Arrastrando un fin de semana signado por un posible default ante la falta de pago de la deuda del Gobierno y Pdvsa, el lunes la Unión Europea anunció la aplicación de un embargo de armas y la base legal para una lista de sancionados a los que congelaría sus bienes o prohibiría entrar en territorio comunitario, otro paso que se suma al que ya habían dado Canadá y Estados Unidos, siendo este último uno de los más representativos al limitar incluso las negociaciones entre inversionistas y el Ejecutivo nacional.
Ese mismo día en Naciones Unidas, Estados Unidos acusó a Venezuela de ser una “amenaza” para el mundo, durante una reunión a la que no asistieron Rusia y China en un gesto de respaldo a Nicolás Maduro, ambos países los únicos que aparentemente estarían dispuestos a lanzarle un salvavidas a esta economía que se les fue de las manos a causa de la corrupción y el mal manejo de los recursos.
¿Decretar lo que debería negociarse?
Maduro pretendió decretar un refinanciamiento y una reestructuración de la deuda externa y de todos los pagos de Venezuela, lo que no fue bien recibido por los países que habían apostado a establecer negocios con nuestra nación, ya que a este tipo de acuerdos se llega por la vía de la negociación y no por Decreto.
Para mitigar los efectos de ese anuncio, establecieron lo que llamaron una Comisión Presidencial de Renegociación, integrada por Tareck El Aissami, Wilmar Castro Soteldo, Simón Zerpa, Ricardo Menéndez, Eulogio Del Pino, Reinaldo Muñoz y Nelson Martínez, funcionarios que en este momento tienen el futuro económico de Venezuela en sus manos y, por cierto, ninguno es economista.
Esta comisión convocó un encuentro con inversionistas, acreedores y tenedores de bonos extranjeros para renegociar la deuda externa de Venezuela y Pdvsa el martes, en la cual habían asumido el compromiso de no estar presentes Simón Zerpa y Tareck El Aissami por haber sido sancionados por Estados Unidos y ante las advertencias por parte de Donald Trump a los invitados, sin embargo ambos funcionarios encabezaron el acto, lo que forzó a algunos acreedores a quedarse en una sala anexa para evitar encontrarse con ellos. Lo que sería un encuentro de negociación se convirtió en una alocución de unos 15 minutos de El Aissami en la que se limitó a delegar culpabilidades a factores externos, sin asumir responsabilidad ni establecer posibles soluciones.
Salvavidas que solo dan un pequeño respiro
El acuerdo firmado el miércoles entre Rusia y Venezuela por el refinanciamiento de 3,1 millardos de dólares a lo largo de 10 años representa aproximadamente 2% de la deuda total venezolana, la cual se ubica en 150 millardos de dólares, de los cuales 60 millardos corresponden a bonos, 45 millardos a pasivos gubernamentales y otros 45 millardos a la deuda de Pdvsa. Según especialistas, la estrategia del gobierno consiste en asentar las bases para avanzar en el pago de los bonos pendientes y evitar un default.
Este refinanciamiento, que permite al gobierno de Nicolás Maduro hacer pagos “mínimos” a Moscú en los próximos seis años, no incluye la deuda de Pdvsa con Rosneft, calculada en 6 millardos de dólares.
Por su parte, un día después de ese acuerdo, China no ofreció alivio para la deuda de Venezuela, solo dijo que confía en que el país podrá gestionar la situación. “Creemos que el gobierno y el pueblo de Venezuela son capaces de gestionar adecuadamente el problema de la deuda”, según un comunicado del Ministerio chino.
Prensa Henrique Capriles
17 de noviembre de 2017