Con hambre todo pasa”, comentaba Luis Flores y lo repetía constantemente en la cola de un supermercado de una conocida cadena expropiada y ahora identificada como Bicentenario. Ese comentario refleja el hambre que está pasando no solo el pueblo cumanés sino todo el colectivo venezolano.

El hecho de ver cómo los consumidores se conforman con adquirir cualquier producto sin importar su calidad, más allá de ahorrarse a veces  hasta la mitad del costo oficial de un producto, para Flores indica que verdaderamente “estamos pasando hambre”. El hombre avanzaba en la cola para cancelar 2 kilos de azúcar en 17.000 bolívares, cada uno.

Ese incremento que registran a diario los precios de los alimentos “es una verdadera locura”, dice Maryory Flores, de 67 años de edad, asidua cliente de un reconocido supermercado ubicado en el centro de Cumaná.

Ella cuenta que ahora cuando esperaba tener una jubilación para descansar, resulta que tiene que “echar pata todo el día” para ver dónde puede comprar la comida diaria.

El ciudadano común tiene que “chequear” varios establecimientos para rendir el presupuesto familiar. En Cumaná se pueden topar con el cartón de huevos en 90.000 y hasta 100.000 bolívares; un kilo de arroz en 45.000 bolívares; un kilo de azúcar en 24.000 y hasta 27.000 bolívares; mantequilla entre 42.000 y 84.000 bolívares.

Cabe destacar que de acuerdo con los datos que revela el Centro de Documentación y Análisis para los Trabajadores (Cenda), la canasta básica se ubicó al cierre de agosto en 2.498.746,69 bolívares. Hubo un aumento en relación con el mes anterior de 51,5 %, lo que representa 849.439,94 bolívares más con respecto a julio.

Estas cifras se vieron reflejadas en ese aumento por los precios de la leche, huevos, carnes, hortalizas, frutas, quesos, granos e incluso el pescado, entre otros. Ni hablar en detergentes, artículos de aseo personal y medicinas.

Según los analistas, un grupo familiar necesitaría 62 salarios mínimos para cubrir solo gastos de alimentación básica.

Potencia gasífera sin gas

El gobierno regional ha adoptado como slogan «Sucre, potencia gasífera«, pero la realidad que padece la colectividad cumanesa ante la deficiencia de este servicio deja en evidencia una campaña publicitaria fraudulenta porque no se satisface la demanda real de la población.

En Cumaná, las protestas por la falta de gas se han convertido en una constante en diferentes comunidades de todas las 4 parroquias urbanas del municipio Sucre: Altagracia, Ayacucho, Santa Inés y Valentín Valiente.

Ante las fallas en la distribución del gas doméstico, el consumidor que antes se trasladaba por sus propios medios con una bombona a cuestas hasta la planta de llenado ubicada en el sector Los Molinos en la avenida Universidad, poniendo en peligro su vida, ahora tiene que soportar largas horas bajo el inclemente sol en la Guardia del Pueblo, una sede de la Guardia Nacional ubicada en Los Uveros, sector Playa San Luis, donde llega el camión del gas para atender la demanda del día.

Entre sus quejas, los pobladores manifiestan que ya no saben qué comerán porque entre el alto costo de los alimentos y la falta de gas: “No es fácil aguantar esta crisis y menos si a ello se le suma la falta de agua y luz”.

Con información de Crónica Uno

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