Asociaciones que se encargan de la alimentación de 170 adultos y 80 niños del municipio Sotillo aseguran que no se dan abasto, a pesar de la ayuda que reciben de públicos y privados

“La comida que nos dan en el refugio es la única que llena nuestros estómagos diariamente. No tenemos más nada que comer”. Fueron las palabras de Luis Gutiérrez, quien a sus 84 años de edad, visita a diario la Asociación Refugio de la Divina Misericordia, ubicada en la calle Los Cocos de Puerto La Cruz.

La fundación sin fines de lucro, dirigida por un grupo de mujeres católicas, pertenecientes a la Iglesia Santa Cruz, se ha dedicado durante 12 años a alimentar a personas de la jurisdicción que se encuentran en situación de calle.

La directora del refugio es Raquel Jiménez, y ella asegura que todos los días atienden a 170 personas en la sede porteña. “Tratamos de garantizar el almuerzo de todos los que acuden aquí, pero muchas veces tenemos que hacer maromas”.

Ella cuenta que reciben dotación por parte de entes públicos y de empresas privadas de la zona; sin embargo los rubros no son suficientes.

Quienes asisten a diario al comedor porteño comienzan a llegar al lugar desde las 8:00 de la mañana y a las 11:00 forman la cola para entrar.

Una de las que visita el refugio es Elena Cova, quien tiene 63 años de edad y asegura que vive sola en la localidad.

“No tengo quien me ayude a comprar mis alimentos y no cuento ni con una pensión. Vengo desde hace tres años a comer porque aquí también recibo la palabra de Dios y la comida es gratis”.

La sede donde funciona el comedor es alquilada y, según cuenta Jiménez, cada vez se les hace más cuesta arriba cubrir los gastos que el uso de la misma implica.

Para niños

En el sector Los Cerezos de Puerto La Cruz, está el segundo comedor, el cual fue fundado hace ocho años y llamaron Refugio de los Niños en Situaciones de Riesgo.

Allí atienden a 80 pequeños y adolescentes cuyos padres carecen de recursos para garantizar su alimentación diaria.

Raquel Jiménez explica que además los incentivan a estudiar y les organizan actividades recreativas para que pasen todo el día en el lugar.

“Son pequeños que necesitan amor y atención. Después que los atendemos regresan a sus hogares”.

Comentó que 80% de los muchachos que visitan el comedor de Los Cerezos van por su propia voluntad.

“Agradecemos toda la ayuda que recibimos, pero necesitamos un poco más de colaboración”.

Jiménez aseguró que han comenzado a cerrar los comedores los días lunes de cada semana para rendir los alimentos, pues los que tienen en el almacén no alcanzan para todos. “Nos aseguramos de evitar que alguna persona quede sin comer”.

Necesitan ayuda

La directora de los dos comedores gratuitos católicos que están en el municipio Sotillo, Raquel Jiménez, pide colaboración a todo ente público y privado que pueda hacerlo. Quienes deseen ayudar pueden comunicarse al número de teléfono 0281-6355963.

FUENTE: CON INFORMACIÓN INFORME21

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