Los granjeros están desapareciendo sin recursos para financiarse. Es la preocupación desde la Asociación de Productores Avícolas ante la caída entre 95 a 97% por no tener el apoyo con los pollos bebés y alimentos que permitan esa producción de engorde. Una caída estrepitosa a 5 granjas operativas de las 270 existentes hace 11 años, lo cual genera desempleo y escasez en este tipo de carne en el mercado, con riesgo de aumento del precio de dicha proteína animal.
Guiomar López | La Prensa de Lara
Los galpones están vacíos, con mano de obra limitada a un trabajador y un vigilante, junto al desespero de sobrevivir a esta crisis que los golpea desde 2010 y sólo mantiene ciertos ingresos con la venta de pollos por parte. José Meléndez, como presidente de la organización de productores avícolas, admite que ni siquiera tuvieron un respiro con la cancelación de la deuda contraída con la empresa Protinal que superaba los $200 mil en 2021. Explica que fue un pago a destiempo, además de ser depositado en la entidad bancaria BOD y que obligó al retiro fraccionado del mismo. «No hay ese trabajo por integración, donde se aportan las instalaciones y la empresa asegura las provisiones para mantener óptimo a este pollo de engorde», admite ante la inevitable escasez de esta proteína y que prácticamente deja como soporte a la empresa Ebenezer con el mínimo número de granjas.
Ese ambiente desolador tiñe a sectores como Pavia y Bobare, que eran reconocidos por su potencial y contribuían en ese promedio superior a los 5 millones de pollos en 2 meses, pero en la actualidad apenas pueden llegar a 200 mil. Un margen de diferencia abismal y donde se entiende el descenso desde 2010, cuando se contaban con 270 granjas productivas, la merma se instaló en 50 en la pandemia por covid-19 y el trecho más asfixiante entre agosto y octubre de 2021 representó unas 30 a 35 operativas. «Lo más triste es que se venía en caída, pero apenas quedan 4 o 5 granjas», lamenta de ese 10% de las escasas 50 que se tenían luego de mediados del año pasado.
Su voz se cunde de la debilidad desde la tristeza y esa fuerza que imprimen al negarse a desaparecer. La nostalgia hace estragos en Meléndez, frente al «borrón» que le arrebató a Lara ese cuarto lugar de producción a nivel nacional. «Es tan lamentable porque somos una de las regiones más privilegiadas por la ubicación geográfica que favorece la calidad en los pollos de engorde», reitera de esa ventaja que permite óptimos resultados con las condiciones favorables, ante mayor ventilación y la suficiente humedad que impulsa el desarrollo y menos mortalidad. Comparte esa impotencia, al voltear y mirar cada vez más galpones solos.
«¡Aquí se peleaban por ese trabajo con las granjas integradas!», exclama de alrededor de 8 empresas que demandaban ese cuidado y atención de los granjeros, pero que prácticamente terminó limitado a Protinal, Ebenezer y otro par de corporaciones.
Para Lorenzo Monasterios, como parte de la comisión agroalimentaria en Lara, se trata de una problemática que termina de acentuarse, cuando ni siquiera se cuenta con la disposición de empresas interesadas en aportar los pollitos bebés y los alimentos concentrados, incluyendo proteínas, minerales, vitaminas y demás productos a base de soya y trigo.
«Se compromete el engorde y esto distorsiona esa cadena de producción», denuncia de un animal que sin la debida alimentación tardaría más de 42 días y sin llegar a superar los 2 kilogramos. Una limitante sin ser considerada por las autoridades gubernamentales y termina agudizándose aún más, con el sacrificio avícola regional.
El testimonio de Carlos Figueroa, quien tiene más de 22 años dedicado al sector avícola, confirma esa necesidad de mayor apoyo para los granjeros. No cuentan con el soporte ofrecido desde Protinal y prácticamente la mayoría reposa sus experiencias en el respaldo de Ebenezer. Se siente bendecido por estar entre las 3 granjas que trabajan de manera integrada con esta última compañía y contando con pollos de 11 días, además de suficiente alimento para asegurar la calidad de estos pollos de engorde entre 38 a 42 días.
Agradece esta oportunidad para retomar sus niveles de producción. «No teníamos la capacidad y este servicio de crianza exige agua, luz y mano de obra», recuerda de esas condiciones para poder honrar los compromisos contraídos.
Los lamentos se quedan cortos por la insistencia de mantener esa operatividad en granjas que se mantuvieron por más de dos décadas. Se trata de conocedores de este sector negados a desistir y con todas las intenciones de recuperar a Lara, entre los primeros lugares de producción agrícola. La fe sigue puesta en la recuperación y volver a esos galpones llenos de pollos de engorde, que además de representar el ingreso familiar resultaban un representativo aporte de proteína animal para el mercado. Las consecuencias más inmediatas se terminarían reflejando en la escasez y hasta aumento del producto ante el consumidor final.
El grito en colectivo es hacia el apoyo de más empresas que permitan ese trabajo integrado, con las granjas responsables de la crianza. Volver a ese pollo de engorde en el tiempo previsto y con la calidad garantizada para apuntar a la excelencia de la producción avícola desde la región larense, con ese poderío que tuvo Pavia y Bobare.
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Con información de La Prensa de Lara