Muchos adolescentes y niños pasan las vacaciones escolares haciendo colas para comprar alimentos y productos de primera necesidad. Es un plan familiar para poder abastecerse. Hay quejas de maltrato por parte de funcionarios de seguridad. Desde el 2007 advertían sobre lo que se avecinaba y no fueron tomados los correctivos.
Nathalia tiene 13 años y pasará sus vacaciones escolares haciendo colas desde la madrugada para ayudar a sus padres a comprar los alimentos.
No es la única. Necesidad obliga y no hay dinero para pagar campamento vacacional, por muy barato que suene.
A Nathalia la acompaña el abuelo. “No me atrevo a dejarla sola porque a veces se arman peleas o llegan motorizados disparando para que la gente se salga de los puestos y ellos los ocupan”.
La mamá de la adolescente está en otro supermercado y la abuela también hace su cola. Es el plan familiar de muchos venezolanos en agosto, tradicional mes de descanso y esparcimiento.
Son muchas horas de espera, a veces para terminar con las manos vacías y la frustración en el rostro. Los comentarios son diversos pero todos apuntan a responsabilizar al gobierno del desabastecimiento. No creen que exista guerra económica alguna, “y si existe el gobierno la está perdiendo de calle”, afirma Eduarda, quien pasó la noche haciendo la cola en el Unicasa de San Antonio de Los Altos.
Eduarda, como la gran mayoría de quienes viven la angustia de hacer una cola sin saber si de algo servirá, no es seguidora de cifras macroeconómicas. Si lo fuera, sabría que desde diciembre de 2007 los estudiosos del tema advertían lo que se aproximaba. Y lo peor: los responsables nada hicieron para evitarlo.
Ya se apreciaba desabastecimiento de leche, carne, aceite, pasta alimenticia y papel higiénico. El control de cambio tenía 4 años.
José Guerra, economista, refirió algunas cifras en aquel momento: la producción de leche disminuyó de 1.410 millones de litros en 1998 a 1.150 millones de litros en 2006. ( Últimas Noticias, 3/12/2007, pág. 48)
En el referendo de 2007, en el que Hugo Chávez pedía reformar la Constitución Bolivariana, reconoció que 3 millones de seguidores no lo respaldaron: “Estoy convencido de que siguen con nosotros pero no fueron a votar” y consideró que «No es una derrota, es otro por ahora».
Parecía no darle importancia a lo que reflejaban algunos medios de comunicación impreso que no podían ser acusados de formar parte de “la guerra económica. Ejemplos:
– «En el Central Madeirense de la avenida Fuerzas Armadas había mucha gente comprando y algunos estantes, como el de la Harina Pan y el de atún, lucían vacíos (…) En todos los lugares visitados hubo leche, la cual fue colocada en los anaqueles temprano en la mañana pero ‘no duró ni una hora’ «. (Últimas Noticias, 1/12/2007, pág. 23)
-«Se armó una señora cola para comprar 4 kilitos de leche (…) A los Mercal de Zamora llegó pollo, pero los cerraron a las 11 AM para irse a la marcha del sí».
– En Makro de Guarenas «en menos de ocho horas, el gentío agolpado a las puertas del local desde las 8 AM, arrasó con un estimado de 10 mil bolsas (de leche) de 800 gramos cada una. El precio por unidad fue Bs 9 mil (Bs. F 9,00). El costo regulado es Bs. 12 mil 530 (Bs. F 12,53)» (Últimas Noticias 1/12/2007, pág. 39).
Vivir muriendo
Han pasado 9 años de aquel referendo, el primero que perdió Chávez y estamos en las puertas de otra consulta. Esta vez podría significar la salida del designado por quien fuera “líder de la revolución”. El resultado se podría predecir escuchando las conversaciones de quienes hacen las colas:
– Para comprar comida y productos básicos hay que buscar en diversos lugares, incluso fuera del lugar de residencia. Hay que zanquear de un lado a otro sin parar. Yo vivo en Barlovento. Allá no se encuentran los alimentos y si por casualidades de la vida conseguimos algo, vienen a precios astronómicos, incomprables, por lo que hay que recurrir a los productos regulados.
– Actualmente comemos para sobrevivir y llenar el estómago, pero no nos estamos nutriendo. Estoy anémica y se me cae el cabello a grandes cantidades.
– Estar en una cola para comprar comida o adquirir productos básicos es arriesgarse a que te golpeen, a que te empujen, a que te humillen, a que te falten el respeto con groserías, a que te den una puñalada y perder la vida. Los maltratos y abusos provienen de las mismas personas que hacen las colas y de los funcionarios de la Policía y la Guardia Nacional, los cuales permiten miles de injusticias.
Las historias se repiten. El 22 de marzo de 2011 Hugo Chávez afirmó: “…el socialismo libera del vivir muriendo al pueblo y lo pone a vivir viviendo, eso es una realidad”.
Hoy, 5 años después de esa afirmación, los venezolanos pasamos del “ta’ barato dame dos” a vivir muriendo en una cola eterna sin saber si tendrá algún objetivo. Esperar horas y horas para comprar cuatro rollos de papel higiénico o tres kilos de harina. Y adolescente como Natalia, forzados a pasar sus vacaciones madrugando a las puertas de supermercados. Eso es vivir muriendo.
FUENTE: INFORME21