A diario miles de venezolanos salen a la calle en busca de alimentos básicos: arroz, harina, leche, azúcar, pasta, margarina, aceite, entre otros insumos que son considerados de primera necesidad en cada hogar. Para obtener al menos un kilogramo de alguno de esos rubros el consumidor debe someterse a una kilométrica cola en la que, sin lugar a dudas, se vulneran una gran cantidad de derechos humanos, en especial el derecho a una vida digna.
“La preeminencia de los derechos humanos” es un valor fundamental contemplado en el artículo 2 de la Constitución Nacional de la República Bolivariana de Venezuela, el cual se complementa con lo estipulado en el artículo número 3: “El Estado tiene como fines esenciales la defensa y el desarrollo de la persona y el respeto a su dignidad, el ejercicio democrático de la voluntad popular, la construcción de una sociedad justa y amante de la paz, la promoción de la prosperidad y bienestar del pueblo y la garantía del cumplimiento de los principios, derechos y deberes reconocidos y consagrados en esta Constitución”.
La dignidad es el principal derecho vulnerado en la crisis alimentaria que se vive desde el año 2013, época en la que comenzaron a registrarse colas de ciudadanos en busca de comida. Según Hisveth Fernández, psicólogo social, “hacer cola para acceder a los productos básicos de alimentación y de higiene personal, representa en sí misma una vulneración del derecho a una vida digna”.
Este derecho, aclara, implica que todas las personas puedan obtener los bienes requeridos para satisfacer sus necesidades y eso les permita vivir con dignidad. “El hecho de que para todo se deba hacer una cola y así poder librarse de un pago excesivo de los productos, es una vulneración del derecho a una vida digna, a modo general”.
El derecho a la alimentación es otro de los indicadores vulnerados, “porque la mayoría de las colas que se registran a diario están vinculadas a productos alimenticios, cuando estos deberían conseguirse de forma oportuna, inmediata y suficiente”, lo cual se relaciona de forma directa con el derecho a la salud.
“La alimentación es la base para tener una vida sana y saludable, por ende el acceso a la alimentación es un derecho fundamental para mantener la vida digna, de allí que todos los derechos están relacionados entre sí. El derecho general a una vida digna se vulnera cuando se debe hacer cola para conseguir productos, por ende se produce la vulneración del derecho a la alimentación y cuando no se tienen los alimentos necesarios se vulnera también derecho a la salud física y mental, dado el nivel de estrés, angustia, ansiedad, incertidumbre y frustración que se genera en cada persona”.
Sectores vulnerables
Son muchos los derechos vulnerados en el país debido a las políticas económicas erradas y la inadecuada gestión de los recursos que requiere la población, y existen sectores de la sociedad que se ven más afectados que otros.
La especialista aclara que es el Estado quien viola los derechos y las personas contribuyen en el hecho al cometer delitos y generar circunstancias propicias para la vulneración.
“La gente más pobre y con menos recursos económicos es la principal afectada, debido al acceso limitado”, explica Fernández. “Dentro de ese nivel de pobreza, que alcanza al 87% de la población, están grupos vulnerables como los niños y adolescentes, las personas de la tercera edad y las mujeres de todas las edades”, añade.
Las mujeres destacan como las más afectadas porque son quienes llevan a cuestas la responsabilidad de garantizar que todos los integrantes del núcleo familiar se alimente de forma adecuada, tenga acceso a la salud, seguridad, recreación y bienestar. “Estamos encargadas del equilibrio entre la satisfacción de las necesidades y la vida misma de la familia, por eso cuando nos enfrentamos a esta situación de crisis hacemos un esfuerzo doble y nuestra salud mental y física corre riesgo”.
A las personas de la tercera edad también se le vulneran derechos, porque aunque tienen una cola aparte existen elementos que les afectan como el hecho de que son menos los beneficiados. “Solo les dan 80 números y a quienes se encuentran en la cola general les reparten 300, por ejemplo; además, estas personas están sometidas a la presión de los revendedores o bachaqueros, y deben someterse a esperas de tres y cuatro horas para comprar el rubro que requieren, lo cual incide en su salud”.
Lo mismo pasa con las embarazadas que son vistas como una molestia cuando pasan primero o cuando se someten a estrés por la exigencia de constancias médicas o ecografías para que puedan comprar fórmulas maternas o pañales.
“Es un abuso y un irrespeto a las personas lo que vivimos todos”, concluye Fernández.
Según la Ley Orgánica para la Protección del Niño, Niña y Adolescente (Lopnna), esta población es prioridad para el Estado y no debe estar sometida a situaciones que afecten su estabilidad emocional, y lamentablemente también se han visto involucrados en las colas. “Nuestros niños y adolescentes hacen cola, se ven en la necesidad de marcarle la cola a sus padres con lo cual su integridad física corre riesgo ante un posible hecho violento”.
-¿La población está consciente de que sus derechos están siendo vulnerados?
-No, porque en la medida en que una población se somete a la sobrevivencia no hay conciencia de los derechos; la gente está pensando cómo hacer para no morirse de hambre y ello baja los niveles de conciencia colectivos. Hay un Estado ausente, que ha colocado a los militares no preparados para controlar a la ciudadanía bajo los principios de normas de convivencia.
-¿Quién defiende a quién?
-La gente es quien debe organizarse para garantizar que se respeten sus derechos y quienes trabajamos en esta área debemos ser esas voces recordatorias de que los derechos existen, yo lo hago en cada cola en la que participo. No podemos aceptar convertirnos en borregos que aceptamos malos tratos a cambio de un paquete de comida.
En las colas no es fácil tener conciencia ciudadana, advierte, pero se debe hacer el esfuerzo y en ello los medios, las organizaciones e instituciones tienen un papel fundamental, porque es necesario refrescar los valores. “Además la gente debe incorporarse a la actividad social y política- no partidista, porque es la única manera para dar el salto hacia un cambio democrático y pacífico”
FUENTE: EL IMPULSO
28 de agosto de 2016