El pasajero común, ese que en la Gran Caracas debe salir a trabajar, a una cita médica o a atender su negocio en las calles de la ciudad, es el que más sufre a diario por la escasez de unidades del transporte público. Camina, pide cola a los vecinos o le paga a camioneros para que lo traslade a una estación del Metro, y viajar como sardina en lata a su destino, afirmó Luis Alberto Salazar, presidente del Comité de Usuarios del Transporte.
En la ruta Miranda, que comprende zonas como Filas de Mariche, Petare y Palo Verde, los camioneros cobran hasta Bs. 600 por acercar a los pasajeros hasta una estación del Metro.
«Hay quienes utilizan su carro particular para llevar hasta cuatro personas tras la paralización de 70% del transporte público, por la falta de repuestos y cauchos», señaló.
En esta situación está Reina Noruega, líder vecinal del municipio Sucre, quien camina desde Filas de Mariche hasta la estación de Metrocable en La Dolorita para poder llegar a su puesto de trabajo.
«Luego voy a la estación Palo Verde con miles de vecinos que viajan en condiciones precarias. Otros van a pie hasta Petare a tratar de conseguir una camioneta que los deje en Altamira o Chacaíto, y de allí caminan por el bulevar de Sabana Grande para llegar a la oficina en Plaza Venezuela», dijo.
Salazar comentó que la gente paga mucho más en pasaje cuando necesita transporte superficial urgente. «Les cobran Bs 400, Bs 500 y hasta Bs 1.500 para irse rápido a su trabajo».
Explicó que es un problema creado por el Gobierno y no por los transportistas, porque aunque siempre presionen para aumentar las tarifas hasta Bs 600 o Bs 1.000 nunca podrán reunir el dinero para reparar sus unidades, pues cualquier repuesto supera el millón de bolívares. «Solo un litro de aceite está en Bs 30 mil», precisó.
Reimundo Carrillo, conductor y expresidente de la línea Miranda, relató por su parte que de 150 unidades apenas 30 prestan servicio durante el día, y por las noches solo dos conductores trasladan pasajeros por el municipio Sucre.
«Ahora los pasillos entre el espaldar del asiento y los pies de quien va sentado se usan para llevar pasajeros. Una camioneta tiene 32 puestos, y espacio para 60 personas paradas. Ahora van otras 28 personas en estos pasillos. Hay riesgo de que a la unidad le exploten los cauchos o se rompan piezas», destacó.
Afirmó que eso pasa en todos los municipios de la Gran Caracas, por la falta de unidades públicas y privadas. «Más ahora que la empresa Encava está a punto de cerrar operaciones».
Recomienda al Gobierno mantener un programa constante de reposición de flota y de distribución de repuestos a tasa preferencial
En Chacao, El Hatillo, Baruta y Libertador se refleja la misma realidad, gente varada en paradas, caminando a su trabajo o casa en las horas pico, y pidiendo cola, afirma Salazar.
«Se han generado líneas fantasmas que piratean en el área donde viven. Choferes llevan a sus vecinos y por la tarde los esperan para garantizar el traslado a su residencia. Los usuarios que tienen poder económico son los que se mueven», concluye.
Fuente: El Universal
Fecha: 05 de octubre de 2017