Venezuela enfrenta una crítica escasez de gasolina como consecuencia, primero, de la destrucción de la industria petrolera nacional y, en segundo lugar, por las sanciones tomadas por el gobierno de EEUU que lejos de lograr su objetivo de sacar a Nicolás Maduro del poder, lo han atornillado, dándole además elementos a su discurso para excusar la crisis humanitaria que enfrenta el país antes de las medidas estadounidenses

La escasez de gasolina se recrudece un año después de que la administración de Nicolás Maduro aplicara, desde del 1º de junio de 2020, un esquema de distribución y suministro de combustibles con el que puso fin a décadas de subsidio. El plan anunciado consistió en vender gasolina en 200 estaciones de servicio a un precio de 0,50 dólares por litro y en el resto a 5.000 bolívares, con un límite de suministro mensual de 120 litros por vehículo y 60 litros para las motos cuyos dueños estuviesen inscritos en el sistema patria.

La intención de Maduro con el aumento de la gasolina era supuestamente cubrir el costo de la importación del combustible desde Irán. «La gasolina que hemos traído de otros países, de nuestra hermana Irán, la hemos pagado en dólares. Mucha gente me propone, y yo estoy de acuerdo, que hay que cobrarla», dijo días antes de anunciar el incremento.

Sin embargo, en el año que lleva el nuevo esquema de venta del combustible el precio anunciado de 5.000 bolívares para la venta en 1.368 estaciones de servicio bajó 96% por la devaluación de la moneda nacional. En otras palabras, pasó de $0,025 a $0,001. Esto quiere decir que se regresó a la situación de antes del incremento. Prácticamente se está regalando otra vez la gasolina.

«Los 5.000 bolívares no representan nada, al igual que aquella vez. Se sigue regalando la gasolina», dice el economista Luis Oliveros.

Por otro lado, la devaluación de la moneda nacional hizo que la cantidad que debe desembolsar un conductor en una estación de servicio «internacional» si va a pagar en bolívares sea mayor que un año atrás. El precio del litro de combustible en estas bombas, que está fijado en $0,50, subió de 97.961 a 1.551.122 bolívares, en promedio, un incremento de 1.483%.

El 1º de junio de 2020 un conductor que iba a echar 40 litros debía dar en estas bombas «internacionales» un total de 3,9 millones de bolívares. Hoy poco más de 62 millones, lo que significa un problema porque a veces las gasolineras no tienen el cambio en dólares, por lo que queda la opción de pagar en moneda nacional, pero en estos momentos es difícil para muchos tener bolívares tanto en efectivo como electrónicos.

Oval Peralta, transportista público, llegó a la larga cola de una estación de servicio en La Bandera, al suroeste de Caracas, a las 9:00 pm del domingo 16 de mayo. En el vidrio del parabrisas tenía escrito el número 112. A las 10:30 am del día siguiente era el penúltimo. Ya tenía, pues, más de 12 horas esperando para llegar a repostar apenas los 70 litros de gasolina que estaban suministrando en la bomba, que le rinden para hacer apenas cuatro vueltas de la ruta que cubre de San Martín a Petare. «Ya el miércoles (dos días después) tengo que volver a hacer cola», dijo.

«Yo no soy chavista ni opositor, pero lo que hizo Maduro fue una estupidez y una mamadera de gallo que no sirve y que se ha prestado para que venga la robadera. Por más litros tienes que dar más dinero a quien sea para que te terminen de llenar todo el tanque. Te lo ponen difícil para que te desesperes y sueltes la plata por echar un chorro adicional de gasolina. Ahora quién saca a esos colectivos apoderados de cada bomba», dijo Oval Peralta, transportista público.

Peralta tenía más de 12 horas esperando para llegar a repostar apenas los 70 litros de gasolina que estaban suministrando en una estación de servicio en La Bandera, al suroeste de Caracas, que le rinden para hacer apenas cuatro vueltas de la ruta que cubre de San Martín a Petare. «Ya el miércoles (dos días después) tengo que volver a hacer cola», dijo.

Ricardo, también transportista público, había llegado a la cola el día anterior. A las 8:00 pm se fue a su casa y su hermano se quedó en la camioneta hasta las 7:00 am, cuando él regresó. Le habían escrito el número 106 en el parabrisas. Su rostro denotaba cansancio y frustración luego de pasar horas en una cola para acceder a apenas 70 litros, que no llenan ni la mitad del tanque de la unidad, que tiene una capacidad de 160 litros.

«A veces el bombero le echa unos litros más a uno y uno le regala algo, porque 70 litros alcanzan para tres vueltas y media. En cada una uno gasta 20 ó 22 litros. Tengo que hacer cola dos veces a la semana. Hoy trabajo un poco en la tarde y mañana en la mañana para en la noche volver a hacer la cola», relata el conductor, quien cubre la ruta Turmerito – San Luis.

«La situación ha empeorado en relación a los últimos meses al menos en la capital», asegura Oliveros.

La crisis de los combustibles es consecuencia, primero, de la destrucción de la otrora ejemplar industria petrolera nacional y, en segundo lugar, de las sanciones tomadas por el gobierno de EEUU que, lejos de lograr su objetivo de sacar a Nicolás Maduro del poder, lo han atornillado, dándole además elementos a su discurso para excusar la crisis humanitaria que enfrenta el país desde 2013, mucho antes de las primeras medidas estadounidenses impuestas en 2017.

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Con información de Tal Cual

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