“Por favor, señor. Me puede dar un pedacito de su perro caliente”, dijo Jeanpier con los ojos llorosos. Vestido con bermudas y una camiseta que en algún momento fue blanca, pero se veía gris por el sucio, el niño merodeaba buscando algo para comer. Eran las 8:00 pm en un puesto de comida rápida en la plaza Luis Brión de Chacaíto.

Después de oír la petición del niño le dieron el alimento y él dio tres mordiscos desesperados a un perro caliente. La vergüenza era evidente en su rostro, pero esto no importaba porque ya tenía algo en su estómago.

El episodio anterior es el panorama diario de los venezolanos de escasos recursos, que incluye la imposibilidad de adquirir alimentos. Niños y adolescentes se ven obligados a salir a las calles en busca de un bocado que calme su ansiedad. Muchos aseguran que sus padres los incitan a pedir.

Las personas que consumen alimentos en los puestos de comida rápida de Chacaíto, en Caracas, ahora deben convivir con los niños que piden alimentos, incluso la solicitud puede ser  grupal.

“Mi mamá está por allá bien lejos esperándome. Mi hermano está pidiendo comida en el otro carrito. Nosotros vivimos en El Cementerio”, agregó con inocencia Jeanpier, mientras explicaba que debía regresar temprano a su hogar para levantarse al día siguiente y continuar con sus estudios de tercer grado.

El niño de ocho años contó que su madre los lleva a él y a su hermano a la plaza con cierta frecuencia para poder alimentarse. En su casa “casi nunca” hay comida.

Chacaíto, uno de los sectores más transitados de la ciudad por su fácil conexión con todas las zonas de Caracas, también es el lugar donde los transeúntes pueden constatar con desasosiego la situación de niños que piden comida al inicio del bulevar de Sabana Grande.

A la feria del Centro Expreso Chacaíto entran hasta cinco niños juntos suplicando por trozos de pizza, churros, yuca frita o lo que sea que satisfaga sus necesidades. Los vigilantes, dudosos, los obligan a salirse del recinto para no ocasionar molestias a los consumidores.

“Te ven caminando con un refresco y ya te lo quieren quitar. Y si les sirves en un vasito y les parece poco, te salen con una patada”, aseveró Victoria Peñalver, quien recorre todos los días Chacaíto para trasladarse hasta su trabajo en Chuao, en el municipio Baruta.

“El hambre en este país cada día es mayor y no hay nadie quien se encargue de esos pobres niños (…) Y con eso de que no hay comida en esta ‘vaina’, ¿quién puede culpar a los padres de esas criaturas que no tienen nada que darles? (…) ¿Cuándo será el día en que esta pesadilla acabe?”, se preguntó la mujer.

Pidiendo para mamá

Tomando en cuenta que muchas personas no le negarían el alimento a un niño, existen padres que, invadidos por la misma hambre que sus hijos, les enseñan a pedir comida para que después se las lleven.

Carolina Estrada relató que fue testigo de cómo una niña -de aproximadamente siete años – le llevó a su madre los tres pedazos de pizza que ella le había regalado mientras comía en un centro comercial.

“He visto a esas madres que ponen a sus muchachitos a pedir por ellas. Pasan horas sentadas aquí en la feria (…) Primero mandan a sus niños a pedir para que coman, luego los vuelven a mandar a pedir para que les traigan algo”, explicó Estrada.

La ciudadana lamentó que niños tan pequeños sean puestos en tipo de situaciones, cuando para su edad “deberían quedarse en sus casas viendo caricaturas y jugando con sus juguetes”.

Promesa incumplida de la revolución

Una de las principales promesas del gobierno del fallecido presidente Hugo Chávez, durante su primera campaña electoral, fue resolver la situación de los niños necesitados en las calles.

“No pueden haber niños de la calle en Venezuela, me lo prohibo a mí mismo (…) Yo seré el primer culpable si hay niños en la calle”, dijo Chávez en 1998 antes de asumir la Presidencia.

En 2009 Chávez aseguró desde la Asamblea Nacional que ya no había niños que vivieran en situación de calle en Venezuela. El mandatario aseveró que el tema se resolvió mediante las nuevas políticas del Estado Mayor ante esta problemática social y multicausal.

Ocho años después de la aseveración y a cuatro años después de la muerte de Chávez, decenas de niños y adolescentes habitan hoy en el bulevar de Sabana Grande y en sus zonas aledañas. Esta situación la pueden constatar los ciudadanos que transitan el sector a diario.

El pasado 20 de marzo dos sargentos del Ejército fueron asesinados por una banda de niños que perpetraron el delito con armas blancas.

Aunque los hechos de este caso no han sido totalmente aclarados, autoridades ya confirmaron que se trató de un grupo de menores de edad que viven en esa área de la ciudad y que caminan esas calles en altas horas de la madrugada.

Fuente: El Nacional

Fecha: 30 de marzo de 2017

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