En el municipio, la Alcaldía de Chacao ha contabilizado 150 personas que optan por la intemperie para dormir y buscar comida. “La solución es institucional”, advierte la investigadora del Cendes, Ingrid Candela

El viernes 7 de octubre Brayar Rojas, una morena de 26 años de edad, y su marido Pedro José Mejías, buscaban comida en la esquina Guillermo José Schael, donde el restaurante La Calle deposita sus desechos. Dicen que no tienen otra forma de sufragar los gastos de alimentación de su familia, integrada también por 2 niños de 7 y 9 años de edad. La Candelaria es su reino. Allí diariamente esperan que las bolsas negras de basura lleguen a las esquinas para hurgar en su contenido.

“Aquí consigo de todo: queso, carne, pernil, chivo, chucherías y me consta que un amigo se encontró 40.000 bolívares en efectivo dentro de una bolsa de esas”, comenta la mujer, que dice ser enfermera y masajista, quien vive en el Paseo Anauco. Su marido era vigilante y también trabajaba como albañil en la Gran Misión Vivienda en Charallave, pero dice que las obras se pararon por falta de materiales. “¡Mira esta papa! Está buena, está limpiecita. ¡Agárrala, agárrala!”, ordena Brayar al marido.

Esta mujer no es la única para quien buscar comida en la basura, en medio de la crisis, se ha vuelto una opción inmediata.

Debajo del puente que enlaza El Rosal con Las Mercedes, en el municipio Baruta, otra familia de 8 miembros pernocta a la intemperie. “Nosotros teníamos un apartamento en Guatire, pero los malandros nos sacaron. Aquí reciclamos la comida, nos bañamos en el Estadio Universitario y agarramos lo que queda de los negocios de comida rápida”, dice Gladis Lara, de 44 años de edad.

No son los típicos indigentes y van en aumento, señala Ingrid Candela, nutricionista, quien también los advierte en la ciudad. “En los últimos años no se veían tantos, pero cuando comenzó esta crisis los observas y no son los indigentes de siempre buscando en la basura. Son muchachos bien vestidos que salen de la universidad y pasan por el basurero”, afirma, la investigadora del Cendes en la línea de Políticas Alimentarias en grupos vulnerables, quien ha desarrollado un estudio cualitativo sobre el tema y asegura que se trata de “un fenómeno de indigencia no tradicional”.

No tiene cifras aún porque dice que es bastante difícil cuantificarlos. “Pero los he visto en Las Tejerías, El Cementerio, Los Rosales y Santa Mónica. Salen porque no tienen cómo comprar la comida y ya ni siquiera la Iglesia puede socorrerlos”.

Ausencia de políticas públicas. Hace dos semanas otra familia pernoctaba a una cuadra de una cervecería de La Castellana. Un policía de Chacao les pedía a los niños que se movieran del lugar, pero aún siguen allí. Están detrás del centro comercial Parque Cristal, a un lado de las entidades financieras, dormidos entre los árboles, medio escondidos debajo de los bancos de concreto, a las puertas de un supermercado, panadería o café.

Claudia Sánchez, directora de Gestión Social de la Alcaldía de Chacao, informó que hace dos meses y medio, a petición del alcalde Ramón Muchacho, hizo un registro de las personas que deambulan por el casco histórico, la avenida Francisco de Miranda, Los Palos Grandes o la plaza Brión buscando comida. Se asombraron: 150 ciudadanos merodean a diario por el municipio con este objetivo, los cuales se suman a los ya cuantificados en la jurisdicción.

“La única solución es institucional. Deben activarse políticas públicas de emergencia para quienes no tienen nada, y esperar que en el corto y mediano plazo el mercado de los alimentos se normalice”, enfatizó Candela.

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FUENTE: EL NACIONAL

22/10/16

 

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