Las calles de Caracas esperan oscuras y desiertas por poder volver a ser testigos silentes del bullicio y el jolgorio nocturno que alguna vez las colmó. El toque de queda autoimpuesto fija su horario de acuerdo al miedo y la quincena. La diversión capitalina ha mermado, hoy en día es un lujo al que pocos bolsillos tienen acceso. Disfrutar del cine o el teatro, saborear un rico bocado callejero, e incluso hacer un brindis que elogie la llegada del fin de semana, son dulces recuerdos de una economía mejor.
Y aunque se acaba de decretar un nuevo aumento del salario mínimo y cestaticket, tome en cuenta siempre que para el momento que lea esto, la galopante inflación y la libertina especulación siguen haciendo de las suyas.
Cine: dos horas que salen caras
No es secreto para nadie que el venezolano ama el cine. Es el plan recurrente para disfrutar en familia, en pareja y hasta con un grupo de amigos. Salas frías, cotufas humeantes, divertidas golosinas y maravillosas en infinitas historias que hipnotizan a los espectadores.
Pero de un momento a otro y casi sin avistarlo, los precios en las taquillas y caramelerías golpearon como una estruendosa cachetada. Las promociones por día desaparecieron: el “lunes popular” quedó solo en la lista. Una entrada cuesta más de Bs 2.000,00 y un combo doble que incluya cotufas y dos refrescos Bs 4.000,00 (aproximadamente)
Usted podría gastar un promedio de Bs 8.000,00 si va al cine con un acompañante, uno que no se antoje de perros calientes o chocolaticos.
Nuestra recomendación es que espere al lunes y respire profundo, la multitud puede ser abrumadora. Vaya al cine en temporada de premios o si realmente está esperando el estreno de una película. Busque salas alternativas como El Trasnocho, cuyos precios son más reservados.
Sabemos que alguna chuchería se colará como polizonte dentro de algún bolso o cartera y terminará comprando títulos en Blu-ray, cruzando los dedos para que no se vaya la luz.
Comer en la calle: ¿Celebramos algo?
Disfrutar de la sabrosa sazón callejera semanalmente es un lujo. Ya ni los menús ejecutivos ayudan a los golpeados bolsillos del ciudadano que cumple horario de oficina. Las loncheras se han popularizado.
Pagar Bs 2.000,00 (aproximadamente y barato) diarios por un almuerzo, cinco días a la semana, 20 días al mes, es una locura. El resultado de esta multiplicación probablemente indique un monto total más elevado que el saldo disponible en su cuenta en este momento.
Ahora ni hablar de otros establecimientos más costosos. Olvida el sushi y su sabor, pues en un restaurante promedio una cuenta que incluya una entrada para compartir, dos rolles de 10 piezas, una jarra de té verde y un café, alcanza los Bs 23.000,00. Lo triste de la historia es que esta sigue siendo una cifra “moderada” y que los restaurantes siguen llenos, como si eso de la “crisis” le resbalara a sus comensales.
Plan cultural o al aire libre: siempre hay que gastar
Existen espacios abiertos para la libre recreación, museos que no cobran entrada o paseos con precios “accesibles”. La cosa es que una vez que sales de la casa, debes saber que lo más seguro es que vas a consumir y gastar.
El metro, el estacionamiento, la gasolina, el parquero, el refresquito para la sed, las pulseritas artesanales y el cafecito.
Esparcir la mente y sacarla de la agobiante rutina representará siempre un cargo a la cuenta. La cuestión es que cada vez se goza menos de estos momentos, pues el abollado sueldo debe distribuirse entre otras carísimas prioridades. La situación aprieta y a veces queremos olvidarla, pero ¿cómo se hace cuando no alcanza la quincena?.
FUENTE: BANCA Y NEGOCIOS
24 de Agosto de 2016.