Cocinar en leña o con artefactos eléctricos es la solución de quienes viven en estas zonas. Un cilindro puede costar hasta cinco salarios mínimos.
En los cinco municipios del eje Sur del Lago el padecimiento de las familias es que no cuentan con gas doméstico, por lo que deben encender ramas de árboles secos en hornillas improvisadas o recurrir a artefactos eléctricos para preparar almuerzos y cenas.
José Sánchez, quien reside en la zona sur de Santa Bárbara en el municipio Colón, es padre de cuatro hijos y cada tarde busca troncos de leña en camellones para que su esposa cocine los alimentos. Contó que en su sector llevan cinco meses sin comprar bombonas de gas doméstico.
En esos sitios nadie provee el servicio: ni empresas ni dirigentes sociales. «Se olvidaron de nosotros, que cada quien resuelva como pueda», comenta el hombre, resignado a prender fuego para poder cocinar y comer.
En una situación similar a la de José vive Mariela Campos, a quien el gas de la bombona se le terminó en marzo y debe encender un sartén eléctrico para cocinar arroz, granos y plátanos. «Termino una cosa y luego monto otra», dice la mujer que vive en la parroquia San Carlos y que sólo puede cocinar cuando hay electricidad. Su reto diario es hacer arepas en una tostadora y a duras penas hace un sofrito para rellenarlas.
A la falta de gas en las zonas, se le une el racionamiento eléctrico. Padecen hasta ocho horas sin luz y eso también les afecta para encender las hornillas.
En medio de la crisis y el lapso de cuarentena social, se las ingenian para preparar la comida. Los consultados dijeron que los consejos comunales de sus comunidades dejaron de vender las bombonas y en consecuencia no tienen gas para las labores diarias.
En el Sur del Lago, una bombona de 43 kilogramos cuesta 80.000 pesos colombianos, unos cuatro millones de bolívares y el equivalente a cinco salarios mínimos en Venezuela.
«No nos alcanza para comprar comida, mucho menos para un cilindro bachaqueado», comentó José Sánchez.
Con información de El Pitazo