La llegada de la pandemia del coronavirus al mundo trajo consigo la necesidad de implementar políticas que intentaran frenar el contagio de la enfermedad. Una de ellas fue la del confinamiento obligatorio de la economía, exceptuando algunos sectores prioritarios como salud, alimentación, transporte de bienes esenciales entre otras excepciones. Durante varias semanas, el mundo trabajó bajo esta modalidad. Aún se discute si el confinamiento absoluto pudo evitar que el virus chino se instalara en los cinco continentes.
En Venezuela, el régimen de Nicolás Maduro estructuró un esquema denominado 7 + 7 el cual consiste en alternar una semana de restricciones a la movilidad y al trabajo con otra de libertad de acción a varios sectores económicos. Hay semanas en donde funcionan 14 y hay otras en donde abren 24. Es lo que el líder oficialista llama la flexibilización “amplia, general y perfecta”.
Esta medida no tuvo una buena acogida entre los comerciantes. Aseguran que si bien comprenden que está diseñada para evitar posibles contagios, su impacto en las ventas y en la actividad económica ha sido significativo.
Reportan caída de 90% de ventas en cuarentena
Un ejemplo de esta situación es el de Andrea Gutiérrez*, comerciante con más de una década en el sector textil y propietaria de una fábrica de bolsas ecológicas. Ella asegura que este esquema no funciona.
“Por esta zona (centro de Caracas) no se cumple realmente ese esquema que anunciaron. Esta es una situación insostenible, no podemos trabajar una semana si y otra no”, indica Gutiérrez para El Diario.
Sostiene que en su caso, debido a su tipo de negocio, es inviable plantearse la posibilidad de trabajar a distancia, pues las tres empleadas que tiene en nómina no cuentan con las máquinas para hacerlo.
Comenta que su empresa se ha visto afectada también por otros factores ajenos al esquema de trabajo impuesto por el régimen. Uno de ellos es la imposibilidad de reponer sus inventarios con la materia prima que necesita para confeccionar las bolsas que comercializa.
Esto se ha traducido en mayores lapsos para la entrega, lo que puede llegar a significar oportunidades de negocio desaprovechadas ante la falta de material.
Si no se puede reponer la materia prima una empresa de producción básicamente no tienes las herramientas para poder trabajar” Andrea Gutiérrez*
Precisa que para poder brindar un servicio de calidad y con una atención rápida es imprescindible tener a la mano inventario con el cual poder confeccionar las bolsas.
Gutiérrez agrega que reponer los insumos también se ha dificultado debido a la hiperinflación que vive el país, pues esto ha ocasionado que el precio de todos los insumos que requiere para trabajar se hayan disparado. Ello implica unos mayores costos de producción y menores márgenes de ganancia. A todo esto se suma el hecho de que sus ventas han caído al menos en un 90% desde que inició la cuarentena.
Además del cierre de la economía Maduro emitió decretos en apoyo al sector comercial, según su criterio. Uno consiste en suspender el cobro de alquileres desde el 23 de marzo, fecha en la que se publicó el decreto N° 4.169.
En dicho documento se detalla que la medida afectaba los cánones de arrendamiento tanto de inmuebles de uso comercial, como de aquellos utilizados como vivienda principal.
Sin embargo, asegura que esta decisión no se ha cumplido. Andrea Gutiérrez habla con conocimiento de la situación pues en lo que va de año ha tenido que cancelar religiosamente todos los meses el monto correspondiente al alquiler del local donde está ubicada su fábrica.
Durante el último semestre, esta empresaria no solo ha tenido que continuar cancelando el canon de arrendamiento, calculado en dólares, sino que también ha tenido que hacer frente al aumento de la mensualidad.
Pese a esto, asegura que no se ha planteado la posibilidad de cerrar sus puertas o de tener que reducir personal. Piensa que es necesario esperar para ver cómo “se desarrollan los acontecimientos”.
“Hay que esperar todo lo que se pueda. Tomar una decisión ahorita podría ser resultar precipitado”, considera. Gutiérrez.
Hay que esperar todo lo que se pueda. Tomar una decisión ahorita podría ser resultar precipitado”, considera. Gutiérrez.
Una situación similar a la que vive la empresaria textil con su negocio es la que afronta Virginia González*. Su local de venta de tortas, ubicado en el sureste de Caracas, da empleo a ocho personas.
Comerciantes en Caracas se las ingenian pese a la cuarentena
Aunque existe un decreto que ordena la suspensión del cobro del canon de alquiler, ella llegó a un acuerdo con su arrendador para continuar pagando el alquiler del local que ocupa.
Explica que como parte de la negociación, acordaron que el monto no se incremente manteniéndose al mismo precio que tenía durante el mes de enero.
“No podemos quedarnos sin pagarles, porque así como nosotros necesitamos el dinero ellos también lo requieren”, argumenta.
Aclara que ello no implica que las ventas no se hayan reducido desde que empezó la cuarentena, pues calcula que que las mismas han caído por el orden del 90% al igual que en el caso de Gutiérrez.
La comerciante considera que el esquema de 7 + 7 no tiene sentido. A su juicio supone creer que “el virus se toma vacaciones” y que por el simple hecho de no trabajar la semana previa las personas no se van a contagiar.
A todo esto se suma que abrir sus puertas durante una semana no le garantiza que va a vender sus tortas, lo que ocasiona que no sea rentable el negocio.
La semana que trabajamos no hay unas ventas abundantes y yo lo entiendo porque soy ama de casa. No voy a ir a gastar en unas tortas que no son una necesidad primordial. Uno, actualmente, compra las cosas que realmente necesita” Virginia González*
Es tajante en señalar que esta situación no es sostenible, pues las pequeñas empresas, como la suya, no cuentan con un apoyo económico que les permita sobrellevar la caída de los ingresos al tiempo que deben continuar pagando nómina e impuestos.
Pone como ejemplo el pago de la factura del aseo urbano. Asegura que no ha sido capaz de cancelar la deuda de los últimos meses que ya asciende a 200.000.000 de bolívares equivalentes a unos 550 dólares según la tasa de cambio oficial.
Sobre este tema, Andrea González interviene y advierte que tiene una deuda de unos 50.000.000 de bolívares por el servicio de aseo en otro local que tiene en El Paraíso.
“También me llaman de la electricidad porque no he pagado ¿De dónde voy a sacar 200.000.000 de bolívares? ¿Cuánto en dólares es eso? ¿Cuánto tengo que vender yo?”, se pregunta Virginia González.
Agrega que tiene conocimiento de que funcionarios del Servicio Nacional Integrado de Administración Aduanera y Tributaria (Seniat) se encuentran fiscalizando y ordenando el cierre de comercios que estén morosos en el pago de impuestos.
Ante esto se pregunta “¿cómo quieren que los comercios estén en capacidad de estar al día con el pago de los tributos si deben permanecer cerrados de forma intermitente por el 7 + 7?”.
Gracias al delivery ha logrado que su negocio sobreviva desde que inició la cuarentena. Se trata de una forma en la que puede continuar vendiendo sus productos pese a la limitante de no poder abrir el local.
Ya todo el dinero, toda la mercancía que nosotros teníamos está en cero. Ya estamos subsistiendo; se vende un poquito y se compra un poquito, se paga un poquito” Virgina González*
Otro comercio que también se ha visto afectado por el esquema de cuarentena implementado por el régimen es el negocio de papelería y fotocopiado propiedad de los esposos Víctor Andrade* y su esposa Ziomara*.
Comentan que la combinación entre la cuarentena, la hiperinflación y la reducción en las ventas les ha dificultado el poder reponer su inventario de mercancía. Recuerdan que antes compraban los productos al mayor, con lo cual disminuían los costos “y nos permitía tener un mejor margen de ganancias. En la actualidad, hemos tenido que reducir los volúmenes que compramos y priorizamos los artículos que más se venden en el local”.
Estamos adquiriendo lo puntual, lo que más apremia porque se acabó. Anteriormente comprábamos un bulto de marcadores; hoy solo compramos unas dos ‘cajitas’. Más, no podemos” Víctor y Ziomara Andrade
Señalan que la opción que han tenido que utilizar ante el 7 + 7 para intentar vender un poco más es sentarse con una silla a las puertas de su local mientras la santamaría permanece abajo.
No obstante, las ventas que pueden llegar a concretar durante esos días no representan un ingreso lo suficientemente grande como para mejorar la grave situación financiera en la que se encuentran.
“La semana que se trabaja con la santamaría baja golpea muy duro porque bajan mucho los ingresos. Hay que guapear e inventárselas para poder continuar”, afirman.
Dicen que en los más de 20 años que tienen como comerciantes han aprendido que existen días buenos, regulares y malos. Sin embargo, en el último tiempo estos últimos parecen haberse multiplicado.
“Las personas priorizan y antes de hacer una fotocopia compran cualquier otro producto de mayor urgencia y necesidad”, argumentan.
Con respecto a las fiscalizaciones realizadas por funcionarios del Seniat no han recibido visitas hasta el momento, “no descartamos que hayan acudido al local y este haya estado cerrado debido a la cuarentena”, aseguran.
La pareja dice estar en una situación similar a la indicada por su colega comerciante Virginia González. Ambos llegaron a un acuerdo con el propietario del local para poder continuar pagando el mismo monto de alquiler y que este no se incrementase.
Consideran que debe existir un punto medio que permita que las dos partes puedan resultar beneficiadas, pues las circunstancias actuales son excepcionales.
Más allá de las diferencias de los sectores en los que cada uno de estos comerciantes se desempeña, existen aspectos que los unen. Uno de ellos es su férrea posición en contra del esquema de flexibilización de la cuarentena del 7 + 7, pues aseguran que no les permite trabajar y generar los ingresos que necesitan.
Los comerciantes afirman que no necesitan dádivas por parte del Estado. Tan solo hacen un llamado para que se les permita abrir sus comercios para poder laborar.
*Los nombres de los entrevistados fueron cambiados para proteger su identidad
Con información de El Diario