El temor que le tiene Nicolás Maduro al legítimo Poder Legislativo Nacional radica en un factor más que evidente: todo usurpador le tiene miedo a cualquier elemento que represente el apoyo del voto popular, la política ejercida para la libertad y el poder de la democracia.
Y por eso es importante no perderse en el análisis ni caer en las trampas del aparato de propaganda rojo.
Esta nueva arremetida de persecución y hostigamiento contra los diputados del único poder legítimo y constitucional en Venezuela llega justo después de que el régimen tuvo que acusar un golpe certero: la visible fractura y división que hay en la Fuerza Armada.
Por eso, en una maniobra que pretende simular una cohesión que no existe, activan una operación cruel y persecutoria contra nuestros diputados, pretendiendo que la opinión pública se coma el cuento de que el madurismo está unido.
Así mismo, después de tener a las tropas en el abandono y convertir a nuestros soldados en víctimas de extorsiones y de la miseria que viven sus familias, de repente voceros de la cúpula se muestran, de manera patética, trotando con unos, almorzando con otros, haciendo prácticas militares.
Quienes durante años no habían ido a los cuarteles, a menos que fuera para un show televisivo, de repente quieren lucir solidarios con la tropa. ¡Vergonzante y patética mentira propagandista de un régimen que hace aguas por todos lados!
Y cualquiera puede darse cuenta de la farsa. Sin ir más lejos, el lamentable secuestro del diputado y primer vicepresidente de la Asamblea Nacional, Edgar Zambrano, fue una demostración de cómo unos militantes que protegen al régimen son capaces de saltarse todos los procedimientos policiales para cumplir el encargo que hacen irresponsables desde la comodidad de un estudio de televisión.
De la misma manera, estuvieron dispuestos a proceder así contra otros diputados, sin importarles la inmunidad parlamentaria ni la vigilancia que algunos organismos internacionales como la ONU tienen abiertas en Venezuela. ¿Y entonces por qué lo hacen? Pues porque ahora no les importa salvarse de los juicios del futuro, sino de asustar y meterle miedo a quienes están poniendo a temblar a un usurpador que ya no quiere salir del palacio y que hoy en día sospecha hasta de su sombra.
Es evidente también que los objetivos del aparato de propaganda roja están en que usted y sus vecinos, sus familiares se convenzan de que Maduro está desmantelando la Asamblea Nacional. Eso es lo que en Miraflores quieren que usted repita, es lo que quieren que usted le pase a sus amigos por mensaje, es lo que quieren que usted crea.
Aunque la verdad sea otra.
La verdad es que a Nicolás Maduro y al resto de la usurpación están viendo cómo unos diputados electos por el Pueblo están trabajando por sacarlos del Poder que tienen secuestrado y cada vez están más cerca de lograrlo.
¡Cuánto les pesa la legitimidad de la AN!
Piensen por un momento en esos diputados que en 2015 fueron electos por la tarjeta del PSUV para ser minoría en la Asamblea Nacional, los mismos que despreciaron los votos de sus electores y se fueron a esa ilegítima e inconstitucional asamblea constituyente, renunciando a la inmunidad que les otorgaba el voto popular. Bueno: esos mismos politiqueros que renunciaron a la sagrada inmunidad parlamentaria son quienes pretenden decir, con la complicidad del TSJ, que quienes están peleando por recuperar la Democracia son un peligro para un proyecto que fracasó.
¡Su única angustia es que se les acabaron los negocios y la papaya!
Quieren asustar porque están asustados. Quieren aletargar porque están aletargados. Quieren dividir porque están divididos.
Y eso es sintomático.
Ningún venezolano debe olvidar que el análisis de la política debe hacerse a partir de escenarios. En especial durante crisis como las que hoy se viven en Venezuela y en las que hay tanto en juego. ¿Cómo debemos leer esta persecusión del régimen a los diputados? Pues como un peligro y como la amenaza de un régimen cruel, pero también como el síntoma de una estructura en la que tienen que meter miedo a como dé lugar para tapar las fracturas y las grietas que se han puesto en evidencia y que anuncian de manera clara que el usurpador está cada vez más solo.
Si es necesario resumirlo en una imagen, hoy Juan Guaidó puede contar con el compromiso y la confianza de los diputados perseguidos y amenazados porque sabe que están comprometidos en la misma lucha, mientras que Nicolás Maduro ya no sabe en quién puede confiar y en quién no porque los incentivos para abandonarlo son cada vez más eficaces.
Y no es nuevo el ejercicio del miedo como estrategia de la usurpación, la evidencia de ellos es el secuestro de compañeros de lucha como Juan Requesens, Roberto Marrero y Edgar Zambrano, por citar a algunos. Son muchos más.
Quien se plantee esos escenarios y analice los factores involucrados entenderá que esta criminal arremetida violenta de la policía política del régimen es un síntoma de la frustración que debe estar sintiendo un sector específico de la usurpación que durante años ha basado su despotismo en creer que controlaban la Fuerza Armada a su antojo, pero hoy tienen que disfrazar a delincuentes de policías para que alguien los proteja.
Y los síntomas no sólo están en la política local, porque a nivel internacional también empiezan a hacer agua. ¡Hasta China empezó a flexibilizar su capacidad para cambiar de opinión en uno que otro punto, entendiendo que aquí el cambio es irreversible!
Eso sí: todos los ciudadanos tenemos que estar dispuestos a acompañar a cada uno de nuestros diputados en esta lucha. No podemos olvidar que son los representantes de nuestro voto, de la Democracia, de esta fe puesta en la República y en el estado de derecho como una urgencia.
Así que en cada movilización en las calles, en cada acción de protesta, en cada comité debe mantenerse despierto el ánimo de la lucha, porque el régimen apuesta a lo contrario: a que la persecución nos intimide, a que la amenaza será capaz de doblegarnos, a que el miedo se coma nuestras victorias, que en unos meses han sido muchas.
Si el Pueblo se mantiene de la mano con esos diputados que hoy defienden la Asamblea Nacional, la victoria estará asegurada y será rotunda y cercana en el tiempo. En 2015 el régimen sufrió una derrota que muchos intentaron desprestigiar, pero que hoy mantiene encendida la luz de la Democracia. Nuestros diputados han sido perseguidos, secuestrados, amenazados de muerte, pero siguen ahí con la convicción de que el cese de la usurpación será el comienzo de la Venezuela que merecemos vivir.
Mi abrazo a los diputados perseguidos y a cada una de las familias que hoy sufren una circunstacia que muchos conocemos pero no todos pueden imaginar.
Y mi solidaridad también con cada uno de los presos políticos que, como Juan Requesens y muchos hermanos más, hoy no podrán recibir el abrazo de sus madres como tantos otros venezolanos en libertad.
Pensemos en ellos porque nos servirá para comprender que cada uno de nosotros, que estamos en las calles y vivos, tenemos que llevar en nuestra lucha también la de ellos.
Es una responsabilidad que cada demócrata debe saber hacer suya.
¡La valentía de nuestros diputados merece ser defendida!
Así me atrevo a cerrar esta reflexión con un saludo a cada madre venezolana, con mi compromiso siempre puesto para que sus hijos y los hijos de sus hijos puedan verse en una Venezuela libre y democrática.
¡Gracias, diputados, y fuerza! Que Dios y la Santa Madre bendigan a nuestra Venezuela.