La directora de Copred informó que el lunes 22 comenzarán unas mesas técnicas en las cuales ingenieros, arquitectos y especialistas en patrimonio presentarán propuestas para evaluar cuál será la mejor opción para restaurar el tramo del techo de la UCV que se fracturó.
A las 12:30 del mediodía de lo que hubiese sido un miércoles regular de clase, el techo de un tramo de los pasillos cubiertos de la UCV cedió y se derrumbó contra el piso debido a las fracturas que poco a poco habían socavado la estructura de concreto armado, un tramo que forma parte del paisajismo de casi un kilómetro y medio de caminerías diseñadas con techos en forma de bovedillas acanaladas.
La imagen del pasillo obstruido por los escombros del techo quebrado por la mitad no necesitó de más simbología: el quiebre de la planta física se corresponde con una larga lista de fracturas estructurales que se han ido acumulando desde hace más de diez años debido a la precariedad en el mantenimiento de la Ciudad Universitaria de Caracas, que hace 20 años hinchaba de orgullo a los ucevistas y a los venezolanos al ser declarada Patrimonio Mundial de la Humanidad por la Unesco.
El primer punto en el causal de explicaciones apuntan a un presupuesto deficitario y reconducido que hace imposible la planificación a mediano y largo plazo: desde 2008 los sucesivos ministros de Educación Universitaria y la Oficina de Planificación del Sector Universitario (Opsu), fueron disminuyendo la partida requerida para la infraestructura hasta hacerla casi inexistente. En 2019, a la oficina del Consejo de Preservación y Desarrollo (Copred) el ente que tiene la competencia del mantenimiento y protección patrimonial de la Ciudad Universitaria, le asignaron 80.000 bolívares para su funcionamiento, en un país en el cual una resma de papel supera el millón de bolívares.
La arquitecta Aglais Palau, directora de Copred, explicó que aún no se han determinado las causas que ocasionaron el quiebre de la estructura, pero el diagnóstico realizado por los ingenieros patólogos estructurales indican que hay filtraciones, drenajes, tuberías tapadas y fallas en la capa asfáltica que recubre el techo pretensado por lo que presumen que pudo colapsar luego de las fuertes lluvias ocurridas en los días previos y que generaron el «efecto piscina» que acumula agua y socava con grietas la estructura de la viga.
El techo caído conmovió y movilizó a la comunidad universitaria, a las autoridades y a funcionarios del gobierno quienes se presentaron en el campus y conversaron con la estructura desplomada a sus espaldas. La misma tarde del miércoles 17, la rectora de la UCV, Cecilia García Arocha, y el ministro de Educación Universitaria, César Trompiz se presentaron en el lugar e intercambiaron impresiones de las posibles soluciones.
La oferta del ministro Trompiz fue enlazar y poner a disposición el plan Venezuela Bella, un ente gubernamental presidido por la ingeniera y ucevista Jaqueline Farías, quien se presentó la mañana del día jueves 18 a realizar una inspección personalmente.
La presidenta de Venezuela Bella caminó silenciosamente por los pasillos que había cruzado cientos de veces durante su época de estudiante. Observó el estado de las vigas, cruzó en medio de la maleza crecida que le alcanzaba la altura de la rodilla y se detuvo a pocos pasos de una gotera que cae incesante por las tuberías descubiertas. Escuchó las solicitudes que le hiciera Carmen Yegres, directora de mantenimiento, y le preguntaba a cada tanto mientras asentía con la cabeza. «¿Y por qué no se ha hecho la limpieza? ¿desde cuándo no se hace un mantenimiento general? ¿Y por qué no tienen implementos?».
La respuesta se hizo seca y tajante «Porque no tenemos recursos». Un grupo de dirigentes estudiantiles se acercó y le cuestionaba «¿Usted sabe por qué no tenemos recursos?». Farías no respondía. Solo seguía asintiendo a la lista de carencias que le enumeraba Yegres, quien junto a la directora de Copred, le explicaban a la funcionaria del gobierno de Maduro que sin partida presupuestaria es poco lo que pueden hacer porque es menos del 1% de lo que envía el ministerio, el resto del monto apenas cubre la nómina.
La respuesta de Farías agrietó más el encuentro «pregunten cuál es el sueldo de la rectora». Un grupo de docentes que escuchaba alrededor le replicaron a la funcionaria «lo que sí le puedo decir es el monto de mi sueldo y le aseguro que no alcanzaría ni para imprimir una hoja de este informe».
Al mismo tiempo que Farías también llegaron otros egresados expertos en ingeniería de materiales que tomaron fotos, hicieron cálculos, pusieron su experticia a la orden. Docentes y egresados de la facultad de Arquitectura de la UCV hicieron lo propio, los estudiantes se pusieron a la orden para hacer la limpieza respectiva, y no faltaron las manos de urbanistas y restauradores para trabajar en lo que haga falta. Pero además de coincidir en la disposición de colaborar, todos los caminos apuntan al mismo canal: para atender el problema de raíz, más que buena voluntad se necesitan recursos.
Carmen Yegres, directora de mantenimiento de la UCV, escuchaba atenta las observaciones y ofertas de todo lo que se debe hacer: destapar los drenajes, podar adecuadamente la vegetación del entorno, limpiar con frecuencia los techos acanalados, cortar la maleza, atender las filtraciones, revisar las instalaciones eléctricas y las luminarias. «Todo eso es ideal pero la realidad es que ni siquiera tenemos dinero para comprar un bombillo.
En un día la universidad necesita 1.500 bolsas negras de basura para recoger la maleza, contratar un camión para que saque los desechos cuesta dinero. Desde que empezó la cuarentena los obreros no han podido trabajar, no tenemos botas de goma, guantes, ni rastrillos o cepillos para barrer ¿cómo les digo que se monten en un techo si ni siquiera tienen una bolsa donde echar las hojas que recogen?».
Por ejemplo, para levantar la estructura se necesitan tubos que permitan apuntalar como columnas temporales el tramo caído. «No tenemos materiales para apuntalar y eso no se puede hacer con cualquier cosa», agrega Yegres.
De igual manera, la directora de Copred respondía una y otra vez a todo el que iba llegando para poner a la orden los conocimientos que se forjaron en esos mismos pasillos, que la prioridad es la evaluación técnica. «El último mantenimiento profundo que se realizó a esta infraestructura se hizo en agosto de 2019. Estos son trabajos que no se pueden hacer a medias y tampoco podemos hacer reparaciones sin saber técnicamente qué ocurrió».
Por eso Palau aprovechó la concurrencia para que los profesionales con conocimiento técnico asistan con propuestas en la mano a las mesas de trabajo que inician el lunes 22, donde participarán además del equipo de Copred, el Instituto de Patrimonio Cultural (IPC), el Instituto de Materiales y Modelos Estructurales (IMME), la Facultad de Ingeniería y la de Arquitectura y Urbanismo de la UCV, la OPSU y el Ministerio de Educación Universitaria.
La Asociación de Amigos y Egresados de la UCV, también se puso a la orden y están a la espera de la evaluación técnica para iniciar un plan que permita la recuperación de este y los demás espacios deteriorados de la Ciudad Universitaria.
Por ahora aunque el derrumbe siguen atrayendo visitas y lamentos, el tramo fue acordonado y se cerró el tránsito por el pasillo para evitar riesgos, aunque debido a la cuarentena la universidad no ha podido reanudar la más mínima actividad y por lo tanto no hay mucha gente que lo recorra.
«Luego del informe final es que se puede saber si se tiene que demoler o no, cuál será la manera en la que se hará la restauración. Nosotros generamos el informe que se entregará a la rectora para que se pueda tomar la decisión», expresó Palais.
La Unesco expresó a través de su cuenta en Twitter: «Se desploman parte de los Pasillos Cubiertos de la Ciudad Universitaria de Caracas de la UCV, sitio del Patrimonio Mundial. La Unesco expresa su preocupación por el estado de esta obra maestra de la arquitectura moderna y está dispuesta a ayudar a las autoridades locales».
A pesar de que las fracturas abrieron más de un debate en torno a las responsabilidades de las condiciones patrimoniales, la directora de Copred asegura que su equipo tiene reuniones dos veces al año con la comisión de la Unesco y no se ha contemplado que la Ciudad Universitaria entre en la lista de riesgo.
La razón no es motivo de alivio: un hecho de este tipo se queda corto ante la situación que sufren otros patrimonios venezolanos que están en peores condiciones. «La Ciudad Universitaria no está en la lista de riesgo pero el motivo es para preocuparse: un riesgo más grave corre La Vela de Coro y especialmente Canaima que está siendo arrasada por la minería ilegal«, dice Palau.
Con información de Tal Cual