Solo pasó un año de la última vez que María se encontró con su amigo de la infancia José. Al momento del encuentro prácticamente ella no lo reconoció. Con al menos 10 kilos menos, piel flácida y algo «decaído», en medio de la risa el hombre reiteraba que si era él, solo que «la dieta de Maduro» llegó sin querer.
Largas colas, inflación, bajo poder adquisitivo y escasez, hacen que los venezolanos consuman lo que consiguen, les llene o les rinda, que en la «mayoría» de casos son carbohidratos. Según el Gobierno, para el 2013 una persona consumía al día más de tres mil calorías en el país, cuando el nivel de seguridad alimentaria plena de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura, (FAO por sus siglas en inglés), era hasta de 400 calorías menos.
Yeritza González, nutricionista y dietista, señala que en el plato de la personas escasea la proteína y «muchas» veces ni siquiera se consumen, por lo que este, solo tiene pasta, arroz, arepa y alguna otra «cosita». Queda afuera del menú los vegetales, granos y frutas. «Existe un gran déficit de vitamínica y proteínas. Solo se consumen calorías y ya no solo vemos desnutrición infantil, sino también familiar».
Sube y baja
Según la Encuesta Nacional de Condiciones de Vida Venezuela (ENCOVI) 2016, cambió el patrón de compra. Tanto las hortalizas como los tubérculos desplazaron a la carne y al pollo, mientras que en la distribución de compras a la semana, de 20 rubros principales, las personas lo que más adquieren es harina de maíz, arroz, harina de trigo y vegetales.
El grueso de las personas considera que su alimentación es monótona y deficiente de acuerdo a la encuesta y toda esta situación, hace que según la nutricionista, «no rindamos como antes» y la capacidad tanto física como mental alcance solo para la mitad de lo que necesitamos hacer. «Este problema, aunado al entorno, hace que tengamos la sensación de agotamiento y cansancio producto de la mala alimentación que llevamos todo este tiempo. El venezolano solo rinde medio día».
Para la Fundación Bengoa para la Alimentación y Nutrición, en el informe de la FAO, sobre la alimentación en América Latina y el Caribe de 2016, se omitieron una serie de datos sobre la alimentación en Venezuela, entre ellos, la escasez de alimentos. La sumatoria de todos estos problemas, detalla, trajo como consecuencias desnutrición, mortalidad infantil y en adultos mayores, complicaciones de enfermedades agudas y crónicas, pérdida de peso acelerado en adultos, depresión, estrés, violencia y baja productividad laboral.
Misión hambre
Una alimentación balanceada se basa en la ingesta de verduras y frutas, cereales, leguminosas y alimentos de origen animal, además de agua. El contexto ocasiona que exista un «estado de desnutrición colectivo» donde todos los órganos se ven afectados. Esto incide «negativamente» en el estado de salud y desencadena patologías cardiacas, diabetes, pérdida de masa muscular, la cual genera falta de tejidos suficientes de músculo para tener fortalezas, entre muchas otras, que se «agudizan», deterioran el organismo y «evidencian una población enferma».
González indica que de unas dos mil 500 calorías diarias que se deberían de consumir, en la actualidad en «muchos» de los casos se llegan máximo a mil. «El grado de deficiencia nutricional que existe es muy grande. Lo que comemos el organismo lo asimila para mantenernos de pie, pero no para nutrirnos y tener buena salud».
Teoría revolucionaria
Para el Instituto Nacional de Nutrición, ente adscrito al Ministerio de Alimentación, el balance perfecto para un equilibrio nutricional se basa en el consumo de agua, actividad física y la ingesta cereales, granos, tubérculos, plátanos, hortalizas, frutas, lácteos, carnes, huevos, grasas, aceites vegetales, azúcar, miel y papelón.
Este conjunto de alimentos aportan energías, vitaminas del complejo b, hierro, fibra, carbohidratos, vitaminas A, C, D, E, K; además de minerales, proteínas, calcio, grasas y yodo, lo que previene múltiples enfermedades como la anemia y permite el buen funcionamiento del organismo, sin embargo, para la mayoría de venezolanos esta teoría dista de la realidad y según Encovi, para el 2016, la inseguridad alimentaria estaba presente en nueve de cada 10 hogares.
Se habla de seguridad alimentaria cuando todas las personas tienen acceso físico, social y económico en todo momento a alimentos suficientes, seguros y nutritivos para cubrir las necesidades nutricionales que les permita tener una vida sana. Distintos programas gubernamentales como la Misión Mercal, Alimentación, CASA, PDVAL, Abastos Bicentenarios, Red Venezuela o CLAP, surgieron para lograrla y de acuerdo a sus representantes, beneficiaron a más de 20 millones de personas, pero la encuesta antes citada, devela que 9,6 millones de personas ingieren dos o menos comidas al día.
Futuro incierto
Especialistas coinciden en que el grado de desnutrición traerá trastornos neurológicos y en cuanto a la pérdida de peso y masa muscular, en muchos de los casos será difícil de recuperar en niños, adolescentes y adultos mayores producto de la deficiencia nutricional.
La historia de José se refleja en millones de venezolanos, que según diferentes estudios, demuestran que la «crisis» alimentaria llego «desde hace rato» a los hogares del país. «Vemos los efectos, aunque las consecuencias se verán más adelante sobre todo en la población que hoy es infantil. Los daños van a ser a mediano y largo plazo y para que una persona pudiese recuperarse podrían pasar meses o años», sentencio la especialista en nutrición.
Fuente: Diario La Verdad
Fecha: 25 de junio de 2017