La luz titila permanentemente en algunos pasillos y, en otros, reina la oscuridad. En las salas hay cajas y bolsas a reventar de basura, el fin de semana pasado hasta gusanos recogieron los obreros. Hay habitaciones inundadas de aguas blancas y llenas de zancudos; los baños están colapsados, en los recodos hay papeles llenos de heces humanas y manchas de sangre. En la sala de partos hay un brote de meningitis y hay agua solo hasta los días jueves. Eso es lo que describe la situación actual del hospital José Gregorio Hernández de Los Magallanes de Catia, un centro de salud tipo IV, en donde los trabajadores están de brazos caídos.

Daniel Hernández, vocero del Sindicato de Hospitales y Clínicas del Distrito Metropolitano, y también trabajador del centro de salud, dijo que declararon la acción de brazos caídos para llamar la atención de las autoridades. Este fin de semana el hospital –que tiene servicios como Medicina 1 y Pediatría, en el piso 7; y Obstetricia (piso 5) cerrados por una eterna remodelación– colapsó por la cantidad de desechos sólidos en los pasillos y salas de hospitalización. Las moscas y los gusanos invadieron el espacio. Los obreros no tenían insumos para recogerla. Así, el personal médico atendió a los pacientes en las emergencias.

El Ministerio de Salud envió 30 bolsas para recoger los desechos. “Eso es lo que necesitamos en un día. Además, estamos sin material para desinfectar. No hay cloro para la asepsia” dijo Hernandez. Lo que denunció no está alejado de la realidad. El interior del hospital huele mal, a basura en descomposición, ligado con las aguas de baño.

Hay pozos de aguas blancas, faltan bombillos y del baño se llevaron grifería del lavamanos. Hicieron lo mismo con la llave de la Emergencia Pediátrica, donde están igualmente arrumadas las camas. La luz en estos servicios es opaca y titila permanentemente. “Eso quedó así desde que hicieron las nuevas instalaciones”, dijo un obrero.

En sala de partos, a pesar del brote de meningitis que tiene dos meses, este jueves a eso de las 11:00 a. m. se habían realizado cuatro cesáreas.

Las pacientes se bañaron y tenían todo para la intervención. Hasta el kit quirúrgico lo tienen que llevar. “Y por lo menos hoy tenemos agua, pero ya mañana nos la quitan. Y así mismo se atienden. Medio esterilizan los instrumentos”, dijo una enfermera, quien mostró una sala de recuperación a la que nunca le habilitaron el baño y en la que hay una invasión de zancudos.

Señaló que hay pacientes que pasan hasta ocho horas en una emergencia y no hay baños aptos. La falta de agua afecta al Banco de Sangre, los trabajadores tienen muchas dificultades para tratar la sangre y mantener limpios los tubos.

Por eso se los piden a los pacientes, dijo una trabajadora, quien además se quejó de la comida y alertó que los medicamentos, insumos y pañales que están llegando al hospital no se distribuyen correctamente.

El director, Juan Carlos Marcano, conoce de las quejas de los trabajadores y del personal de salud. Pero sus «buenos oficios», no han tenido los resultados deseados. El hospital está crítico y queremos que responda por los recursos asignados a este centro, gritaban los agraviados.

Con información de Crónica Uno

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