 3.092.

El boletín epidemiológico del ISP arrojó que hubo dos muertes confirmadas por malaria en Caroní, y 13 sin confirmar en este período, aunque no explica cuándo habrá una confirmación de estos casos. De acuerdo con la OMS la malaria es una enfermedad que podría ser mortal, esto porque el parásito destruye los glóbulos rojos y puede obstruir los capilares que se encargan de llevar sangre al cerebro y otros órganos. Los síntomas son fiebre, dolor de cabeza, escalofríos y vómito.

Para 2019 se entregaron 1.454 mosquiteros con insecticida para frenar el contagio producido por el mosquito, pero en lo que va de 2020 de acuerdo con el informe, no se han entregado mosquiteros para el control epidemiológico en la entidad.

Moreno destacó que la lucha antimalárica también se ha visto amenazada por la pandemia de COVID-19, por falta de combustible para la movilización del personal epidemiológico, disminución del personal y escasez de insumos.

“Eso está ocurriendo en todo el mundo, las labores de malaria están literalmente paradas en Venezuela, todos los programas de salud están paralizados”, dijo.

Resaltó que también hay dificultades en los puestos de atención de malaria, “no debiera ser en un estado endémico como Bolívar, pero sí está ocurriendo y es casi natural que ocurra”.

Tanto la COVID-19 como la malaria son enfermedades febriles, por eso la Organización Mundial de la Salud (OMS) establece que quienes viven en estas zonas donde abunda la malaria no deben ignorar la fiebre durante la pandemia.

“Las cosas que hay que hacer son esas, diagnóstico y tratamiento, con el agravante de que ahora la sintomatología es parecida, tú no sabes cuándo un paciente viene con COVID o con malaria en una zona endémica como estas, un médico especializado lo puede saber, pero hay que hacer diagnóstico de ambas en estas zonas, porque puede tener ambas enfermedades”, dijo el médico.

El entomólogo destaca que en zonas donde hay focos activos de paludismo es clave ampliar la capacidad de diagnóstico y tratamiento en paralelo con la atención a los casos en aumento de la COVID-19.

El diagnóstico y acceso al tratamiento se dificultan durante la alarma sanitaria, desde el inicio de la cuarentena, enfermos de paludismo han caminado kilómetros en búsqueda de tratamiento por la escasez de combustible y transporte público.

En Caroní, personas procedentes de zonas lejanas de la entidad como Caruachi, Las Morucas, José Félix Ribas y 5 de Julio acudían como podían a los módulos de salud de Las Manoas y Vista al Sol en San Félix porque en los centros de salud cercanos a sus comunidades no había tratamiento o exámenes de gota gruesa.

De acuerdo con el boletín epidemiológico, ni siquiera se reportan entregas de mosquiteros en 7 de 11 municipios del estado Bolívar para controlar el vector.

Malaria disminuye en municipios del sur

El paludismo en los municipios mineros del sur del estado Bolívar que antes eran el epicentro de la epidemia en el territorio ha disminuido por la acción conjunta entre organizaciones no gubernamentales, organismos multilaterales y el ISP.

Para el primer semestre del 2020, los casos de malaria han disminuido más del 40% en Sifontes, El Callao, Roscio y Gran Sabana.

De acuerdo con las cifras oficiales, El Callao es el municipio minero con mayor control epidemiológico de malaria hasta ahora, para el primer semestre del 2020, los contagios disminuyeron en un 82,6%.

De los 27.075 casos que hubo en el 2019 en esta zona endémica, hoy se reportan 4.711.

Para el 2019, en este municipio se entregaron 50 mil mosquiteros. No hay cifras de los mosquiteros entregados este año.

Sifontes fue el epicentro de la epidemia de malaria en Bolívar desde 2016. Hoy registra una disminución de casos de malaria en un 47,07%, eso quiere decir que registra 34.676 pacientes palúdicos en comparación con los 65.509 contagiados registrados el año pasado.

En el municipio Gran Sabana la malaria disminuyó en un 51,07%, hoy se reportan en esta zona 1.828 casos cuando antes se reportaban al menos 3.736.

El 79% de los casos en Gran Sabana se concentran en la parroquia Ikabarú, donde operan minas a cielo abierto. Allí hay 1.446 casos en este territorio habitado por criollos e indígenas pemones.

En Santa Elena de Uairén hay al menos 382 pacientes palúdicos.

En el municipio Sucre se reportó una disminución del 36,58% de los casos de malaria. En junio, la organización Kuyukani denunció que al menos 12 indígenas sanemá de las comunidades Ayawaiña, Troncon y Yudi en el alto Erebato de esta entidad murieron por complicaciones asociadas a la malaria, y exigieron al Gobierno nacional la inmediata atención de la epidemia en estos territorios.

El gobierno no publica la tasa de mortalidad de la malaria entre criollos y comunidades indígenas desde hace 4 años y tampoco la incidencia real de la enfermedad en los territorios indígenas.

Casos por ocupación y zonas

La mayoría de las personas contagiadas de malaria contabilizadas por el Departamento de Salud Ambiental continúan siendo mineros al sur del estado Bolívar. El ISP contabilizó 26.111 mineros enfermos en el primer semestre de 2020.

15.999 personas infectadas trabajan en sus hogares, hay 5.742 agricultores contagiados, 2.324 comerciantes y 8.980 estudiantes que también son pacientes palúdicos.

De acuerdo con el informe, hay 813 casos de malaria importados de otros estados del país, el 71,58% de esa cifra provienen de Delta Amacuro, es decir, 582 pacientes palúdicos.

El 16,48% proviene de Anzoátegui, 6,64% de Sucre, el 2,45% de los casos importados proviene de Amazonas, 1,72% vienen de Monagas, 0,24% de Apure, 0,24% de Guárico y 0,12% de Yaracuy.

En 1961 Venezuela logró eliminar la malaria en un 70% de su territorio, pero con la emergencia humanitaria compleja resurgieron nuevos brotes de la enfermedad. De acuerdo con la OMS, para 2018 el 51% de los casos de malaria en Latinoamérica estaban en Venezuela, y el estado Bolívar es la cuna de la epidemia que parece estar fuera de control en los municipios del norte de la entidad.

No fue posible establecer comunicación con el malariólogo que encabeza la comisión de salud ambiental para el paludismo en Bolívar, Armando Ortega.

Con información de Correo del Caroní

Ir a la barra de herramientas