La flota de la Línea 1 es de 49 trenes y al día están saliendo entre 8 y 15 unidades. Muchos carros están en los talleres por falta de repuesto. Entre las tres líneas está operativo entre 10 % y 20 % de lo requerido.

Ahora que se anuncia una flexibilización “especial”, en las calles los usuarios se preguntan si eso incluye más vagones en el Metro de Caracas o más camionetas en la superficie. Pues ya con 10 estaciones cerradas en el subterráneo y con el precio del pasaje urbano, que no baja de 50.000 bolívares, movilizarse en Caracas es una tarea titánica.

Los servicios públicos antes de la pandemia ya venían cojeando de una pata. En el caso del transporte superficial, la crisis se afincó en 2017 con el alto costo de los insumos y repuestos. En ese entonces más de 20.000 unidades salieron de circulación. Hace un año estaban trabajando cerca de 5000 y, hoy en día, las que están en el ruedo son aproximadamente 2000, lo que dificulta movilizarse en Caracas, y eso es 8 % según José Sayago, coordinador de Caracas de Transporte Unido por Venezuela.

Explicó que la poca oferta se debe al costo dolarizado de los insumos y repuestos, frente a una tarifa que se cobra en bolívares, lo que de nuevo hace mella en el sector. Debería estar trabajando 15 %, pero en realidad salen pocas unidades precisamente por los problemas mecánicos y por la escasez de gasolina; muchos conductores hacen colas de dos o tres días y, por eso, salen de circulación, acotó.

De nuevo, el afectado es el ciudadano de a pie. “Hay muy pocos buses, y los que hay cobran lo que les da la gana. Hasta 70.000 bolívares llegan a cobrar por las rutas expresas y las personas que están en la calle, en medio de la pandemia, es porque salen a buscar el sustento diario. Son trabajadores informales que viven del día a día, ciudadanos que salen a hacer diligencias en los bancos, a buscar medicina, y todo el dinero se les va pagando pasajes, pues el Metro tampoco es una opción. No permiten el ingreso a menos que tengas un carnet laboral y, obviamente, los que están en la economía informal no tienen esa documentación y necesitan movilizarse en Caracas”, señaló Luis Alberto Salazar, del Comité de Usuarios del Transporte Púbico.

Si el traslado es de Vargas a Caracas o desde los Valles del Tuy es más costosa la movilización, pues los colectores no tienen ninguna vergüenza en cobrar un dólar por cada pasajero. “Saben que nadie del Gobierno está fiscalizando todo este desbarajuste”, dijo Salazar.

Un pañito de agua tibia

La semana pasada la Alcaldía de Caracas anunció que un total de 100 unidades de transporte público fueron activadas en el municipio, para cubrir 11 rutas: cuatro son circunvalaciones y siete son expresas.

Estas rutas trabajarán en los horarios comprendidos desde las 6:00 a. m. hasta las 10:00 a. m., luego desde las 3:00 p. m. hasta las 10:00 p. m.

Al respecto, Hugo Ocando, presidente de la plataforma Transporte Unido por Venezuela y del Bloque del Oeste, indicó que son 11 paradas que buscan “piratearles formalmente”: “La gente ha estado sufriendo por el servicio y ellos tenían esas unidades guardadas desde hace tiempo, y las sacan en plena campaña. No piensan en el pueblo”.

Indicó que comenzaron la semana pasada cuando metieron seis unidades en la ruta El Tigre-Plan de Manzano, las cuales van a trabajar solamente en las horas pico: “Y no como lo hacemos todos los transportistas; además, salen con un pasaje desleal e incluso hasta gratis, porque a ellos no les cuesta eso, mientras a nosotros sí nos cuesta mantener una unidad”.

Ocando dijo que el fin de semana les llegó un audio del viceministerio de Transporte diciendo que iban a las unidades, se desplegarían en la parroquia Sucre: “Y este lunes tomaron las paradas que tenemos alrededor del Metro de Propatria, zonas que están servidas por más de 60 años por el sector transporte. Pues, llegaron, las invadieron y no permiten que las organizaciones que hacen vida ahí trabajen. Esto es una competencia desleal, esas unidades deberían de financiarse con condiciones a los transportistas. Pero, lamentablemente, sabemos que esas unidades duran hasta que se le acaben los cauchos o hasta que no les hagan el cambio de aceite en tres meses y se les dañe un motor. Estoy seguro de que luego de las elecciones del 6 de diciembre esas unidades no las van a seguir viendo las comunidades”.

Mientras el transporte se maneja con decisiones políticas, quien pasa roncha es el pasajero. Se sube a una camioneta repleta, va guindado en las puertas, hace largas colas, espera hasta más de una hora en las paradas, y muchas veces camina extensas cuadras porque no tiene cómo pagar en un día dos o tres busetas. Para un empleado público con salario mínimo, eso representa 500.000 bolívares en una semana, cuando su sueldo no supera los 400.000 bolívares.

Y si se voltea la mirada al Metro de Caracas, la escena es de sudor y lágrimas, pues la frecuencia del paso de los trenes es de 10, 15, 20 minutos, en el caso de La Rinconada, Línea 3; y de casi 30 minutos en Las Adjuntas, Línea 2.

Jhonny León, excoordinador de Tráfico del Metro de Caracas y vocero de la organización civil Metro Comunidad, indicó que el subterráneo no está 100 % operativo, pues se mantienen cerradas 10 estaciones: en la Línea 1, Pérez Bonalde, Caño Amarillo, Parque Carabobo, Altamira y Los Cortijos; Línea 3, Mercado y Los Símbolos, y Línea 2, Bello Monte, Nuevo Circo y Artigas.

A esa paralización se suma el hecho de que otras estaciones, cerca de 10, no abren sino pasadas las 6:00 o 7:00 a. m. por la falta o ausencia de personal.

“Los trabajadores del turno 3, los que abren las estaciones, no están llegando, y no van porque también tienen problemas de salario. Eso genera un atraso en la operatividad del sistema”, indicó.

La flota de la Línea 1 es de 49 trenes y al día están saliendo entre ocho y 15 unidades. Muchos carros están en los talleres por falta de repuestos. Entre las tres líneas está operativo entre 10 % y 20 % de lo requerido.

León también se refirió a que –de nuevo– están ocurriendo fallas en el sistema de rieles y de subestaciones, lo cual está ocasionando mucho más retraso en el sistema.

Como se observa, al usuario si no lo agarra el chingo lo hace el sin nariz, usando una frase coloquial. Los más perjudicados son los de la tercera edad. Ya no hay pasaje preferencial, y si van a entrar al Metro, no los dejan, pues los funcionarios les indican que las personas mayores de 60 años no pueden usar el sistema por el tema de la pandemia.

“Ahora hay una contracción de los usuarios por el tema de la escasez de unidades, por el cierre de los terminales que aún el Gobierno no decide qué hacer; por eso la especulación hace de las suyas, no hay sistemas de normas de precios, de control de calidad, de bioseguridad. Esto no va a cambiar, pues el problema económico del país se refleja en todos los estratos y el transporte no escapa a ello; por lo tanto, seguirá aumentando, y el criterio del Gobierno es que el que quiera pagar, paga, y el que no, tendrá que caminar. Al final, movilizarse en Caracas es una tarea titánica”, lamentó.

Con información de Crónica Uno

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